Aunque ocurrida en mayo, sólo esta semana se supo de la muerte del “perro símbolo” de las luchas sociales en Atenas. El can falleció por las consecuencias de la constante exposición a gases lacrimógenos.
Un ataque al corazón terminó con los diez años de vida que tenía Lukanikos, el perro que desde las movidas calles de Atenas saltó a la fama, para transformarse en el ícono de las protestas contra las extremas medidas de las entidades financieras globales.
Corrían los días del verano europeo del 2011 cuando miles de manifestantes asediaban a diario el parlamento griego que, ante el fracaso del primer plan de rescate del país en una severa crisis socioeconómica adoptado en mayo del 2010, preparaba nuevas y dolorosas medidas económicas para las personas.
Con ese buen olfato característico de los perros de la calle, Lukanikos optó desde el primer día por quiénes iban a ser sus amigos en esos días de disputa urbana: los manifestantes que a diario se organizaban para protestar contra el programa de ajustes que en muchas partes no se dudó en considerar como “draconiano”.
De color canela y con un carácter a toda prueba, este can hijo de las mezclas estuvo todos los días de las protestas defendiendo a los manifestantes de las permanentes arremetidas policiales, ganándose no sólo el aprecio de sus defendidos, sino que de millones de personas en el mundo a través de la globalización de las comunicaciones.
Todo el tiempo que estuvo en las protestas inhalando gases lacrimógenos terminaron generando en el luchador perro variadas deficiencias respiratorias, las que –finalmente- derivaron en una insuficiencia cardíaca que le cobró la vida.
“Lukunikos” significa en griego salchicha. El nombre se lo ganó en las calles porque de eso fue lo que más se alimentó en sus días de lucha.
El año 2012 fue adoptado por una pareja de manifestantes que le impidió seguir en las protestas, ya que un análisis veterinario determinaba sus molestias en las vías respiratorias.
A pesar de todo su contexto, en Atenas existe una política clara en torno a los animales callejeros.
El municipio de la capital griega desarrolla planes anuales en el que los canes son intervenidos para evitar la procreación, identificados con microships, vacunados en forma habitual y con un collar que tiene un número telefónico para llamar en caso de problemas.
Aunque su deceso se produjo en mayo pasado, sólo esta semana su familia adoptiva decidió compartir la información.