Socióloga atribuye esta tendencia a la curiosidad o para no ver la típica penetración del hombre, pues la idea de ser dominada no atrae del todo.
Son dos mujeres. Ambas morenas. Una le dice a la otra “Mujeres es lo que hay en el mundo”, y en una serie de acciones, entre libreteadas y azarosas, empieza una escena de porno protagonizada por María Antonia Álzate y Eva Cuervo. Mientras tanto, al otro lado de la pantalla hay alguien. La persona en cuestión se estremece: es otra mujer.
Queridos lectores, bienvenidos al universo de la mujer sexualmente activa promedio. Una consumidora de pornografía entre los 18 y los 65 años, que prefiere ver sexo entre mujeres para llegar al clímax.
De acuerdo con el artículo Mujeres buscando mujeres –de la icónica página pornográfica PornHub–, para el 2016, ‘lesbiana’ fue el término de búsqueda preferido por las mujeres en la mayoría de América del Norte y del Sur. Según el mismo estudio, es un 186% más probable que las mujeres busquen contenidos lésbicos, en comparación con los hombres.
Automáticamente suena la campana mental: ¿por qué?
Andrea García, productora de pornografía, con 13 años en la industria —y la más importante a nivel nacional—, asegura que las mujeres prefieren ver a otras mujeres porque el sexo es más puro, pero sobre todo por salir del cliché: “Lo que pasa es que el porno heterosexual se queda en lo mismo: pene, ano. Pene, boca. Pene, vagina. Todo se trata de mostrar el coito. En cambio, cuando se logra una escena entre chicas, se piensa más en los sentidos”, dice García.
Lo mismo opina María Antonia Álzate, la actriz porno de origen paisa que no solo ha protagonizado escenas lésbicas, sino decenas de categorías pornográficas que incluyen mujeres y hombres: “Las chicas van al grano. Saben dónde tocar y son más delicadas. Pero eso no significa que no me gusten los hombres", concluye la actriz.
Y es que el hecho de disfrutar una escena pornográfica entre mujeres no significa que las actrices o las espectadoras sean lesbianas necesariamente.
Soy hetero, pero me gusta el cine lésbico
Lorena Galeano, socióloga que sigue muy de cerca los temas de género y sexualidad, explica que una mujer se deleita con productos lésbicos por curiosidad o para no ver la típica penetración del hombre, pues insiste en que la idea de ser dominada no atrae del todo.
En una sociedad liderada por la testosterona, donde las mujeres tienden a ser foco sexual y de violencia, parece que ver una película de dos chicas en acción es capaz de crear una sinestesia entre los sentidos y el acto sexual. No obstante, en países tan conservadores como Colombia, el tabú por aceptar abiertamente este tipo de preferencias aún es muy fuerte.
“A las mujeres nos cuesta reconocer nuestro deseo sexual y esto tiene mucho que ver con los valores que se les han asignado a los cuerpos femeninos. Una mujer hablando de su sexualidad no siempre es interpretada de manera positiva”, dice Galeano.
Andrea García, el peso pesado de la industria, añade que la única manera de explorar nuestra sexualidad y normalizar lo que nos gusta en la intimidad es alzando la voz y dejando la mojigatería de lado. No hay de otra. Y muy a pesar de que la industria pornográfica sigue girando –en su mayoría– en torno del pene, es cierto que hay varias iniciativas de contenidos para mujeres que suavizan el panorama.
Así como las producciones heterosexuales tienen diferentes formas, tipos, tamaños, colores y olores, los videos lésbicos también. En el top de búsquedas de mujeres hetero, bisexuales y lesbianas de PornHub aparecen etiquetas como ‘tijeras’, ‘lesbiana seduce a mujer hetero’, ‘lesbianas ébano’, ‘trío de lesbianas’ y ‘tijera hardcore’. Las subcategorías menos aclamadas son ‘lesbiana babysitter’, ‘primera vez de lesbiana’ y ‘follar lesbiana’, entre otras.
María Antonia Álzate asegura que su categoría favorita son los tríos, y reconoce que hay mujeres que para ella borran a cualquier hombre. Al mismo tiempo, considera que la industria pornográfica en Colombia y en el mundo es muy moralista. O ‘doble moralista’: todos lanzan la piedra y esconden la mano, al mismo tiempo. Pero sobre todo hace hincapié en que los colombianos son muy asolapados.
De un lado las cifras indican que las mujeres preferimos el porno lésbico, pero, de otro, seguimos negándolo. Lo cierto es que las cartas están echadas y, ya entrados en gastos, lo mejor que podemos hacer es hablar con claridad y dejar de actuar como si el sexo y la masturbación fueran pecados. Hay que dejar de anular estos temas que hemos callado las mujeres generación tras generación.