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Locos por el vintage: el atractivo de lo retro
Viernes, Agosto 14, 2015 - 16:09

Hoy están de vuelta consolas de juego como el "Pong", formatos musicales como el caset o dibujos animados como Mazinger Z. El pasado nutre vitalmente los días actuales.

La palabra en sí misma ya guarda una complejidad: parece francesa, pero es inglesa. Aunque en rigor su origen es latino. No se pronuncia "vintach", como es el uso común, sino que "vintich".

Conceptualmente hace referencia a algo del pasado que se aprecia en el presente. Comúnmente eso se llamaba "retro", pero el aire intelectual que esconde parece ser una de las principales razones por las que ha ganado adeptos.

Literalmente significa "cosecha", aunque etimológicamente hace referencia a algo añejo, clásico o de época en su sentido como adjetivo, que es el que más se ajusta al uso que ha adquirido como idea.

Vintage hace referencia a lo que el periodista británico Simon Reynolds describe como "obsesión por los artefactos culturales del pasado inmediato". En su libro "Retromanía: La adicción del pop a su propio pasado", el analista subraya que "vivimos en una era en la que la cultura pop enloquece por lo retro y la conmemoración".

Pero para ser justos, el espejo retrovisor ha sido siempre una práctica común en la historia, aún en los tiempos en que este artefacto no existía. Porque en ese hecho de mirar hacia atrás, con un afán de referencia para seguir mirando hacia adelante, puede que esté el verdadero secreto de la evolución.

En el Renacimiento lo vintage fue toda la cultura griega, tal como para los "futuristas" cultores del post-punk británico de los años 2000 escuchaban con fanatismo a los sesenteros David Bowie o The Velvet Underground.

"Si bien no conozco ninguna cultura que no haya desarrollado una relación intensa con su pasado, la pregunta concreta para hoy es de qué forma esta relación potencia hacia adelante estos enclaves antiguos", anota el investigador europeo Christian Thorne.

En su ensayo "La energía revolucionaria de lo anticuado" indica que "lo realmente curioso de lo que ocurre actualmente es la cantidad de revivalismos que coexisten y compiten entre sí; es como tener un perchero de proyectos abandonados de la historia como estilos opcionales", dice.

Y claro, basta un paseo por internet para entender cómo el pasado cultural está vitalmente disponible en dispositivos digitales hoy en día.

El auge de la estética vintage se ha visto acrecentado, principalmente, por íconos de la moda como Dita Von Teese que viste casi exclusivamente con prendas de segunda mano, además de peinarse y maquillarse según varias épocas. Las casas de moda están permanentemente jugando con ideas que recogen la dinámica vintage.

Eso aunque -en rigor- la mirada vintage es una manifestación de la cultura posmoderna: producto de la pérdida de fe en el progreso y el desencanto del motor de la innovación propia de la modernidad, en vez de mirar al futuro, se recurre con nostalgia a elementos de eras pasadas.

Hoy están de vuelta también consolas de juego como el "Pong", formatos musicales como el caset, dibujos animados como Mazinger Z, estilos de vestido y peinados, por sólo citar algunos aspectos en donde la locura por el vintage da muestras de su atractivo por lo retro.

Si los hippies fueron los promotores de la revolución de las flores, hoy son los hipster quienes encarnan el perfil vintage de las horas presentes.

Desde que en los años 40 el escritor estadounidense Jack Keruac (autor de la mítica novela "En el camino") bautizó así a quienes compartían con la generación beat la convicción por lo marginal y lo poco masivo, la cultura hipster ha evolucionado y asimilado hábitos, tendencias y hasta viejos prejuicios de las sociedades.

El movimiento hipster hoy saca de los cajones del olvido cosas que antes eran motivo de vergüenza, señal de mal gusto o de vínculo a una clase social a la que por ningún motivo se quería pertenecer: parecen vivirse instantes de hispsterización de la cultura popular.

En principio, lo hipster se caracteriza por una sensibilidad variada, alejada de las corrientes culturales predominantes (lo que aquellos más ideologizados llaman "mainstream") y afín a estilos de vida alternativos. El interés por los medios de comunicación incluiría películas de cine independiente y medios de comunicación de nicho.

Todo ello en la era de la tecnología, por lo que la dinámica vintage en la que se basa la mirada hipster usa como principal plataforma la más actualizada de las tecnologías. O sea, hablando en términos posmodernista, un pastiche puro y total.

Lo claro es que lo vintage vende y gana adeptos. Lo apropiado desde el punto de vista estético es saber mezclar. De hecho, tanto para comer como para beber hoy la clave pasa por una idea parecida: el maridaje correcto.

Lo vintage tiene para rato, así es que es mejor tratar de entenderlo y convivir con la idea de que para seguir caminando, no hay que olvidarse de chequear el retrovisor.

 

Autores

Claudio Pereda Madrid