Stéphane Garelli es profesor del IMD y director del Centro de competencia mundial de la misma escuela.
Raymond Barre, antiguo primer ministro francés y autor de numerosos libros de texto sobre economía una vez me dijo: “Una de las pocas cosas que sabemos sobre economía es que tiene ciclos; el problema es que no sabemos cuándo empiezan, cuánto duran y por qué terminan”.
El estigma de la economía moderna es que aún no sabemos cómo evitar las recesiones y el desempleo. Ésta es mi quinta recesión. Algunas de las repercusiones que he visto ya las esperaba mientras que otras son totalmente nuevas.
Las esperadas
Una recesión es una experiencia costosa. El Banco Central Europeo estima que la cantidad total de dinero empleado en la recapitalización, garantías, activos tóxicos, etc. –en ambos lados del Atlántico– fue del 27% del PIB: ¡en total, una descomunal cifra de US$ 7.200 millones!
Los déficits presupuestarios exceden el 11% del PIB en Estados Unidos y el 6% en Europa. La deuda total de las naciones del G20 alcanzará el 106% de su PIB este año.
¿Tuvimos alguna opción? ¡Probablemente no! El mercado sólo sabe del “dinero a lo grande” e igual que un juego de póker, sólo respeta a un jugador listo a colocar una cantidad fuerte e ilimitada de dinero en la mesa.
Las recesiones ocurren en intervalos regulares. En Estados Unidos ha habido 32 recesiones desde 1854. Mundialmente, las cuatro recesiones más recientes fueron en julio de 1981, julio de 1990, marzo de 2001 y diciembre de 2007. Si el mismo patrón se repite, la próxima recesión será posiblemente dentro de 9 ó 10 años.
Es dudoso que muchos gobiernos tengan tiempo para restablecer las finanzas públicas antes de encarar a la próxima “gran recesión”. Además, la deuda “real” de los países es más grande de lo que se reporta. La deuda pública nacional de los Estados Unidos supera los US$ 12 billones. Sin embargo, si incluimos la deuda local más Medicare y el seguro social, se dispara a más de US$ 105 billones. En las economías más avanzadas, el nivel real de deuda es de 3 a 5 veces su PIB.
Unidos entramos, desunidos emergemos. El crecimiento produce una enorme sincronización en las economías: las naciones caen en la recesión más o menos al mismo tiempo.
En contraste, las recesiones generan desincronización: todos escapan del enorme hoyo negro a diferentes velocidades. La recuperación de Europa es relativamente plana, con un crecimiento aproximado del 0,5%; Estados Unidos se recupera más rápido por arriba del 2%; se espera que Brasil y Rusia alcancen el 6% y una parte significativa de Asia crecerá a tasas por encima del 8%. Incluso entre algunas regiones, las diferencias pueden ser significativas: en Europa, Alemania puede crecer al 3%, rebasando a otras grandes economías europeas.
Los países que ahora muestran superávits constantes en sus balanzas de cuenta corriente se levantarán más rápido, beneficiándose por un influjo regular de ingresos frescos provenientes del exterior.
Finalmente, cada recesión viene acompañada de una recuperación con desempleo. El desempleo sigue siendo elevado en los Estados Unidos con una tasa del 9,5% y en Europa está cerca del 9%. El desempleo en los jóvenes es particularmente preocupante: 18% en Estados Unidos, 20% en Europa y un alarmante 42% en España.
Una recuperación con desempleo con duración de un año es la norma. Las compañías sólo empiezan a recontratar cuando están convencidas de que la recuperación es real. La experiencia también muestra que incluso las empresas que sortearon relativamente bien la recesión también tienden a cortar plazas o las reducen a medio tiempo para aumentar la productividad.
Algunas sorpresas
También se han presentado repercusiones inesperadas.
Primero, el efecto bumerán se rompió. Durante años, los gobiernos de los Estados Unidos y Europa han vivido a expensas de otros. Ambas regiones tienen déficits en su cuenta corriente y presupuesto sin sufrir realmente las consecuencias.
El dinero acumulado por las economías emergentes siempre puede regresar a “casa”, reinvertida en bonos del gobierno o en bienes raíces. Esto por una falta de estabilidad política y de oportunidades estables de inversiones en las economías emergentes.
Sin notarlo, las naciones industriales han expandido su deuda pública a niveles peligrosos. Hoy en día, una porción significativa de esta deuda proviene de las economías emergentes. China posee US$ 877.000 millones y € 520.000 millones en bonos gubernamentales estadounidenses y europeos, respectivamente. ¡Pero ahora, el dinero se invierte en “otro lugar”!
El dinero tampoco está donde solía estarlo. Las economías emergentes están acumulando fondos a una velocidad impresionante – más de US$ 9.000 millones– con China ostentando US$ 2.500 millones en tipo de cambio extranjero. Los fondos soberanos, que se han convertido en los nuevos banqueros de inversión global de las economías emergentes, manejan más de US $ 3.800 millones.
Esta enorme cantidad de dinero atrae a los gobiernos endeudados como Grecia, así como a empresas privadas. En algún momento, las economías emergentes mostraron algún interés en invertir en naciones industrializadas o en comprar compañías occidentales. Sin embargo, ahora, tienen nuevas alternativas disponibles.
Finalmente, vemos el surgimiento de un "Bloque Sur-Sur". Por primera vez, un cada vez más autosuficiente “Bloque Sur”, trazando una diagonal entre México y Moscú, está creando su propio momento. A pesar de las disparidades, estas economías pueden depender de una clase media emergente, extensa materia prima, tecnología de origen interno y dinero.
Dan crecimiento a una impresionante cantidad de marcas internacionales de bancos e industria. Haier de China, prácticamente desconocida hasta hace una década, recientemente se ha convertido en la empresa más grande de electrodomésticos en el mundo.
Muchas compañías también disfrutan del apoyo activo de sus gobiernos. 21 de las 22 empresas más grandes de China están subsidiadas por el gobierno. Estas compañías también desarrollan un nuevo modelo de negocios para el “pobre emergente”, una población que escapa de la pobreza absoluta pero que aún no alcanza el estatus de clase media.
Microfinanzas, transacciones por medio de teléfono celular, autos baratos u ordenadores son sólo algunos ejemplos.
Las consecuencias
Al final, la siguiente recesión será el momento de la verdad para las economías avanzadas y los negocios y gobiernos deben de estar listos para ella.
Una población que aumenta su edad poco a poco y que está acostumbrada a un estándar de vida cada vez más subsidiado por la ayuda estatal y los préstamos públicos del exterior podría enfrentar una cruda realidad al reducirse sus estándares de vida.
¿Qué pasaría en términos económicos, políticos y sociales si las economías emergentes deciden cerrar la llave del dinero?
Las economías avanzadas nunca habían estado tan vulnerables. Se encuentran ahora bajo una necesidad extrema de conformar un nuevo y sólido modelo económico y es posible que tendrán que redescubrir lo que es la austeridad.