En las escuelas de negocios se avizora la tendencia de instaurar un “juramento hipocrático” para los egresados de MBA. ¿Qué hay detrás de estas normas?
Cuando Moisés bajó del Monte Sinaí con los 10 mandamientos escritos, señaló cuáles serían los principales problemas morales del pueblo de Israel. De esta misma manera, miles de años después, en 2009, Harvard Business School decidió plasmar, en vez de diez, ocho mandamientos en un juramento, al estilo del que practican los médicos (juramento hipocrático), para los egresados de sus MBA.
La iniciativa surgió como fruto del trabajo conjunto entre los graduados de Harvard de 2009 y los profesores Nitin Nohria, recién nombrado decano de esa escuela de negocios, y Rakesh Khurana.
Khurana y Nohria saltaron a la palestra a raíz de su famoso artículo “It’s time to make management a true profession”, publicado en octubre de 2008.
Este juramento, llamado también MBA Oath, consiste sustancialmente en el compromiso por parte de los nuevos administradores, de que al llegar a posiciones de poder respetarán un conjunto de normas, que definen la ética profesional, tal como lo hacen médicos o abogados.
Ésto, en el contexto norteamericano de frescos y resonantes escándalos corporativos, como el de Enron o Lehmann Brothers Bank, en los que quedó en entredicho la formación ética que recibieron los ejecutivos involucrados en particular, pero todos en general.
Desde entonces, varias han sido las escuelas de negocios que se han unido a la iniciativa de Harvard, cuyo eco resuena poco o nada en América Latina. Sin embargo, al otro lado del Atlántico, la española Deusto Business School lo adoptó y pronto 24 egresados de MBA firmarán por primera vez el juramento en su ceremonia de graduación este 25 de septiembre.
Si bien su director de sostenibilidad, Juanma Roca, reconoce que el juramento puede verse como un papel impreso más de buenas intenciones, cree que tiene peso por haber nacido en Harvard, lo que ayuda a visibilizar un problema ético importante. “Hay la necesidad de dejar plasmado que no todo va en los negocios, que tienen un límite y el dinero no lo es todo”. dice.
El pecado
Viendo el negativo del juramento creado en Harvard (consultarlo al final de este artículo), la pregunta que cabe es ¿cuáles son entonces las malas prácticas que las escuelas se ven necesitadas de normar?
Según el director de investigación de la escuela de negocios argentina IAE, Ricardo Crespo, el problema de fondo está en la naturaleza misma de algunas empresas. “El manager, con los incentivos que tiene, al final termina compitiendo de cierta manera con los accionistas. Así, cada uno tira para su propio lado, lo que lleva a malas prácticas”, señala.
Así, en esta oposición entre accionistas y ejecutivos, que se vio con claridad meridiana en el caso Enron, es posible que una brillante empresa, pero con ejecutivos free riders, se estén escondiendo pérdidas o inflando ganancias para obtener bonos por utilidades. “Esta es una tendencia cortoplacista que trata de sacar rápido el mayor beneficio”, indica Crespo.
“La verdad es que la reciente crisis económica desnudó muchos de estos problemas, pues los bonos para los ejecutivos son menos abultados y no están establecidos mecanismos de control más estrictos”, advierte Crespo.
Para Francisca Sinn, especialista en estrategia y académica de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, “en la medida en que las personas están más arriba, tienen más responsabilidades, pero también tienen más poder. Y entonces, las decisiones muchas veces pueden torcerse al beneficio personal más que en el de la empresa”.
La redención
Crespo cree que el juramento hipocrático es una buena iniciativa, pero no basta. “Poner un juramento no es cambiar la cosa de fondo, es muy difícil que una conducta antiética vaya a cambiar de un día para otro”. Por eso, según el académico argentino, “sería una pena que fuera únicamente una moda y que no venga acompañada de un cambio en la concepción de fondo”.
La chilena Sinn coincide con su colega, y agrega que “las escuelas MBA tienen un papel que jugar, más allá de si adoptan o no el juramento”.
Sea que el juramento pase a la historia junto al de Hipócrates o las Tablas de la Alianza de Moisés, o se convierta en un anécdota más en el intento de introducir normas éticas en los negocios, la discusión se hace cada vez más ineludible.
El Juramento
"Como administrador, mi propósito es servir al bien común uniendo personas y recursos para crear valor, que no puede ser creado por una persona individualmente. Por ello, buscaré un camino que aumente el valor que mi empresa puede crear para la sociedad a largo plazo. Reconozco que mis decisiones tienen consecuencias que llegan lejos y que afectarán el bienestar de individuos dentro y fuera de mi empresa, hoy y en el futuro. Al conciliar los intereses de las distintas partes, me enfrentaré a decisiones que no son fáciles para mí y para otros.
Por ello, juro:
• Que actuaré con la mayor integridad y desarrollaré mis tareas de modo ético.
• Que protegeré los intereses de mis accionistas, compañeros de trabajo, clientes y de la sociedad en que operamos.
• Que manejaré mi empresa de buena fe, cuidándome de decisiones y comportamiento que empuje mis ambiciones personales pero hagan daño a la empresa y la sociedad a la que sirve.
• Que entenderé y cumpliré, tanto en letra como en espíritu, las leyes y contratos que gobiernan mi conducta y la de mi empresa.
• Que seré responsable de mis actos, y mostraré el desempeño y los riesgos de mi empresa de modo honesto y preciso.
• Que desarrollaré tanto mi persona como los demás administradores a mi cargo para que la profesión continúe creciendo y contribuya al bienestar de la sociedad.
• Que buscaré crear prosperidad económica, social y ambiental para todo el mundo. • Que seré responsable ante mis pares y ellos serán responsables ante mí por vivir de acuerdo a este juramento".