Playas vírgenes, pueblos milenarios y parajes secretos han convertido a este país en uno de los más apetecidos para explorar la historia y la cultura del Viejo Continente.
Un viaje por Italia siempre es un recorrido artístico. Cada rincón del país guarda extraordinarios tesoros que, en conjunto, forman una extensa galería al aire libre. Según la Unesco, más de la mitad del patrimonio histórico y artístico del mundo se encuentra en ese territorio. Parques, catedrales, museos, monasterios, villas, castillos y enclaves arqueológicos son algunos de los vestigios que evocan las huellas de ese pasado cultural y social que le dio vida a la civilización romana y al Renacimiento.
Hoy ese legado convive con el espíritu moderno de las grandes urbes, que atraen al año a más de 45 millones de turistas. Roma, la ciudad eterna de la Fontana Di Trevi, de El Coliseo y el Vaticano; Venecia, una oda al romanticismo que se cuenta entre canales; Florencia, la metrópoli que salvaguarda los trabajos de Da Vinci y Miguel Ángel; Milán, capital de la moda, y Nápoles, la casa de la ópera. Cientos de postales de historia y arte que enamoran a jóvenes y adultos.
El encanto de la península, sin embargo, va más allá de sus tradicionales parajes. Playas, pueblos milenarios y auténticas joyas arquitectónicas cuentan el otro lado de Italia que, aunque poco conocido, está lleno de encanto y misticismo.
Es el caso de Acqua Alta, una rústica librería ubicada en Venecia, que en épocas de otoño y primavera se convierte en el mejor refugio para leer y conversar. La marea alta que inunda las plazas, casas y aceras entra por la puerta de este pequeño local hasta formar una piscina. A medida que el agua sube las bañeras, botes y pequeñas góndolas que apilan cientos de libros empiezan a flotar sin permitir que una sola gota llegue a las páginas de los ejemplares. Su aparente desorden forma parte de su encanto. Libros, cuadros, láminas y cientos de curiosidades artísticas son los protagonistas de este legendario lugar de la calle Campiello del Tintor.
Hacia el sureste de Italia, en el valle de Itria, otro tesoro brilla con luz propia. En la tierra de los trullos, como se le conoce a este destino de la región de Puglia, yace un conjunto de construcciones antiguas que llaman la atención por sus techos icónicos y sus muros de piedra y cal.
La ciudad de Alberobello, ejemplo de la arquitectura popular italiana, fue declarada Patrimonio de la Humanidad gracias a estas viviendas que eran utilizadas como habitaciones y almacenes por los campesinos . En su interior cuentan con un amplio espacio que suele ser fresco en verano y acogedor en tiempos de invierno.
Para los amantes del mar, Calabria (la punta de la bota itálica) es reconocida por sus paradisiacas playas.
Una de ellas, Capo Vaticano, en la provincia de Vivo Valentia, exhibe un derroche de turquesas en medio de un extenso litoral que incita al descanso.
Finalmente, a sólo 48 kilómetros de Roma, se encuentra Calcata, un pueblo medieval y bohemio lleno de cafés, teatros y hostales. En 1930 fue desalojado ante las alarmas de un posible colapso. Aunque nunca ocurrió, la historia de este paraje apetecido por artistas y escritores se ha convertido en un símbolo de la cultura italiana.