Más de 200 modelos, muebles, sombreros, zapatos y joyas forman parte de la muestra que se ubica en pleno centro histórico de la Ciudad de la Luz.
Hace unos sesenta años un joven diseñador juntaba talento al amparo de la casa Dior, en donde se desmpeñó como jefe del atelier. Era Pierre Cardin. Autodeclarado como un "self-made man", su imperio actual no sólo se basa en permanentes éxitos en la moda internacional, sino que también abarca perfumes y hotelería.
Los deseos de compartir con el mundo sus principales hitos de diseño, hicieron que Cardin le pidiera a una fiel colaboradora -Renée Taponier- que armara un museo. Se hizo en una zona apartada del centro parisino (Saint-Ouen), lo que no fue bien evaluado luego de un tiempo.
Por ello, decidieron trasladarse al corazón de París. Y la decisión fue totalmente acertada. Taponier subaraya que a Cardin todo le interesa, "no sólo las materias que sirven para la moda", anota.
Pierre Cardin quiere dejar al mundo el legado de un modisto que comenzó de cero. "Tuve la suerte de realizar todo lo que deseaba sin necesitar un banquero, una autoridad, fui un hombre libre desde los veinte años", dice el destacado creador quien siendo un veinteañero decidió trasldarse a Francia desde su Italia natal.
Visionario y mecenas, dirige un imperio mundial que incluye restaurantes, pasando por perfumes y hotelería, que -en todo caso- desde el año 2011 intenta vender. El mismo lo estimó en mil millones de euros.
Más de 200 modelos, muebles, sombreros, zapatos y joyas forman parte d ela muestra que se ubica en una antigua fábrica de corbatas en el Marais, un barrio de París, organizada en tres niveles, ubicado en pleno centro histórico de la Ciudad de la Luz.
"Son los jóvenes los que hacen la moda, no los viejos. Yo formo parte de los viejos, aunque sigo siendo joven", ha dicho recientemente el destacado diseñador. Por eso, sólo de vez en cuando organiza eventos de ese tipo. Hoy con su museo busca decir "esto hice, esto soy".
Y es que a los 92 años, Pierre Cardin quiere no ser olvidado. Su vida como diseñador independiente siempre fue nadar contra la corriente, aunque después las corrientes lo siguiera a él.
Fue el primer diseñador en exportar a Japón un mercado de "alta costura" en 1959. Y en los sesenta fue el primer alto couturier (costurero) en realizar el lanzamiento de una colección prêt-à-porter (listo para ponerse), para grandes almacenes: algo totalmente "inapropiado" para la época.
