La Unesco señala que solo 30 % de los estudiantes en educación superior en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), son mujeres.
La educación y el empoderamiento son las principales herramientas que tienen las mujeres hoy para combatir la inequidad de género y así derribar los estereotipos en los campos de la ciencia y la tecnología. El único límite está en cada una y no hay que dejarse vencer por los prejuicios y las convenciones sociales. No es sencillo pero se puede.
En el marco del Premio Ada Byron 2023, capítulo México, que este año tiene como sede al ITESO, se llevó a cabo el panel “Principales retos a los que se enfrentan las mujeres en la ciencia y la tecnología”, en el que ocho profesionales de ingenieras en mecánica, en sistemas, industrial, electrónica, comunicaciones; biomedicina y biotecnología hicieron gala de su experiencia y los conocimientos adquiridos a lo largo de sus trayectorias destacadas en entornos que parecían casi exclusivos para los hombres.
Muchas, desde la primera vez que expresaron su deseo de estudiar alguna de estas carreras, fueron criticadas y censuradas por su familiares y allegados. Otras laboran en ambientes donde la mayoría son hombres a los que les cuesta confiar y trabajar con mujeres. Las menos corrieron con suerte y fueron apoyadas y reconocidas por los esfuerzos hechos a lo largo de su camino.
La conversación virtual estuvo moderada por Gabriela Calvario Sánchez, profesora del Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática del ITESO (DESI), quien aseguró que a pesar de que las oportunidades y el reconocimiento a las mujeres en estos ámbitos han incrementado en los años más recientes, aún persisten prácticas discriminatorias y prejuicios que mantienen la creencia errónea de que los espacios de las llamadas ciencias duras están reservados para los hombres: “La permanencia de este sistema ha provocado que muchas jóvenes renuncien o que ni siquiera contemplen la posibilidad de dedicarse a ellas. En este foro tenemos la fortuna de contar con mujeres destacadas en la academia y en importantes empresas de vanguardia e innovación tecnológica”.
De acuerdo con Elizabeth Hernández, del Tecnológico del Valle de Chalco y licenciada en Informática, el principal reto que ha tenido que superar es precisamente la inequidad de género: “Cuando empecé a trabajar siempre decían: ‘Necesitamos un ingeniero de soporte para que nos arregle el correo’. Yo decía: ‘Bueno, yo sé cómo hacerlo, yo sé cómo arreglarlo, pero no…’. A mí me pagaban menos porque yo era licenciada en informática, no ingeniera, aunque hiciera el mismo trabajo”.
“Me di cuenta de que hacemos esta diferencia desde que somo niños. Que la cultura en la que nos desarrollamos nos va formando como cuidadoras, madres, dedicándonos a actividades del hogar (…) Sí me vi envuelta en este estereotipo de que las tecnologías eran para hombres, todo lo que tenía que ver con redes. Me sentía limitada hasta que entendí que eso era lo que yo quería y me inscribí”.
La Unesco señala que solo 30 % de los estudiantes en educación superior en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), son mujeres y, específicamente, solo tres por ciento están vinculadas con las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Claudia Sándigo, gerente de proyectos en la empresa Bosch, contó que cuando estudió la carrera se encontró con dificultades: “Había maestros que me decían que las mujeres no deberían de estar en electrónica, que deberían de estar en la cocina y uno que otro que decían que no iba a lograr graduarme. Sin embargo, fui bastante terca y no dejé de hacer lo que estaba haciendo. No dejé que ninguno de estos comentarios me limitaran”.
“Las mujeres no nos aventamos a dar el siguiente paso porque no creemos que tenemos las suficientes habilidades o el suficiente conocimiento. Los hombres sí tienen esa autoconfianza. Tenemos que motivar a otras mujeres que también estén por este camino, para que crean que es posible”, agregó la ingeniera.
Rosa María Rivas, de la Ibero Puebla y doctora en Ingeniería Química, contó que ella nunca tuvo la intención de estudiar ingeniería. Atreverse a pensarlo, incluso, era complicado: “El simple hecho de llegar a la ventanilla y decir que quería estudiar Ingeniería Mecánica no era sencillo, ni algo normal o cotidiano. No se alegraban. Más bien decían: ‘Como que esta muchacha es medio rara. Lo que me motivó a seguir es que cada vez que me encontraba con un tropiezo de ese tipo, encontraba también en la carrera, en las materias, en mis maestros, algo que me llenaba de manera tal, que era indiscutible el quiero seguir adelante”.
Myriam Jiménez, de la Ibero León y maestra en Ciencias Aplicadas y en Diseño de Proyectos Educativos Virtuales, recordó que cuando era estudiante hizo una visita con sus compañeros a una empresa muy grande, como parte de sus prácticas, en la que el guía, al terminar el recorrido, les informó que tenían la política de no contratar mujeres ingenieras en piso.
En general, las ocho panelistas coincidieron en que hace falta mucho trabajo para la equidad de género en las áreas de la ciencia y la tecnología, sin embargo todas, y después de años de experiencia, se mostraron esperanzadas e hicieron un llamado a las mujeres más jóvenes, a las que apenas están eligiendo a lo que se dedicarán en la vida, a no tener miedo, a encontrar lo que a cada una le gusta hacer y ser fieles a ello.
“Cuando estás haciendo lo que te gusta, todos esos obstáculos se van yendo de a poquito y de manera muy sencilla. Para mí estudiar ingeniería fue lo mejor que me pudo haber pasado. Me siento bien satisfecha de haberlo hecho y de lo que estoy haciendo todavía. Sé que todavía puedo hacer mucho más y estoy contenta con esto. Obstáculos va a haber muchos. Lo importante es ver qué queremos en realidad, escucharnos a nosotros mismos, fieles a lo que queremos”, dijo Rosa María.
Para Martha Aceves Rosales, directiva en la empresa AstraZeneca e ingeniera en computación, industrial y en sistemas, la información es básica para que cada vez sea más sencillo que las mujeres formen parte de estos sectores: “A las que vienen hay que decirles que crean en ellas. La competencia es contigo misma, nada más. Vean que ser mujer es una ventaja. Lo más importante es llegar a donde tú quieras. Tenemos que empoderarnos”.
Irma Wilde López, vicepresidenta y directora general de Atención a Clientes y Empresas en AT&T México e ingeniera biomédica, insistió en que el límite de cada una es el cielo: “Te la tienes que creer, nos vamos a equivocar, vamos a fracasar y es ahí donde vienen los aprendizajes más importantes. Que no importe lo que los demás piensen de nosotras nos libera. Una parte importante es siempre tener un mentor”.
Además, participaron en el panel Violeta Juárez Jáuregui, de la Ibero Tijuana e ingeniera química, y Mariana Mora Moreno, coordinadora de ingenierías de SCA de Inmobiliaria.
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