Nadie puede cuestionar las ventajas que nos da acceder a toda clase de información gracias a Internet. Pero nada es tan bueno como lo pintan...
Desde muy temprano en mi práctica empecé a indagar sobre la homeopatía. Lo primero que aclaré es que la homeopatía no es medicina y tampoco es una ciencia. Por el contrario: la homeopatía es una ‘anticiencia’ centrada en hipótesis que nadie ha podido confirmar. Sin embargo, es un negocio que mueve millones de dólares al año en intervenciones y en tratamientos que están basados en algo que los homeópatas definen como ‘la memoria del agua’.
Los homeópatas utilizan sustancias, la mayoría desconocidas y con supuestos poderes terapéuticos, que son diluidas en agua. Hace ya más de una década, el gobierno del Reino Unido –donde la homeopatía hacía parte del sistema de salud– realizó un análisis (basado en cientos de estudios) con el que se llevó una gran sorpresa: las intervenciones homeopáticas no superan el efecto placebo. Ahora hay un gran debate debido a que un niño en Italia falleció a causa de una infección del oído que fue tratada con homeopatía. Los padres se rehusaron a utilizar antibióticos o a consultar a un médico. A esto se suma el hecho de que, hace unos meses, las autoridades norteamericanas obligaron a que los frascos de estas medicinas contengan un texto que explique que no tienen ninguna garantía de eficacia clínica.
Nadie puede cuestionar las ventajas que nos da acceder a toda clase de información gracias a Internet. Pero nada es tan bueno como lo pintan: cuando hablamos de la salud, Google es un arma de doble filo. Diferentes autores han calculado que más del 90% de las personas que tienen acceso a Internet hacen consultas sobre su salud en Google antes de acudir al médico. Hay millones de páginas web dedicadas a estos temas. Diferentes estudios, como uno realizado recientemente por científicos de la Universidad de Harvard, han determinado que la gran mayoría de ‘diagnósticos’ que encuentra una persona en la web coinciden con las enfermedades más complejas.
La falta de conocimiento sobre términos médicos y la irresponsabilidad de muchas de estas páginas llevan a que las personas se lleven sustos innecesarios. Una de las razones por las cuales esto ocurre es que los síntomas no son fáciles de describir con exactitud en el buscador. Por otro lado, en Internet se tiende a hablar con mayor frecuencia de las enfermedades más graves, entonces, si se buscan las causas de un dolor de cabeza, será más factible que aparezca que tenemos un tumor que un espasmo en la nuca. Por supuesto, el que no haya una exploración física tampoco permite hacer un descarte adecuado de posibles dolencias. Debido a estos hallazgos, lo invito a que se aleje de Google si se siente enfermo, Internet lo matará mucho antes de tiempo. Y, si no se aguanta y cree que la web le ha dado el diagnóstico preciso, lo más importante es que nunca se automedique.
*Felipe Rueda-Saenz es doctor en Medicina