En un contexto como el que vivimos hoy, tenemos el gran reto, entre otros muchos, de acercar a nuestros niños y niñas a las ciencias, no importa que sus habilidades y aptitudes no los lleven por ese camino.
Las matemáticas nunca fueron mi fuerte; cuando no entendía algo me pasaba horas intentando resolverlo para entender, pero en muchas ocasiones de “botepronto”, no le hallaba, a diferencia de muchos de mis compañeros.
Tenía habilidades que no tenían que ver con los números, creía que las matemáticas no eran para mí, hoy que echo un vistazo atrás me doy cuenta que esa idea con la que hemos crecido está muy fuera de la realidad.
De hecho, hoy sigo escuchando la frase “quienes estudian comunicación, es porque no quieren lidiar con números”, pese a que llevamos estadística.
Y sí, con esas cuantas clases no es que nos volviéramos eruditos en el tema de las ciencias exactas, ni nada parecido, era más, como se trata en toda nuestra vida, de tener conocimientos básicos sobre ellas.
En un contexto como el que vivimos hoy, tenemos el gran reto, entre otros muchos, de acercar a nuestros niños y niñas a las ciencias, no importa que sus habilidades y aptitudes no los lleven por ese camino.
De hecho la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en los resultados de la prueba PISA, que evalúa las competencias financieras de estudiantes, establece que el conocimiento de las ciencias y tecnologías basadas en ellas es necesario no sólo para aquellos cuya profesión depende directamente de él, sino para todo ciudadano que desea tomar decisiones informadas sobre muchos temas que se debaten actualmente.
Y lo ejemplifica muy bien al decir que la ciencia siempre está presente en nuestras vidas; está cuando se trata de llevar una dieta saludable, cuando se intenta manejar los desechos en las grandes ciudades, ponderar los costos y beneficios de los cultivos modificados genéticamente, el mitigar las consecuencias catastróficas del calentamiento mundial, y yo agregaría, en la decisión de comprar un bien duradero y sus implicaciones en nuestro bienestar.
Una de las noticias alentadoras que mostró PISA 2015 fue que muchos alumnos que presentaron la prueba expresaron un amplio interés en temas científicos, y reconocieron el importante papel que las ciencias desempeñan en su mundo, pero, aquí viene el gran pero, sólo unos cuantos participaban en actividades científicas.
Y el estudio finaliza con una misión que todos nos deberíamos proponer: ofrecer a los niños y jóvenes, a todos, más oportunidades para aprender ciencias que les ayudará a aprender a “pensar como un científico”, aptitud que se ha vuelto casi esencial en el siglo XXI, aun cuando los alumnos no elijan dedicarse a una profesión relacionada con las ciencias en el futuro.
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