Un equipo de científicos en EE.UU. desarrolló una mutación que permite a los insectos rechazar el parásito que causa el virus en los seres humanos y transmitir los genes de resistencia a toda su descendencia. Expertos aún debaten los riesgos de la técnica.
El fin del virus de la malaria. Eso es lo que ven en el corto plazo los investigadores responsables del artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences y destacado en Nature, que explora la posibilidad de combatir las infecciones a través de la mutación controlada de mosquitos.
El método se llama 'impulso genético' (gene drive) y recoge trabajos previos, que demostraban que los insectos -que infectan a los seres humanos al contraer un parásito del género Plasmodium- podían ser intervenidos para rechazar el microorganismo. La nueva técnica asegura que los genes de resistencia se transmitan a toda su descendencia.
"Este trabajo demuestra que estamos muy cerca de tener candidatos para el impulso genético", manifestó el ingeniero evolutivo de la Universidad de Harvard en Cambridge, Kevin Esvelt.
El trabajo fue liderado por el biólogo molecular de la Universidad de California Anthony James, quien trabajó con sus colegas Ethan Bier y Valentino Gantz. Utilizaron genes que codificaban los componentes del sistema que estaban diseñados para insertar una mutación específica en moscas de la fruta. Este mismo sistema sirvió para instalar dos genes que habían demostrado ser útiles en la resistencia a la malaria.
Los mosquitos resultantes transmitieron los genes resultantes a más del 99% de su descendencia, aunque no se confirmó si los nuevos individuos eran resistentes al parásito.
"Es un desarrollo significativo", dijo el cientista político Kenneth Oye, quien estudia tecnologías emergentes en el Massachusetts Institute of Technology. El experto manifestó que los avances en esta área están moviéndose más rápido que las disusiones regulatorias en torno a la manipulación genética. La controversia está en torno al potencial de dicha técnica para alterar poblaciones enteras.
En tanto, James espera que en menos de un año se pueda preparar mosquitos que estén listos para pruebas de campo, aunque dice que no hay prisa en liberarlos.