Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
México está ante la gran oportunidad de asumir un liderazgo importante en materia de combate contra el cáncer en América Latina.
Hay señales claras de que los planetas se están alineando para que así sea.
Por lo pronto es el primer país que está en vías de conformar su Programa Integral de Prevención y Control del Cáncer y sea la primera referencia para vislumbrar una estrategia a nivel regional.
Primero, en abril pasado el Senado de la República Mexicana aprobó por unanimidad el Registro Nacional de Cáncer, lo que conformará una base estadística con cifras fehacientes sobre los tipos de cáncer en México y su comportamiento. Implícitamente éste servirá de ejemplo para otras enfermedades que vienen buscando desde hace muchos años el modo de generar un registro, como es el caso de la insuficiencia renal.
Adicionalmente, fue en México donde el mes pasado se celebró la Cumbre Mundial de Líderes contra el Cáncer, que por primera vez fue desarrollado en un país latinoamericano y el cual fue culminado con gran éxito y reconocimiento de muchos lados.
Fue justo en la inauguración de esta Cumbre que el presidente Enrique Peña Nieto hizo un abierto compromiso de que antes de que termine su gobierno -es decir, no deberá pasar del 2018- se definirá el plan que debe llevar a un nuevo modelo de atención integral del cáncer.
Es algo muy relevante porque si todo va bien ello deberá implicar que por primera vez se unifiquen criterios, formas de manejo y presupuestos contra un padecimiento específico.
Y deberá implicar también que las distintas instituciones de nuestro fragmentado sistema de salud –léase IMSS, ISSSTE, Seguro Popular, Pemex, Sedena y los 32 sistemas estatales de salud- se alineen con el programa nacional contra el cáncer. Nada de que cada quien va por su lado y hace lo que quiere o incluso que ni siquiera quiere compartir sus cifras. De igual manera se incorporará el trabajo de las cada vez más empoderadas y estructuradas organizaciones de la sociedad civil.
Por donde se le vea es una buena noticia y el hecho de que en Los Pinos ya se nombró a la cabeza de este Programa Nacional contra el Cáncer habla de que va caminando ágilmente y de que sí hay un firme respaldo presidencial.
El coordinador de dicho programa será el doctor Alejandro Mohar Betancourt, quien dirigió durante una década al Instituto de Cancerología (Incan), es miembro de la Junta de la UNAM y tiene un ganado prestigio internacional.
Aunque su cargo orgánicamente entrará dentro de la Red de Institutos Nacionales, el doctor Mohar no dependerá de la Secretaría de Salud que lleva el doctor José Narro ni del Incan que lleva el doctor Abelardo Meneses, quien dicho sea de paso, ha jugado un papel crucial en toda esta historia.
El coordinador del Programa Nacional contra el Cáncer rendirá cuentas directamente en Presidencia.
Matrimonio entre aseguradora y cadena de farmacias
La anunciada compra de la aseguradora Aetna de parte de CVS Health, dueña de la principal cadena de farmacias en Estados Unidos, revela todo un acontecimiento que seguramente derivará en un profundo reacomodo de la industria de la salud en el país vecino.
Aparte de su magnitud económica -implica una transacción por US$ 69.000 millones de dólares (pocas fusiones de ese tamaño se presentan en un siglo)-, la unión de esas empresas llevará a una integración de dos servicios cruciales dentro de la atención de la salud: el financiero y el de insumos. Se entiende que tendría que llevar a más eficiencia y por tanto a una reducción de costos de los servicios médicos. O sea, algo positivo. Todo está en que el matrimonio sea aprobado por los reguladores antimonopolio.