La docente canadiense estuvo de visita en Chile, invitada por la fundación Elige Educar, para reunirse con profesores locales, conocer el modelo de educación y conocer a las comunidades indígenas.
Si usted llega al Ártico canadiense y se refiere a un indígena como esquimal, esta denominación podría considerada despectiva. Es preferible que usted utilice el inuit, que significa en la lengua inuktitut, personas o seres humanos.
En esta región, conocida como “el país de los inuit”, existe un pueblo que ha sobrevivido durante cientos de años en condiciones extremas. Cuatro meses de noche ártica (sin sol), con temperaturas de -50ºC y graves consecuencias para la salud. Bajo estas complejas condiciones culturales y geográficas, la profesora canadiense Maggie MacDonnell logró destacarse en su trabajo, labor que este año la hizo acreedora del Global Teacher Prize internacional, “el Nobel de la enseñanza”.
Los estudiantes primero
MacDonnell, originaria de la provincia canadiense de Nueva Escocia, se mudó al lugar hace siete años y se encontró con altos niveles de deserción escolar, suicidios de estudiantes, embarazos juveniles y abuso sexual. Para intentar revertir la entendible desmotivación, MacDonnell creó un programa de habilidades blandas. En primer lugar, estableció un centro de entrenamiento y un club de atletismo, con el objetivo de que los estudiantes aprovecharan el ejercicio físico para desarrollar resiliencia. Además, creó un programa de liderazgo para mujeres e impulsó que se estableciera una cocina comunitaria y también se impartieran clases de mecánica para bicicletas.
“No me siento la mejor profesora del mundo; me siento la profesora más afortunada del mundo. Creo firmemente que el mejor profesor del mundo está escondido por ahí, y gracias a los esfuerzos de distintas fundaciones que destacan sus trabajos, se le va a encontrar y destacar. Ahora todo el mundo a través de diferentes premios está buscando a los mejores. Me siento una muy buena profesora, pero estoy segura de que no soy la mejor”, comentó MacDonnell a AméricaEconomía.com.
-¿En que se basa su método de enseñanza?
Centro mi proyecto de enseñanza en la educación de los niños en temprana edad, como también en el desarrollo de la comunidad que acompaña; como también incluyo temas feministas en mis clases.
-¿Sigue trabajando aún con el pueblo inuit en Canadá?
Sí, hoy trabajo como consultora de educación a nivel regional asesorando a 17 escuelas en 14 localidades, todas inuit. Ayudo también a directores y profesores de escuela a diseñar programas de educación y salud para sus estudiantes.
-¿Qué sabe acerca del pueblo mapuche (indígenas originarios de la zona sur de Chile)?
He escuchado sobre ellos y estoy ansiosa por conocerlos. Estoy al tanto de que tienen una historia reciente un tanto controversial, con peticiones que vienen desde miles de años atrás. Espero conocerlos y aprender de sus historias de resiliencia y de sus intentos de hablar por ellos mismos en la demanda de justicia.
-¿Conoce el sistema educacional chileno?
No podría decir que lo conozco del todo, pero creo que es realmente importante venir a un lugar de forma muy humilde con los ojos y oídos bien abiertos, así que estoy aquí para aprender. Me siento muy privilegiada de tener acceso a conocer una educación sin fines de lucro, ya que de eso conozco y es eso lo que me permite hablar con personas tan distintas como la presidenta de Chile, hasta con un profesor de gimnasia, todo en un mismo día. Así que todavía estoy aprendiendo mucho acerca del sistema educacional chileno.
-¿Qué debería hacer siempre un profesor en la sala de clases?
Hacer siempre reír a tus estudiantes. Si puedes hacer eso cada día, estas en el camino correcto.
-¿Qué es lo que nunca debería hacer un profesor en la sala de clases?
Una de las cosas que nunca se debería hacer es avergonzar a tus estudiantes. Es una de las cosas que nunca he querido hacer a alguno de mis alumnos; siempre he querido hacerlos sentir seguros y bienvenidos a clases, a pesar de los problemas que puedan llevar sobre sus hombros.