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Los desafíos que implica un niño o una niña transgénero
Martes, Mayo 19, 2015 - 13:17

El trastorno de identidad de género debe ser abordado por un equipo multidisciplinario de salud, capaz de diagnosticar, orientar, contener y actuar a nivel familiar.

Estudios internacionales señalan que una de cada 30.000 personas presenta confusión en la determinación de su género. Cuando es un niño o niña quien experimenta este problema, la situación se complejiza aún más de lo que de por sí el hecho significa.

El concepto general de una confusión profunda es la insistencia en que su género no coincide con su cuerpo, aspecto que genera desconcierto en familiares, quienes la mayoría de las veces enfrentan experiencias de aislamiento al intentar decidir qué es lo mejor para los menores, especialmente se trata de cuestiones mal vistas por prejuicios preestablecidos.

“Que a un niño le guste jugar con muñecas o que a una niña le guste jugar con autitos no significa necesariamente que estemos frente a un niño transgénero”, explica la psicóloga chilena Verónica Navarrete, coordinadora académica de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.

Por eso es complejo para los padres interpretar cuáles son las señales que dan los niños en las que sí se deberían detener con atención.

“La identidad de género se relaciona con la sensación interna de ser hombre o mujer y comunicar su identidad a través de su ropa, manera de actuar, gustos que representan su expresión de género. Cuando el niño o niña plantea insistentemente que su género no coincide con su cuerpo, es momento de atender esos mensajes”, indica la especialista infanto juvenil.

La profesora de pediatría clínica en la Universidad del Sur de California, Joanna Olson, explica que frecuentemente se confunde la identidad de género con la orientación sexual; la diferencia es que la primera se refiere a lo que se es y la segunda a con quién se quiere tener una relación.

En ese sentido, los mensajes sobre la orientación se presentan a muy temprana edad. La experta chilena señala que “un infante comienza a mostrar señales desde muy pequeño, alrededor de los tres años, en los que se aprecia una discordancia entre su identidad de género y su sexo biológico, tales como la preferencia por las cosas y objetos del sexo opuesto, y la referencia de sí mismo con la connotación del otro sexo”, precisa.

Olson, en tanto, comenta que los niños transgénero experimentan una desconexión entre su sexo, su anatomía y su identidad, lo que incluye conductas, roles y actividades.

Verónica Navarrete agrega que al presentarse este cuadro es importante que los padres consulten lo antes posible a un equipo en salud mental especializado en el tema. “Ello porque  mientras antes se haga, se puede evitar que aparezcan en el menor sentimientos depresivos, de angustia y estrés ante su confusión de ser niño o niña”, acota.

La docente de la Universidad del Pacífico aconseja que el tema del trastorno de identidad de género sea abordado por un equipo multidisciplinario de salud, capaz de diagnosticar, orientar, contener y entregar los lineamientos de intervención, tanto a nivel del niño o niña como con su familia.

“Un equipo que explique y sea capaz de romper una serie de mitos en torno a la confusión entre la identidad de género y orientación sexual”, plantea.

Para el diagnóstico, la psicóloga dice que es importante la historia clínica orientada al desarrollo de la identidad de género y desarrollo psicosexual, que incluya la orientación sexual y aspectos de la vida cotidiana.

“También la evaluación de tipo ginecológico, andrológico, urológico y endocrinológico. Sumado a esto, una evaluación del área de la salud mental, desde lo psiquiátrico y psicológico, personalidad, imagen corporal, entre otros aspectos relevantes”, finaliza la experta. 

 

(Fotos interiores Ovejarosa.com)

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