Por Paula Molinari, fundadora y presidente de Whalecom.
El futuro del trabajo y la necesidad de cambiar el mindset de los que toman decisiones son temas en los cuales venimos trabajando desde hace años, en tanto que las empresas fueron reconociendo cada vez más su creciente importancia. La llegada del COVID-19 y de las medidas de aislamiento que se tomaron prácticamente en todo el mundo precipitaron este proceso. Así, los cambios que esperábamos que se dieran paulatinamente se decantaron en pocas semanas.
El hecho es que, con COVID o sin este, estamos asistiendo a un nuevo paradigma. Y aquellas organizaciones que no logren adaptarse corren el riesgo de desaparecer en el corto plazo. Porque esta nueva era requiere de nuevas capacidades por parte de sus miembros y nuevos tipos de liderazgo, con un sistema de ideas reseteado. No existe la transformación a nivel organizacional sin que cambien las personas que integran esas organizaciones.
¿Pero quiénes toman las decisiones en este nuevo paradigma organizacional? Es justamente este el primer punto para pensar el fin de un tipo de organización que operaba por la dirección y control, donde las decisiones estaban centralizadas, eran verticales, y todo el ecosistema se regulaba por castas diferenciadas, comportamiento de silos, a veces con intereses opuestos, con una frontera muy clara entre el adentro y el afuera, donde el afuera son los otros.
Lo que se pone en jaque con la llegada del nuevo paradigma es esta verticalidad. No hay agilidad si no pensamos en empoderar a cada uno de los eslabones de la cadena de valor. Todos estos cambios conllevan a una transformación sin precedentes que, si bien llega de la mano del cambio tecnológico, va mucho más allá.
¿Qué es lo que cambia?
En lo que respecta al mundo del trabajo, lo que más cambió en los últimos 20 años es lo que quiere la gente. La tendencia macro bienestar no va a dejar de crecer, y viene acompañada por una profundización de la globalización y un contexto interconectado.
Es en este escenario de cambios latentes, de avances y resistencias, es que llega el COVID y lo que se venía dando de manera paulatina se acelera. La pandemia terminó de demostrar que se puede operar de otra forma y en un lapso muy breve cambiaron cosas que venían frenadas hacía rato. Algunas de gran impacto como la autonomía y el home office, y otras simples como por ejemplo las recetas médicas electrónicas. Muchos de estos cambios a los que estuvimos asistiendo van a permanecer.
El peligro es actuar con la lógica del pasado que no funciona más. No se puede jugar un juego nuevo con reglas viejas, y el mundo previsible que teníamos antes no va a volver. Todo es incierto y volátil.
Es importante que pensemos al management como un sistema de creencias, un modelo mental que se traduce en una forma de hacer las cosas, y las organizaciones son una expresión de nuestra forma de entender el mundo. Se trata de un sistema operativo del que no somos conscientes, y es por eso que el cambio es tan complejo.
No serán años fáciles. Vamos a tener que tomar decisiones importantes pero, tal como sostiene Frederic Laloux, la humanidad evoluciona por etapas, dando saltos repentinos, y cada transición en el estado de conciencia implica una nueva era en la historia.