Expertos coinciden en que uñas encarnadas, callosidades y el mal olor se encuentran entre las principales preocupaciones que generan los pies en las personas.
Médicos y expertos podólogos concuerdan en que existen un número de problemas en los pies que resultan ser los más comunes entre las personas. Para cada uno de ellos existe un consejo para hacerles frente.
De todas formas, siempre se recalca que si una incomidad de extiende por un tiempo prudente (un par de semanas), el camino más efectivo es la consulta médica profesional.
Entre este tipo de problemas se encuentran los siguientes:
- Olor intenso de pies. La sudoración es un mecanismo natural que, en términos generales, con los años se va regulando. En los adolescentes, en tanto, esta situación se encuentra un poco desregulada porque sus organismos están en proceso de estabilización hormonal, tendiendo a sudar más.
El mal olor en los pies es una consecuencia de eso. Especialistas recomiendan una mezcla de higiene continua, cambio más seguido de calcetines (evitando la acumulación de humedad) e antisépticos que combatan los microorganismos responsables del particular aroma.
Talco, silicona en polvo y mentol también son elementos que pueden resultar útiles. Algunos médicos recomiendan vitamina B que ayuda a regular el impulso nervioso que controla la sudoración. Además, si el pie está muy contaminado médicos pueden recetar antibióticos para paliarlo.
- Uñas encarnadas. Si una uña se entierra dentro de la piel del dedo del pie, se genera una uña encarnada. Se trata de un problema bastante frecuente, sobre todo en niños y adolescentes que empiezan a asumir su autonomía y no cortan sus uñas adecuadamente. Los juanetes también pueden ocasionar esto, así como la presencia del dedo gordo en posición hacia arriba. Antiguamente para tratarlo se arrancaban las uñas, pero hoy en día se lleva a cabo una operación con anestesia local para eliminarlo, que se ha convertido en algo cotidiano similar a una endodoncia, señala el especialista.
- Neuroma de Morton. Se trata de la inflamación de la membrana que cubre uno de los nervios del dedo, causando dolor de tipo nervioso entre el tercero y cuarto normalmente. La razón más habitual es el uso de calzado muy estrecho. Entre las primeras formas de enfrentarlo es un separador entre los dos dedos afectados, gracias a lo cual la mayoría de los pacientes mejora. Una segunda fase implica el uso de plantillas. Si ambas no dan resultados, se opta por la cirugía.
- Dedos "en garra". La contracción de la musculatura en la zona de los dedos puede provocar su deformación, adquiriendo una forma de garra. El tratamiento médico habitaul es una evaluación biomecánica, que permite detectar el problema y proceder a un tratamiento con plantillas o con un "ortesis", dispositivo de silicona en los dedos.
Este método también sirve para enfrentar el montaje de un dedo sobre otro, tema que generalmente es un problema de nacimiento. Es el profesional especializado el que indica cuándo en ambos casos de debe recurrir a una cirugía.
.- Callosidades o "elomas". Se trata de engrosamientos de la piel que actúan como mecanismos de defensa contra un roce, apareciendo sobre todo en el dorso del dedo meñique. Aunque se forma en la superficie, la callosidad en los pies crece hacia dentro, lo que provoca más dolor. Con el bisturí se deslamina y se elimina y un protector de silicona también puede funcionar como tratamiento más o menos eficaz.
- Papiloma plantar. Es una infección que surge con una verruga en la planta y que tiene origen en el virus del papiloma humano. Habitualmente se trata con la aplicación de frío, aunque también se recurre a agentes desicantes o, incluso, láser. La mayor presencia de estos casos se da en adolescentes.
- Juanetes. Es el problema del que más se escucha, aunque no siempre se aplica bien cuando se habla de él. Es una deformidad del dedo gordo que puede acabar afectando a todo el pie, ya que hay una articulación que funciona mal y con ello afecta todo el andamiaje. Se trata de un tema hereditario, aunque puede agravarse por causas como llevar un mal calzado.
Para tratarlos suelen recomendarse plantillas ortopédicas, que habitualmente son de uso permanante. La alternativa quirúrgica implica realinear la articulación que no funciona bien. O, incluso, cortar alguna parte del hueso, debido a su deformación.