Por Mario Herane, gerente general de GesCom.
Existe una luz que no es para iluminar, sino que es utilizada para desinfectar. Se trata de la luz ultravioleta C o UV-C, que ha ido tomando relieve en su uso para contener la propagación del virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19.
Esta luz ha pasado desde su aplicación de nicho en esterilización en hospitales a empleos masivos a raíz de la pandemia. Está siendo usada en el Metro de Nueva York, aeropuertos en Estados Unidos; hospitales, autobuses y bancos en China; hospitales en Japón, y tiendas de comestibles en Canadá, entre otros.
En las etapas de desconfinamiento que comienzan a congregar a personas provocando riesgo de rebrote de la pandemia, la luz ultravioleta C se puede aplicar para desinfectar de coronavirus a establecimientos educacionales y de salud, transporte, servicios de atención a público, supermercados, cines, centros comerciales, bancos, distintas industrias, oficinas, centros logísticos, minería y plantas frutícolas.
La luz ultravioleta C tiene una longitud de onda que va de 200 a 280 nanómetros, lo que significa que es mucho más enérgica que la luz UVA y UVB a la que estamos expuestos por el sol. Por su potencia, destruye el ADN y ARN (código genético) de virus, bacterias y hongos, inactivando a estos microorganismos y esterilizando superficies y aire.
No es recomendable aplicar esta luz en el hogar, donde puede haber un uso descuidado y causar daños en piel y retinas de ojos. Esta tecnología no es para desinfectar llaveros, las compras o el dormitorio.
Así como los rayos X no pueden ser usados en el hogar pero sí tienen beneficios hospitalarios, la luz ultravioleta C tiene notoria utilidad para la desinfección de ambientes si se usa de modo apropiado.
La luz ultravioleta C para desinfección de espacios de trabajo, educación, diversión o transporte se debe aplicar sin la presencia de personas, fuera de horario laboral o de actividades.
Su correcto uso en espacios públicos se ve favorecido por el desarrollo de lámparas UV-C industriales con sensor inverso, es decir, que se apagan en cuanto detectan un movimiento para evitar que personas se expongan a la luz. Se vuelven a encender cuando la persona se retira, hasta cumplir su horario programado.
Con esta tecnología, en 15 minutos se puede desinfectar un vagón de Metro. O se puede programar por dos horas cada noche y al día siguiente las personas ingresarán a trabajar o estudiar a un lugar desinfectado.
Sin duda, no hay muchas cosas buenas que decir sobre la pandemia que estamos viviendo, pero una de ellas es que ha obligado a la industria a encontrar nuevas soluciones. Una es la luz ultravioleta C que puede ser un aliado para reducir el riesgo de rebrotes de la pandemia y provocar un retorno a actividades duradero.