Patricia Jara, especialista líder en protección social en la oficina del Banco Interamericano de Desarrollo en Chile.
Costa Rica es uno de los países con mejores índices de desarrollo humano en la región. A pesar de ello, en algunas de sus regiones más pobres, uno de cada cuatro bebés tiene por mamá a una mujer menor de 20 años. Los propios adolescentes de estas zonas se han convertido en los protagonistas de un plan multisectorial para prevenir los embarazos tempranos.
Madison quedó embarazada a los 15 años. “No entraba en mis planes, pero ahí pasó. Tuve a mi niña a los 16”, cuenta esta joven costarricense del cantón de Siquirres, uno de los más pobres del país. “Abandoné el colegio. Tener un bebé tan joven es muy difícil”, explica Madison, que ahora tiene 19 años y su hija, 3. Madre e hija acuden todas las semanas al centro infantil de atención integral (CENAI) de Siquirres donde se reúnen con decenas de madres adolescentes de la misma localidad. Allí reciben asesoramiento familiar, orientación sobre uso de métodos de prevención y protección, cursos de motivación y autoestima, y les convencen para volver a retomar su educación. Madison ha vuelto a cursar sus estudios en la escuela.
María Alejandra tiene 17 años. Vive en la localidad de Osa, en el otro extremo del país, en la costa del Pacífico. Dedica su tiempo libre como voluntaria para concienciar a sus compañeras de instituto sobre la importancia de prevenir el embarazo a edades tempranas. Ella todavía no ha sido mamá y eso la convierte en una excepción entre sus amigas. “En mi clase éramos 12 chicas de la generación de 1999. Hoy sólo tres no tenemos hijos. El resto quedaron embarazadas antes de los 17 años. Les faltó información. Ahora sienten que se desgraciaron la vida. Se encierran en ellas mismas y las que tienen suerte salen adelante gracias a su familia. Otras andan en las calles y no saben cómo salir de ello”, explica María Alejandra, que añade que, hasta ahora, hablar de embarazo adolescente en su entorno era un asunto “tabú” en su comunidad.
La ley del silencio en torno al embarazo en edad temprana no contribuyó a que el reto se solucionara. Los datos seguían hablando con claridad. En Siquirres, desde el año 2009 hasta el año 2013, el 25% de los nacimientos era de una menor de 20 años. Estos datos porcentuales incluyen a 73 niñas menores de quince años. Ocho de estas mamás tenían menos de 10 años.
El embarazo a edades tempranas es un reto que no afecta sólo a Costa Rica, sino al conjunto de la región latinoamericana. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estima que América Latina y el Caribe es la región que tiene la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes del mundo (alrededor de 70 nacimientos por 1000 mujeres entre 15-19 años) y calcula que un 38% de las mujeres se embarazan antes de cumplir 20 años.
En el caso de Costa Rica, el embarazo adolescente se ha convertido en uno de los principales desafíos para el país. Según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), los nacimientos de mujeres de entre 10 y 19 años en el año 2015 fueron de 11.609, es decir un 17% del total de nacimientos. Esta cifra incluye a las 432 niñas de entre 10 y 15 años que fueron madres ese año en Costa Rica.
Los datos demuestran que el país está reduciendo los casos de embarazo adolescente año tras año. Sin embargo, también indican con claridad que este fenómeno está ligado a las regiones donde se concentran los mayores índices de pobreza. La región Brunca (en la costa pacífica) y la región Huétar Caribe (en la costa atlántica) tienen una tasa de embarazo adolescente cuatro puntos por encima que la media nacional y ocho puntos más que las cifras de la región de San José, donde está la capital del país.
La vicepresidenta de Costa Rica, Ana Helena Chacón, ha demostrado especial sensibilidad por este fenómeno que condiciona desde la niñez la vida de miles de mujeres pobres de su país. “Se ha puesto sobre la mesa un flagelo que vive América Latina y el mundo entero, que es los embarazos tempranos, los embarazos no deseados, el embarazo en niñas y el embarazo en adolescentes. Esto quiere decir que en el mundo entero hay una feminización de la pobreza y que estos embarazos tempranos vienen a perpetuar a las mujeres en este ciclo perverso de la pobreza, en donde no pueden transformar sus propias vidas de lo que fueron las vidas de sus madres y de sus abuelas”.
Las instituciones costarricenses han pasado de la preocupación a la acción para hacer frente a estos datos. Desde el año 2012 el Gobierno de Costa Rica, a través de una alianza colaborativa liderada por el Ministerio de Salud en la que participan la Caja del Seguro Social, el Ministerio de Educación y el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) y el Banco Interamericano de Desarrollo, a través de la Iniciativa Salud Mesoamérica, han puesto en marcha un plan específico para prevenir los embarazos en edades tempranas en las regiones más pobres del país.
Este plan contempla la provisión y distribución de métodos anticonceptivos modernos, entre ellos métodos inyectables que los jóvenes pueden adquirir de manera gratuita.
Garantizar el acceso de estos métodos a los adolescentes no es la única medida que incluye este plan. Este proyecto contempla dos medidas innovadoras que van más allá del ámbito de la salud. Por un lado, el plan aborda el embarazo adolescente con una visión multisectorial, que involucra de manera directa al sistema educativo incluyendo el abordaje de aspectos socio-económicos que inciden en la continuidad educativa de las estudiantes embarazadas y madres; y, por otra parte, está basado en la comunicación e interacción entre los propios adolescentes. Ellos son los responsables de socializar mensajes de promoción, prevención y autocuidado en salud. El proyecto entiende que las voces más creíbles para sensibilizar a los y las adolescentes sobre aspectos relacionados con la afectividad y la sexualidad son los propios jóvenes.
En cada centro educativo de las regiones menos favorecidas del país se ha capacitado a un grupo de adolescentes encargados de sensibilizar a otros sobre los riesgos de las maternidades y paternidades precoces. Ellos son los encargados de explicar cómo funcionan los métodos de protección, de fomentar la importancia de continuar con los estudios y de sensibilizar sobre las consecuencias de tener un bebé siendo tan jóvenes.
Erika Sánchez Quirós tiene 17 años, es alumna del colegio técnico profesional de Las Palmitas, una pequeña localidad en la provincia de Limón en la región Huetar Caribe, y forma parte de uno de los grupos de promotores y promotoras juveniles que se encargan de sensibilizar a sus compañeros y compañeras en las escuelas. “Nuestra responsabilidad es la de hablarles directamente de este tema a nuestros compañeros y hacerles saber que no es un mito y que es algo normal que nosotros tenemos”, explica Erika Sánchez, que asegura que su trabajo ya está dando sus frutos. “Desde que somos nosotras las que llevamos el mensaje están cambiando las actitudes. Con nosotras se desenvuelven mejor y tienen más confianza. Ahora mis compañeras saben cuáles son las consecuencias de tener un embarazo no deseado”.
Costa Rica tiene previsto continuar con este proyecto hasta mediados del próximo año 2018. Entonces se podrán medir los resultados de este innovador proyecto, que podrá indicar el camino a seguir para reducir los casos de embarazo adolescente, no sólo en este país, sino en el conjunto de la región.