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Libro clubes, la subsistencia literaria en el DF
Sábado, Agosto 2, 2014 - 13:43

Los responsables de los espacios de lectura que aún existen en la capital mexicana fueron convocados para reflexionar en torno a cómo reimpulsar el programa estatal, que hoy existe sólo gracias al tesón de cada grupo.

He aquí una historia de subsistencia cultural. La zona de Reforma Política,ubicada en la delegación de Iztapalapa, siempre ha sido marginal, nunca existieron bibliotecas ni librerías.

Antonia del Carmen Hernández escuchó una vez, hace 16 años, de un proyecto impulsado por el gobierno de la Ciudad de México que prometía apoyo para iniciar un espacio de promoción de la lectura entre la comunidad.

Ella, junto con sus hermanas, eran amantes de la literatura y vieron la oportunidad de acercar los libros a los niños de su sector; no necesitaban nada más que un espacio donde reunirse regularmente y para eso ocuparon el patio de su casa.

El capital semilla para iniciar un nuevo Libro Club llegó y pusieron manos a la obra: llegaron a tener más de 200 socios, principalmente menores, con los que se reunían regularmente para leer en grupo y a los que ofrecían diferentes talleres.  

El Libro Club de Antonia llegó a formar parte de un exitoso proyecto que en su mejor momento contó con mil 200 diferentes espacios de promoción de lectura distribuidos en toda la Ciudad de México.

Sin embargo, el programa que había sido impulsado por el primer encargado de la cultura en la ciudad (entonces denominado instituto), el poeta Alejandro Aura, se fue a pique.

Las capacitaciones que recibían los promotores dejaron de darse y los capitales (o acervos) poco a poco se fueron haciendo viejos sin que la institución pusiera interés.

No obstante, el Libro Club pudo seguir existiendo gracias al interés de sus miembros, quienes donaron muchos más libros y le dieron un lugar específico en la colonia que hoy se ha convertido en una pequeña casa de cultura.

Como el espacio de Iztapalapa, el Libro Club del Centro Cultural Ollin Yoliztli, que dirige Fernando Osorio Cruces, también subsistió pese al abandono gubernamental.

Hoy tiene 550 socios, de los cuales unos 300 son activos. “En cuatro años y medio he notado que las tertulias literarias han disminuido de afluencia, posiblemente se deba a que surtían acervos a todos los Libro Clubes y dejaron de hacerlo”, piensa.

Pero la subsistencia, agrega, “también tiene que ver con el interés que muestre uno, en nuestro caso ha sido exitoso, porque recibimos donaciones de particulares y eso es lo que nos permite ofrecer una mayor oferta a nuestros lectores”.

De los más de mil Libro Clubes que había en la ciudad, sólo subsisten 381 que perduraron por el esfuerzo particular de promover la lectura antes que el interés institucional de sostener un proyecto.

Déborah Chenillo, coordinadora de Vinculación Cultural Comunitaria de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, admite el rezago en el que se encuentra el programa: “los Libro Clubes han sobrevivido y han seguido activos incluso a pesar de las instituciones, a mí me parece que son un ejemplo de cómo un proyecto es adoptado por la ciudadanía”.

Después de más de dos años de no reunirse, los responsables de los Libro Clubes que aún subsisten fueron convocados para reflexionar en torno a la situación del programa y las posibilidades de volverlo a impulsar.

“Evidentemente tenemos que volver a potenciar los ya existentes, porque hay un grave problema de acervos y hay un grave problema en el sentido de que la institución se ha desvinculado de la capacitación y para eso es esta reunión”, agrega Chenillo.

La funcionaria afirma que la institución está realmente interesada en rescatar el programa. A finales de este mes, asegura, se llevará a cabo un diplomado de capacitación que será impartido a los cincuenta fundadores de Libro Clubes más antiguos, después serán otros 50 y así continuarán hasta instruir a los casi 400 que aún subsisten.

Sobre la actualización de los acervos, agrega, “estamos haciendo un esfuerzo para dotarlas de acervos actualizados, algunos han estado recibiendo pero muy a cuentagotas pero hay que hacer una entrega importante”, dice.

Para esa “entrega importante”, sin embargo, aún no se tiene fecha, tampoco el secretario de Cultura, Eduardo Vázquez Martín ofreció nada en concreto.

Durante la inauguración de la reunión titulada “Reflexión y diálogo” recordó que el proyecto nació gracias al impulso de Aura (a quien reconoce como su gran maestro) y del antropólogo Víctor Meza.

“Resistencia —dijo— es una palabra muy justa para el programa, después tuvieron una gran mortalidad que es muy trágica. Esta es una nueva oportunidad”, apuntó.

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