Se trata de una farmacéutica estatal, por lo que se basa en la idea de considerar el medicamento como un bien social.
Télam. Considerar al medicamento como un bien social, asegurar su acceso gratuito y con ello contribuir a garantizar el derecho a la salud es la filosofía del Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) de Santa Fé, que desde 1947 provee de medicinas al sistema público del estado y en los últimos años extendió su accionar al ámbito de la nación a través del programa Remediar y el Instituto Nacional del Cáncer.
El farmacéutico Guillermo Cleti, uno de los directores del LIF, explicó a Télam que a diferencia de lo que ocurre con los laboratorios privados, "la filosofía del LIF, y lo que lo ha sostenido a lo largo de casi 70 años, es considerar al medicamento como un bien social, asegurar un derecho a través de su provisión en forma gratuita y, así, garantizar el derecho a la salud".
Cleti consideró que este modo de ver la gestión de los medicamentos en el LIF "atravesó décadas, gobiernos de distinto signo político que, incluso, no se modificó con gobiernos de facto. En ese sentido, Santa Fe mantuvo una coherencia en esto de tomar al medicamento como una herramienta gratuita al servicio del sistema de atención primaria de la salud".
Las actividades del laboratorio santafesino llegaron a otros puntos del país gracias a su producción para el Programa Remediar y para otros organismos nacionales como el Instituto Nacional del Cáncer (INC), al cual el LIF proveyó -desde 2014- más de un millón de comprimidos de opioides para paliar el dolor de pacientes con enfermedades terminales o críticas.
"En este caso producimos dos rubros: metadona y morfina, que se utilizan en tratamiento del dolor en el marco de un proyecto piloto del INC. Fue un proyecto de integración de dos jurisdicciones que llegaron con medicación a pacientes con prevalencia del cáncer", añadió Cleti.
Además, adelantó que "se está hablando con el INC para la instrumentación de un segundo programa en el que se incorporarán otros medicamentos".
El LIF inició sus actividades en 1947 debido a la necesidad de contar con un establecimiento provincial que elabore medicamentos para proveer a las farmacias hospitalarias creadas por el gobierno nacional a través de la Secretaría de Salud Pública, a cargo de Ramón Carrillo.
En 1987 fue creado oficialmente, a través de una ley provincial, bajo el nombre Laboratorio Productor de Fármacos Medicinales, y dos años más tarde recibió el rango de Dirección General de Producción de Fármacos Medicinales, pasando a tener una planta propia de personal. Recién en 1999 una nueva ley autorizó al Poder Ejecutivo a transformarlo en una Sociedad del Estado.
Pero el gran salto para el laboratorio se dio en 2008 con la creación del Programa Nacional para la Producción Pública de Medicamentos, Vacunas y Productos Médicos, que le permitió al LIF ser el primer laboratorio público en proveer a la Nación, abasteciendo al Programa REMEDIAR.
En ese momento producía el antibiótico betalactámico Cefalexina 500 mg. en comprimidos, al que se añadió el antidiabético Glibenclamida 5 mg. y otro antibiótico betalactámico como la Amoxicilina 500 mg., ambos en comprimidos.
Uno de los objetivos de la actual gestión es potenciar su producción y ser una variante en la solución de las distintas problemáticas que puedan surgir en la Salud Pública provincial.
En ese sentido, a través del LIF Santa Fe es la única provincia en camino a poseer anticonceptivos producidos por el Estado para su entrega gratuita en hospitales y para afiliados de la obra social local.
Durante la gestión del gobernador Antonio Bonfatti, su ministro de Salud, Miguel Cappiello, acordó con el LIF la producción de comprimidos de sildenafil, popularmente conocido como Viagra, utilizado para la disfunción eréctil.
Cleti recordó que Cappiello, como médico especialista en vías urinarias y disfunción eréctil, intentó "generar un uso racional del medicamento en el sistema público, que lo utilice sólo quien lo necesita y a través de su entrega controlada obtener estadísticas".
Lo cierto es que el medicamento "no tuvo gran aceptación", ya que no fueron demasiados los pacientes que lo solicitaron en el sistema público y sólo se fabricaron 200.000 comprimidos.
"Quizás no se logró la confianza entre médico y paciente para su prescripción y, bajo la confidencialidad, darle una continuidad al programa para reunir estadísticas confiables. Pero esa iniciativa sirvió para poner el tema en la agenda pública y evitar malos usos, como por ejemplo el de los jóvenes que no lo necesitan", completó Cleti.