Dentro de los síntomas están vértigo, migrañas tensionales, sensación de cansancio y asimetría facial.
“Con los años hemos sufrido modificaciones morfológicas que han disminuido el tamaño de nuestra boca y no han sido amables con nuestros dientes. Esto, sin duda, ha perjudicado nuestro sistema masticatorio, un problema del que aún no somos totalmente conscientes’’. Con esta tesis la doctora Tania Arteta, licenciada en Odontología de la Universidad Metropolitana de Barranquilla, inició el 13 de marzo la conferencia “La masticación unilateral, un síndrome civilizado”, en el marco de la Cátedra Europa de la Universidad del Norte.
La especialista en Estudios de Ortopedia Funcional de Maxilares ha dedicado gran parte de su vida a estudiar este síndrome, poco investigado en el país. Sus hallazgos comprobaron que se trata de una patología descrita por primera vez en 1934, cuando el otorrinolaringólogo italiano James Costen descubrió que en el ser humano se produce una tensión temporomandibular, bautizada más tarde Síndrome de Costen. Un mal hábito que se desarrolla antes de los seis años de edad.
‘’Se nos enseña a dormir de medio lado o en posición fetal, lo que produce la respiración bucal y propicia la afección al generar un posicionamiento lingual errado, al tiempo que aprendemos a ingerir alimentos blandos o triturados", argumentó Arteta, enfatizando en que adquirimos una “dieta civilizada” que nos persuade a dejar de consumir una alimentación en su mayoría sólida, anulando el aparato masticatorio.
La ortodoncista, que cuenta con su propia clínica especializada en el tratamiento del síndrome en España, cree que vivimos en un mundo cada vez más enfocado en lo estético y lo facilista, pero que ignora los efectos adversos y la “raíz del asunto”.
‘’El problema maxilofacial afecta a otras partes del cuerpo, por lo tanto las soluciones estéticas como el botox sólo disimulan lo que podría derivar en otros problemas de salud’’, advirtió. Por ejemplo, los linfocitos TH17, encargados de mantener el equilibrio bacteriano en nuestra encía, piel e intestino, dependen de la masticación para su activación. Si masticamos mal o no masticamos en lo absoluto, la ausencia de los linfocitos puede acarrear “enfermedades dermatológicas y digestivas”.
De acuerdo con la tesis de Arteta, muchas personas desconocen la relación que existe entre los órganos de su cuerpo y les parece ‘’insólito’’ como el mal funcionamiento de alguno deriva en consecuencias para otro. ‘’Hay estudios de esta patología en Europa que han encontrado una relación intrínseca entre el cerebro, el ojo y los dientes. Los problemas de masticación generan dolores en el área ocular y afectan también el desarrollo cognitivo, produciendo estrés e incluso el riesgo de padecer demencia’’, afirmó.
Síntomas
Para detectar la sintomatología –agregó– es preciso que los médicos escuchen las dolencias del paciente cuando asiste a una cita para tratar su salud en general, pues las molestias son más comunes de lo que se cree. Migrañas tensionales, sensación de cansancio, asimetría facial, afecciones en garganta y oídos, vértigo, entre otros, son algunos de los principales síntomas.
Para prevenir la afección ‘’es necesario corregir las malas posturas (todo lo que tensione nuestra nuca, cuello y mandíbula), dejar de fumar, comer uñas y chicle, ya que son de los peores hábitos que se han generado en la historia; además de dormir de medio lado, pues conlleva al Pillowing: dormir del lado en que más se mastica, intensificando los dolores’’.
Finalmente Arteta concluyó que el tratamiento varía según cada caso y advirtió la importancia de que la persona siga “masticando por el lado que aprendió para no lesionar el otro que nunca fue entrenado’’.