Unas manos mal lavadas han llevado a la muerte lo mismo a bebés que adultos. Y no sólo en México, sino en todo el mundo. Porque es un problema cultural y educativo que lo mismo involucra a los niños cuando juegan a médicos y enfermeras, cuando atienden a pacientes de todo tipo, sólo que con resultados funestos.
Unas manos mal lavadas han llevado a la muerte lo mismo a bebés que adultos. Y no sólo en México, sino en todo el mundo. Porque es un problema cultural y educativo que lo mismo involucra a los niños cuando juegan a médicos y enfermeras, cuando atienden a pacientes de todo tipo, sólo que con resultados funestos.
A partir de la pasada columna Mucho ojo con la conjuntivitis recibí diversas llamadas de especialistas para alertarme sobre la propagación de esta enfermedad por diversos factores, pero coincidentemente por el mal lavado de manos, que es el detonador de muchas epidemias, tal como lo aprendimos desde la influenza registrada en nuestro país en 2009.
En esa ocasión, por ejemplo, a partir de las intensas campañas que se llevaron a cabo para que tanto el personal de salud como el resto de los mortales nos laváramos bien las manos, no sólo se evitó una propagación mayor de la influenza, sino que también se lograron reducir, de manera significativa, los casos de enfermedades gastrointestinales.
No por nada hasta hay un Día Mundial de Lavado de Manos y un llamado de la Organización Mundial de la Salud a que personal de salud y población en general se lave las manos, porque de esta manera se evitarían muchas enfermedades y hasta muertes.
No por nada hasta hay un Día Mundial de Lavado de Manos y un llamado de la Organización Mundial de la Salud a que personal de salud y población en general se lave las manos, porque de esta manera se evitarían muchas enfermedades y hasta muertes.
Lamentablemente, no tenemos memoria. O los buenos hábitos de higiene no se vuelven cultura o enseñanza desde la casa. Si fuera así, tal vez los tres bebés de Chihuahua que fallecieron hace unos meses porque adquirieron una sepsis neonatal por infección nosocomial no hubieran muerto.
Tampoco los 20 niños que vacunaron en Chiapas en 2015 hubieran tenido problemas. Cosa de recordar que dos de ellos murieron y el resto resultó afectado porque el personal no se lavó las manos antes de aplicar el antígeno.
Y bueno, qué decir de los casos de conjuntivitis que comentamos en días pasados y que se agudizaron porque la gente no se lava las manos y propagó la enfermedad.
No por nada el presidente de la Asociación Mexicana de Infectología Pediátrica, Antonio Luevános Velázquez, quien fue uno de los organizadores del XVII Congreso Latinoamericano de Infectología Pediátrica, ha comentado en serio y en broma que “pudiera haber todo un Congreso sobre puro lavado de manos, porque cuando nosotros hablamos de cómo disminuir las enfermedades infecciosas, terminamos diciendo: control, control, control, uso adecuado de antibióticos, manejo de ética, no abuso de antibióticos, pero el lavado de manos es el más importante”.
Y qué decir de Alejandro Serrano, director del Instituto Nacional de Pediatría, quien también participó en dicho Congreso, cuando recordó que “el lavado de manos cambió la historia de la medicina y la posibilidad de infecciones”.
Porque nosotros podemos cambiar la historia de las enfermedades en nuestro país y de nuestra familia desde casa, enseñando y fomentando el adecuado lavado de manos, y muchos otros hábitos saludables más.
Abatelenguas
En el Día Mundial del Niño Prematuro oftalmólogos advierten que hay un promedio de 450 niños, bebés prematuros, que cada año se quedan ciegos por falta de una atención médica oportuna, al adquirir la retinopatía prematura.
Leonor Hernández, integrante del Consejo Mexicano de Oftalmología, confía en que estas tasas se reduzcan a partir de las reformas que hubo a la Ley General de Salud para hacer obligatorio el tamizaje a todo bebé prematuro en la cuarta semana de vida para evitar que se quede ciego. Esperemos que así sea.