Entre gritos de aliento de sus seguidores, Zelaya fue trasladado desde la sede diplomática en un convoy hasta el aeropuerto internacional, donde partió hacia República Dominicana.
Tegucigalpa. El derrocado mandatario de Honduras Manuel Zelaya abandonó el miércoles el país tras meses de refugio en la embajada de Brasil en el mismo día que asumió un nuevo presidente, acabando con la crisis política desatada por el golpe en su contra.
Entre gritos de aliento de sus seguidores, Zelaya fue trasladado desde la sede diplomática en un convoy hasta el aeropuerto internacional, donde partió en el avión presidencial del mandatario dominicano Leonel Fernández con rumbo a Santo Domingo, donde será recibido como huésped.
"Volveremos, gracias a todos", dijo Zelaya a algunos partidarios en el aeropuerto antes de partir.
La partida de Zelaya, factor clave para zanjar la crisis política que dividió a los hondureños durante meses, fue posible gracias a un salvoconducto del nuevo presidente conservador Porfirio Lobo, un hacendado que asumió el poder el miércoles buscando pacificar el país y hacer las paces con la comunidad internacional.
Zelaya partió acompañado de su esposa Xiomara Castro, una hija y su asesor Rasel Tomé.
"Nunca van a dejarlo volver", dijo Carla López, una seguidora de Zelaya de 30 años con lágrimas en sus ojos mientras el derrocado presidente despegaba. "El realmente trató de ayudar a los pobres, (...) si otro presidente intenta hacer lo mismo va a haber otro golpe", agregó.
Zelaya fue depuesto por militares en un golpe de Estado el 28 de junio cuando intentaba hacer un referendum sobre la reelección, algo que había sido prohibido por la justicia y que para sus opositores era un intento de perpetuarse en el poder.
Después del derrocamiento, un Gobierno de facto liderado por Roberto Micheletti asumió el poder. Como protesta, la comunidad internacional y organismos cortaron sus relaciones diplomáticas y la ayuda financiera al empobrecido país.
En una carrera de resistencia, Micheletti se mantuvo por meses al frente del Gobierno de facto y Zelaya volvió en secreto a Tegucigalpa en septiembre y se refugió en la embajada de Brasil bajo amenaza de ser arrestado. Con su retorno, el país quedó más dividido que nunca entre sus partidarios y los simpatizantes de Micheletti.
Lobo ahora buscará reconciliar a los dos bandos y convencer al mundo de retomar las relaciones y reanudar la asistencia.
"Seré el presidente para todos, porque Honduras somos todos", dijo Lobo en su discurso inaugural, en el que agradeció desde a la Organización de Estados Americanos (OEA) hasta a la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, por sus roles para intentar resolver la crisis política.
Tendiendo lazos. Lobo recibió la banda presidencial de manos del presidente del Congreso, Juan Hernández, en una ceremonia en el estadio de fútbol de la capital hondureña repleto de soldados, que incluyó oraciones del obispo auxiliar de Tegucigalpa, Darwin Andino, de un pastor evangelista y aviones militares surcando el aire.
Varios miles de seguidores de Zelaya -algunos portando sombreros vaqueros como el que habitualmente usa el derrocado mandatario- ondeando banderas rojas despidieron al mandatario.
Con la asunción del nuevo presidente, muchos hondureños esperan que vuelva la estabilidad política y también la vital ayuda internacional de organismos multilaterales en medio de la crisis económica global.
"A los países vecinos, nuestros hermanos, les pido como igual a todos los del mundo entero, abran las puertas, la ayuda a este noble país que no hizo nada más que defender la democracia", dijo Micheletti antes de la asunción. "Hemos logrado culminar con éxito nuestro Gobierno", acotó.
Lobo dijo que espera normalizar pronto los lazos con los Gobiernos que enfriaron sus relaciones con Honduras, además de reanudar la ayuda de organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
"Deseamos que la reconciliación nacional se extienda a una necesaria e indispensable reconciliación con la comunidad internacional", sostuvo el presidente.
En una serie de medidas que buscaban bajar la tensión política antes de la asunción del nuevo Gobierno, el Congreso de Honduras aprobó la noche del martes una amnistía que benefició a Zelaya, y la justicia absolvió a militares que participaron en el golpe de Estado.
La amnistía aprobada por el Congreso unicameral, dominado por diputados del partido de Lobo, está dirigida a delitos políticos contra Zelaya, como la supuesta violación de la Constitución por buscar realizar una consulta popular que habría allanado el camino a la reelección.
En su toma de posesión, Lobo firmó el decreto de amnistía. "Hoy queremos sanar las heridas del pasado", dijo.
En otra medida para aliviar tensiones, Lobo anunció que tres de los ex candidatos presidenciales formarán parte de su gabinete, entre ellos el de un partido de izquierda leal a Zelaya.
Además, como ministro de Educación nombró a un líder del poderoso gremio de los maestros que reclamó en las calles la restitución del depuesto presidente al poder.