El personaje de Raquel Riba Rossy tiene humor, crítica y feminismo, todo en un solo dibujo.
Hace cuatro años, la ilustradora española Raquel Riba Rossy creó un cómic afilado, sádico y, ante todo, feminista, que con catana en mano y sin ningún reparo despotrica del agobiante patriarcado.
1. La primera víctima de Lola Vendetta cayó, en el 2014, sobre las vías del tren. Sucedió de esa manera porque Raquel sintió asco de un señor de 90 años que le echó los perros en el metro de Barcelona, cuando ella tenía 22. “Llegué a mi casa y me desahogué dibujando a Lola Vendetta (que en ese momento no tenía nombre). La puse a empujar al viejo para que el metro se lo llevara y lo volara en mil pedazos”.
2. Un día Raquel decidió ser vegetariana, pero su compañera de apartamento no dejaba de increparla por su decisión. Cansada de su presión, sacó nuevamente el lápiz y el papel, y obligó a su amiga a que comiera carne. La carne de su propia pierna.
3. Un chico que conocía tenía una frase que a Raquel le rayaba la cabeza: "hay niñas que se merecen una ostia a tiempo”, que en ‘colombiano’ significaría un “golpe”. Lola entró en acción: le dio una ostia al tipo con un mazo medieval. Terminó con la cabeza despedazada.
Las primeras viñetas estaban llenas de violencia y sangre. Raquel dibujaba a Lola de ese modo porque en ella encontró la forma más visceral para desahogarse. Por eso le puso Vendetta—palabra en italiano que significa venganza—, justamente porque todo empezó como una venganza pura y dura a través del dibujo, su mayor talento.
No tenía intención de publicarlo, así que su cómic sangriento vivió durante mucho tiempo en carpetas que se fueron robusteciendo, hasta cuando se animó a mostrárselo a sus compañeras de piso. Las experiencias de sus primeras lectoras se convirtieron en oro puro para desatar la ira de Lola. “Éramos cinco mujeres de la misma edad, con problemáticas similares, que encontramos en este personaje el medio para expresar cosas que nos molestaban de la sociedad. Luego, mis compañeras me dijeron que debía publicarlo porque era algo con lo que muchas se iban a identificar”.
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- Mamá, cuando sea grande quiero ser la persona que hace los dibujos en los libros.
- ¿Quieres ser ilustradora?
- Eso, ilustradora.
Raquel Riba Rossy nació en Igualada, una pequeña ciudad de Catalunya, España. A los cinco años no fue sorpresa que ella quisiera dedicarse a la ilustración. Había nacido en una familia de trazos: su abuela materna era dibujante; su mamá, pintora y escultora; y su papá, arquitecto. Los primeros garabatos inundaron los espacios en blanco de sus cuadernos de religión y libros de matemáticas. Con el tiempo, y tras copiar dibujos de libros de Disney, Liniers y Mafalda, adquirió un estilo propio: “a los 18 años mi trabajo estaba enfocado a la pedagogía infantil. Quería que los niños entendieran que habían otras realidades, otras maneras de existir; proporcionar herramientas de inteligencia emocional a través de mis cuentos”. Era algo distante de lo que desarrolló luego con Lola Vendetta. Pasó de las mariposas y las hadas a cortar cabezas. “Ella era mi sombra. Todo aquello que no quería mirar. Mi yo más revolucionaria, agresiva y, a veces, resentida. Me ayudó a entender que también podía ser rebelde y que no pasaba nada por decir lo que no me gustaba del mundo. Y, para mi sorpresa, cuando decidí mostrarla, descubrí que existía una tribu de mujeres que estaban en el mismo bando”.
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Raquel confiesa que tuvo miedo la primera vez que posteó a Lola Vendetta. Pero a medida que publicaba, los seguidores de sus redes sociales comenzaron a incrementar. El boom llegó cuando subió una viñeta que decía “sexo débil los cojones”, donde salían tres mujeres desnudas: Lola menstruando, otra embarazada y una más con su recién nacido en brazos, unidos. Se hizo viral, y en este punto la popularidad del cómic la hizo reflexionar sobre el nivel de violencia de sus dibujos: “Tuve que detenerme y pensar en darle más matices a este personaje. Cuando Lola era solo para mí, la hacía muy agresiva y comencé a recibir también un feedback agresivo. Al final lo que uno siembra lo termina recogiendo. A medida que le di matices, me permití abrirme a aspectos de mi personalidad que tenía ocultos”.
Sin dejar de ser afilada, Lola Vendetta comenzó a verse al espejo para decirse cosas bonitas, a enamorarse de su cuerpo y a hacer un llamado a sus hermanas para que rompieran el silencio. Se convirtió en feminista. Hoy son más de 300.000 sus seguidoras en Instagram.
Y no tardó en saltar a los libros. El público que cosechó en redes sociales le dio el respaldo para que editoriales se interesaran. Entre ellas, Lumen, que divulga a Mafalda en España. Primero llegó Mas vale Lola que mal acompañada, luego Qué pacha mama y un tercer libro en su recta final que —según dejó saber en su cuenta de Instagram— terminará en Colombia, un país que la ha perseguido a lo largo de los años de la forma más grata. Su esposo es caleño y gran parte de sus lectoras son colombianas.
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Aunque cada vez que termina un libro Raquel queda con la sensación de que va a ser el último, difícilmente podrá separarse de su personaje. Para ella ha abierto un espacio en el mundo real donde trabaja el empoderamiento femenino desde distintos frentes. Uno de ellos es ‘reEvolución femenina’: “Nos juntamos Ana Cascales y nuestras respectivas parejas para aprovechar a las mujeres que siguen a Lola Vendetta. Abrimos un espacio en el que queremos romper el sistema de creencias que limitan nuestra sexualidad, economía, creatividad y autoestima”.
El otro frente es la música. Hasta ahora ha compuesto siete canciones y grabó una con la cantante Marta Gómez, llamada Lo innombrable, que habla de la maternidad, de la sexualidad y del infinito mundo interior que reside en las mujeres: "En mis ojos cabe todo el dolor del mundo/ En mi vientre cabe todo el amor del mundo/ De mis pechos beben todos los niños del mundo/ Todo el temor del mundo en mis manos cabe/ Mi garganta anida todos los cantos del mundo", dice al final la mamá de la desafiante Lola Vendetta.