Se trata de un modelo de tratamiento preventivo contra el agotamiento y sus enfermedades derivadas que ya comprueba sus beneficios.
Natalia camina a paso constante. Va escuchando su música preferida en los auriculares. Se detiene a saludar a otras madres que, como ella, van a buscar a sus hijos a la salida del colegio. Ella viene de trabajar, lleva recorridos dos kilómetros y medio a pie desde su oficina y, como cada jueves, llevará a sus pequeños Kiara, Paula y Oskar a clase de danza contemporánea.
Se la ve tranquila, se la percibe como si el tiempo no la apremiara.
Pero esto no fue siempre así.
Hace algunos meses Natalia Morenza, española residente en Alemania desde hace 11 años, sintió que si no daba un golpe de timón a su vida, iba camino a un "bornout”.
"Con tres niños y además teniendo la familia en España, porque no tenemos acá ayuda ni de abuelos, ni de tíos, ni de nadie, pues sí que es una gran carga. Cansa mucho y acabas bastante quemado”, nos confía.
Así es que decidió seguir el consejo de una amiga y realizar una "cura madre- hijo”.
Tratamiento personalizado
Estas curas consisten en la estadía de la madre y sus hijos a lo largo de 3 semanas en una clínica, en la que se les diseña un plan de acuerdo a sus necesidades y deseos, para su descanso, recuperación y tratamiento.
Además del seguimiento médico personalizado, gimnasia, natación, masajes, acupuntura, yoga, caminatas y danza, una variada oferta de actividades integra el menú a disposición de madres e hijos.
De hecho, el clima que se respira en los establecimientos suele ser más el de un spa o centro recreativo que el de una clínica tradicional.
Pero además, dentro de estas clínicas funciona también una escuela, en la que los niños asisten a clases de manera regular durante el tiempo de su estadía.
"Lo más importante es tratar de aliviar la carga de las madres. Muchas de las que vienen aquí son madres que están solas a cargo de sus hijos, o que tienen una doble carga: la profesión y los hijos”, afirma el Dr. Dirk Wiedbrauck, médico jefe de la clínica Caritas-Haus Feldberg.
"Estas curas suponen por fin una valorización del rol de la mujer”, enfatiza el especialista.
Financiamiento garantizado por ley
Las curas madre-hijo constituyen prestaciones obligatorias para las obras sociales alemanas, por lo que éstas se hacen cargo prácticamente de la totalidad de los costos, con un presupuesto de más de 400 millones de euros por año destinados para tal fin.
Como Natalia y sus hijos, cerca de 50.000 madres y 70.000 niños acceden por año a esta prestación en algunas de las más de 70 clínicas nucleadas por la Fundación de Bien Público Müttergenesungswerk ("Obra para la recuperación de las madres”).
Además, desde 2012, también los padres tienen derecho a este beneficio, y el número de quienes lo solicitan no para de crecer.
Modelo a imitar
El sistema es único en el mundo, y es observado con atención por otros países. Incluso Cuba se ha mostrado interesada en replicar el modelo.
De hecho, Wiedbrauck ha sido encargado por las autoridades de la isla para desarrollar una propuesta. "En octubre tiene que estar lista. Seguramente comenzaremos con un proyecto piloto”, nos adelanta.
"Se trata de una medida preventiva. Hay que pensar en el largo plazo. De lo contrario, las enfermedades se convierten en crónicas, se dan jubilaciones antes de tiempo, los hijos se enferman, y los costos son mucho más altos”, explica Wiedbrauck.
Mientras sorbe su cappuccino, mira a sus hijos en los juegos y contesta esta entrevista (fiel reflejo de la situación de las madres, la multiplicidad de tareas simultáneas), Natalia concluye: "Fue muy positivo”.
Los dolores de cabeza, de espalda, de cuello, los trastornos para dormir, entre otros problemas que la aquejaban, son sólo un recuerdo.