Los restantes planetas del Sistema Solar y sus satélites no están exentos de estos devastadores fenómenos.
Para que aparezca un huracán son necesarios los movimientos verticales y horizontales. Además del agua, también pueden crearse con otros fluidos. Así lo explica el profesor Ralf Jaumann, jefe del departamento de Geología Planetaria del Instituto de Investigación Planetaria del Centro Aeroespacial Alemán (DLR) de Berlín.
- ¿Hay un planeta en algún lugar del universo que tenga agua pero donde no haya huracanes? ¿Sería posible?
- Hasta ahora, no sabemos de ningún planeta que tenga agua líquida en la superficie aparte de la Tierra. Y la Tierra tiene huracanes. El agua en estado líquido que hay en la superficie sirve para amortiguar el calor, y la atmósfera y la radiación solar provocan turbulencias. Por lo tanto, si en un planeta hay agua en estado líquido en la superficie, por lo menos debería tener tormentas eléctricas.
- Si hay agua pero el planeta no gira, ¿qué sucedería cuando nacen los huracanes si falta la rotación del planeta?
- Un huracán necesita rotación y diferencias de temperatura. Necesita movimiento horizontal y otro vertical. El aire caliente sube y el aire frío baja, y luego también es necesaria la rotación. El planeta tiene que girar, por lo menos un poco, aunque eso no está completamente claro. También hay planetas, como Venus, que no giran muy rápido pero tienen nubes y fenómenos meteorológicos. Es decir, hay dos factores. Por una parte la rotación del planeta, que hace que las masas de aire se muevan horizontalmente, y por otra las diferencias de temperaturas, responsables del movimiento vertical. En Venus se pueden observar muchas turbulencias en la atmósfera que son similares a un huracán.
- Júpiter tiene un huracán permanente. ¿Por qué nunca deja de girar ese huracán? ¿Qué tiene dentro?
- El eje de rotación de Júpiter es vertical a la eclíptica. Eso quiere decir que la radiación solar siempre actúa bajo las mismas condiciones. No hay estaciones. Además, Júpiter gira muy rápido y allí el día solo tiene diez horas. También tiene gran cantidad de sistemas de vientos verticales. Las masas de aire caliente llegan desde el interior y, al enfriarse, vuelven a caer de nuevo hacia el interior. Las grandes tormentas son generalmente provocadas por estos sistemas de viento vertical.
- ¿Qué tendría que cambiar en la Tierra para que hubiese huracanes permanentes?
- La Tierra es más pequeña que Júpiter, no gira tan rápido y tiene diferentes estaciones. Por eso, en comparación con Júpiter, en la Tierra hay un intercambio de masas de aire más activo entre los polos y el Ecuador. En Júpiter la dinámica del aire va por zonas: de este a oeste, del oeste al este. En la Tierra va de sur a norte y de norte a sur.
- Entonces, ¿si la Tierra tuviera un eje directamente en línea con la órbita habría huracanes permanentes?
- Podría suceder, sí.
- Siempre tendemos a creer que los huracanes llevan mucha agua. Pero en otros cuerpos celestes, como Titán, la luna de Saturno, arrastran metano líquido…
- En Titán hay muchas lluvias de metano. Lo que sucede con el agua en la Tierra -evaporación, enfriamiento, condensación, lluvia, y flujo por la superficie- en Titán sucede con el metano. La atmósfera de esa luna funciona de la misma forma que la de la Tierra. Sabemos que hay nubes y hay indicios teóricos que sugieren que hay tormentas muy fuertes. En la superficie y los sistemas fluviales vemos gran cantidad de líquido que tiene que haber llegado allí de alguna forma para formar esos sistemas fluviales de metano. Titán es similar a la Tierra tanto por la circulación atmosférica del metano como por la erosión fluvial de la superficie.
- ¿Podrían darse en Titán huracanes de metano?
- Sí. Un huracán no es otra cosa que una tormenta muy grande. Y Titán seguro que tiene tormentas porque incluso vemos los rayos. Podría tener huracanes. No hay razón para que no los haya.
- Titán es una luna fría... ¿sería posible que en un planeta muy caliente, con metal fundido en su superficie, hubiese huracanes de metal líquido?
- Teóricamente sí. Pero hay que considerar la cantidad de calor necesaria en la superficie para que los metales pasen al estado líquido. El calor procedente del sol o las estrellas no es suficiente. En Venus hay temperaturas de entre 300 y 400 grados Celsius, que están cerca del punto de fusión de plomo. Pero, para que una tormenta se genere, el metal tendría que evaporarse. Y eso requiere mucho más calor de lo que puede crear un cuerpo celeste. Pero si hubiese calor suficiente para evaporar los metales, podría pasar lo mismo que con el agua.