La Bodega Piattelli no solo crea vinos de alta calidad, si no que también es una opción al momento de degustar cepas, realizar actividades al aire libre entre los viñedos y disfrutar de gastronomía de la zona.
En el paisaje agreste del Cafayate, en la provincia de Salta, enmarcada entre los cielos de azul límpido y la sutileza de los tonos de sus cerros, se yergue la Bodega Piattelli, donde es posible realizar caminatas y cabalgatas en medio de los viñedos, entre otras variadas actividades turísticas.
Allí se cultivan uvas cuidadosamente seleccionadas que luego, al ser combinadas por los "wine maker" Valeria Antolin y Roberto de la Mota, crean vinos de alta calidad en barricas de madera de roble.
Entre las cepas más significativas de esta bodega se encuentran el Tannat, con sus destacadas frutas negras, un Cabernet Souvignon que este año presenta típicas notas a pimientos rojos, un aromático Torrontés y la intensidad de frutos rojos y florales del Marbec.
De esta manera, la bodega diseña sus propios blends gracias a los ensayos de los enólogos encargados y ha logrado, a partir de los mejores vinos, lo que llaman su “vino icono”, el Trinitá, resultado de los mejores vinos elaborados con las mejores uvas y ensamblados para llegar a esa combinación.
La bodega ofrece una suma de actividades y excursiones por su predio que hacen del paseo una experiencia que va más allá de las ya interesantes degustaciones de sus vinos. Entre las actividades que propone, una de las más interesantes es la caminata a lo largo de sus viñedos por donde el visitante podrá conocer las diferentes parcelas de sus vides.
El paseo atraviesa hectáreas de flora autóctona conservada en el lugar, como también los parrales, una de las formas de cultivo más típicas de la zona -donde se divisan los techos verdes de las parras-, así como sectores en que las uvas crecen gracias a la conducción por espaldero, más propia de zonas cordilleranas.
También puede hacerse el recorrido por los viñedos en bicicleta, que parte desde la finca y finaliza en la bodega donde se podrá realizar un recorrido por sus instalaciones. Entre las actividades al aire libre, se encuentra la posibilidad de realizar una cabalgata entre las hileras de viñedos de la finca El Chasqui que junto a un guía especializado, se podrán recorrer entre cardones el lugar donde nacen las uvas. La cabalgata finaliza con una copa de vino y una tabla de quesos y fiambres en la terraza de la finca desde donde se puede apreciar, a los 1700 metros de altura, toda la planicie del pueblo de Cafayate.
Más relajado e informal, se ofrece la posibilidad de realizar un pic nic que consta de una canasta con variedades de sándwiches, una tabla de quesos, frutos secos, algo dulce y una botella de vino premium a elección.
Puertas adentro también se pueden tomar clases de cocina de la mano de un chef y su equipo que impartirá una clase práctica con posterior degustación, y donde se harán las típicas empanadas salteñas, se usará el horno de barro y se conocerá la historia de la cocina del norte de la Argentina.
La Bodega es además un paseo en sí mismo, ya que en su interior pueden apreciarse partes de estructuras precolombinas, tales como los morteros indígenas que datan de más de 11.000 años de antigüedad. Varios de esos morteros, cuyos hoyos causados por la erosión del agua en las pierdas fueron utilizados para moler maíz, pueden encontrarse tanto en las cavas como en los jardines y viñedos de la finca.
También, en el interior de la bodega se pueden apreciar las obras del artista plástico Mario Sanzano, naturalista cordobés que logró plasmar sobre el lienzo los paisajes del Cafayate. En sus pinturas, Sanzano creó con óleo y espátula -no pincel- la estética lugareña con las tonalidades naranjas de la piedra, las sombras azules, la vegetación verde y las laderas coloradas. La finca en la que está emplazada la bodega está rodeada por una inigualable geografía que se combina con la cuidadosa mano del hombre y sus viñedos, lo que la convierte en un paseo obligado para todo aquel que recorra el Cafayate.