Un impacto de US$140 millones en la economía local generan las versiones del festival de música en Chicago. La segunda fase en la historia del evento también incluye exitosas versiones en Santiago y Sao Paulo.
Más de 120 bandas que se presentarán en ocho escenarios, con una asistencia esperada de hasta 100.000 personas diarias, es el marco que se espera para los diez años que cumple el reconocido festival musical Lollapalooza en Chicago, evento que abre sus puertas este viernes.
El festival recuerda los años que cumple en su segunda fase. La primera parte se escribió entre los años 1991 y 1997. En ambas etapas, en todo caso, quien ha estado detrás es el músico Perry Farrel, vocalista y figura de la banda Jane's Addiction.
Para Farrel, Chicago ha sido la vitrina justa que permitió revivir y repotenciar la idea original del festival: ser el pulso de la movida musical, promoviendo valores como tolerancia y calidad artística.
En la primera parte, con Farrel en la organización, el festival sirvió de trampolín para variadas bandas como Red Hot Chili Peppers, Rage Against the Machine, Beastie Boys, Metallica, The Prodigy, Smashing Pumpkins y Pearl Jam, entre muchas otras.
Para la fase que se inició en Chicago, el músico de Jane's Addiction vendió la marca comercial a Capital Sports & Entertainment, entidad que ha hecho una potente labor de marketing, lo que se refleja en las positivas versiones que el festival ha abierto fuera de Estados Unidos, tanto en Santiago como en Sao Paulo.
Las nuevas versiones adhieren también a valores, como el respeto al medioambiente. A ello ha sumado nuevas herramientas de negocio, como espacios para niños y para consumo gourmet. Todo bajo condiciones sustentables, tanto económicas como ecológicas.
Para sus diez años en Chicago, en el Grant Park junto al lago, el evento contempla una lista que incluye a grupos como Eminem, Outkast y Kings Of Leon.
Las autoridades municipales de la ciudad estadounidense dicen que permitir que Lollapalooza usara el parque local fue una decisión sabia, tanto financiera como culturalmente. Según oficiales de turismo, el año pasado el festival tuvo un impacto de US$140 millones en la economía de la ciudad.