La cantante rockera lanzó su disco solista “La presencia de las personas que se van”.
Tras la disolución de la "Connor Questa" que integraba junto al guitarrista Hernán Rupolo, Jhones en bajo y Agustín Agostinelli en batería, la cantante rockera, Marilina Bertoldi, comenzó a realizar una serie de shows acústicos de su disco solista “La presencia de las personas que se van” que editó casi sin presentar.
Luego armó una banda integrada por Edu Giardina en batería, Luciano Farelli y Guillermo Porro en guitarras y Daiana Azar en bajo y teclados.
El disco está plagado de momentos y climas angustiantes, desgarradores, profundamente personales, cargados por un costado sonoro más vinculado al dark tipo Jesus and Mary Chain, The Cure, Pixies, Nine Inch Nails, My Bloody Valentine desde lo instrumental, con elementos de PJ Harvey.
Pero lo que más se destaca es la tremenda voz de Bertoldi, que transmite dolor, bronca, pasión, con gritos afinados y permitiendo que desde su garganta emane toda una paleta de colores.
El disco abre de esa manera con la hermosa acústica "En mí", donde Bertoldi habla de un amor enfermizo, cantando con entonación blusera, pero sin carraspera, hasta que al final ingresa la banda y desata una tormenta eléctrica fascinante del estilo shoegaze.
La voz suena rockera también en "Hoy lo veo" donde Bertoldi se acompaña con piano y acústica, hasta que en el estribillo entran Farelli y Porro con sus guitarras y bajos, para meter distorsión, riffs, acoples y latigazos de energía que ya no puede ser contenida.
- ¿Con qué necesidad nació el disco?
- Sí, y tiene mucho que ver con las letras. En los solistas siempre me sentí muy cómoda siendo muy sincera con las letras, siendo súper cruda. Sentía que estaba ese lugar para esa crudeza, que es un tipo de forma de escribir, hay distintas formas, distintos estados y distinta cantidad de entrega que podés dejar en una canción. En los solistas siempre sentí esa necesidad de poder escribir tal cual, ser sincericida, decir cosas que incluso te duelen decir. De historias personales siempre.
- ¿No tienes timidez, miedo a abrirte?
- No, para nada. A mí no me gusta mucho especificar, más que nada porque lo que me gustó a mí siempre de las canciones que más me marcaron es no saber específicamente qué pasó, sino imaginármelo un poco, dejar que la fantasía persista sobre cuál es la temática de cada canción. No soy público, no voy a saber a quién está dirigida pero el chico sí.
- ¿Querías esa cosa también de desgarrarte en la canción?
- Sí. Incluso también es como una lucha, pero es un proceso muy lindo en el cual sacás cosas. Es una purga casi, lo sacás, que salga y que no me destruya más a mí, en todo caso que me duela leerlo. Una catarsis.
Claro, y en algún punto también está bueno. Hay cosas que las escuchás y como que le das un cierre a algo. Es un cierre muy bonito, un moño, decir “es la frase que resume poéticamente toda una situación en la que aprendí".
- ¿Podría ser un disco de desamores o de divorcios?
- Es un disco de… No es de desamor, es más poder aceptar las cicatrices, los dolores y las culpas propias. Aunque quede cursi serían las cicatrices del corazón, que igual no es cursi.
Sí, sí, es como decir “esto está acá y yo sigo adelante, pero como me dolió me dejó una marca y puedo decirlo”. Yo siempre una persona un poco fría para algunas cosas y me costaba aceptar cosas, sobre todo en el tema romántico, siempre fue “se terminó, chau, si me dolió no te vas a enterar jamás”.
- ¿Es difícil tomar ese lugar que toman PJ Harvey o Regina Spektor de contar una historia en la cual la mujer va a arriba y ella decide cuando el hombre se baja o se sube el bóxer?
- A mí me encanta, estoy descubriendo esa faceta, estoy en pleno auge y enamoramiento con ese rol. Pero porque cuando aparece todo esto solista creo que fue muy necesario el cambio de imagen porque yo lo estaba viviendo, es muy sincero en ese aspecto.
Creo que me estuve mostrando ya no como una adolescente, que era una estética más y siempre lo fue en esa época, y empecé a aceptarme ya más como una mujer. Incluso, este último disco es mucho más sensual en muchos aspectos y me permito decir cosas más íntimas o más jugadas en ese sentido y definitivamente me encanta y me veo muy representada en ese sentido con la mujer que exige lo que quiere y lo dice. No es que lo obtiene, no es una dictadura, pero es una cosa de decir “no te lo voy a decir suave o dulce, te lo voy a decir directamente”.
- ¿En lo musical es más tu lado The Cure, Pixies y Sonic Youth?
- Quizás en estos discos, los primeros de los solistas. Lo que seguirá no va a mantener esa estética, no porque no quiera sino porque, como siempre comento, en la época en la que estos discos estaban saliendo yo tenía Connor Questa y el proyecto solista y un poco como que me dividía como persona. En ese momento la parte más intensa, rockera y al frente la tenía en Connor Questa y la parte más melancólica, introspectiva y suave estaba en lo solista.
Yo soy estas dos personas todo el tiempo, no soy a veces una u otra, y ahora lo que va a salir en el próximo disco va a estar todo en un mismo disco por lo cual el sonido ya es otro. Definitivamente nunca voy a poder abandonar ese lado melancólico que me gusta, que es mi forma de comunicar, así como también toda esa intensidad que es parte mía.
- En esa apertura y en esa cuestión de mostrar los sentimientos, ¿quién te inspiró?
- La persona que más me inspiró siempre y con quién me di cuenta que me fui más para ese lado es Gustavo Cerati. Me encanta su forma de escribir, me encanta la delicadeza y sutileza, lo directo que es y a la vez las hermosas metáforas que arma por momentos. Me encanta ese tipo de escritor. Pero también me gusta Thom Yorke que habla de cosas, que no define nada, de emociones y sensaciones. Es como que hago una mezcla de todo. El que más me inspiró siempre fue definitivamente Cerati, no sé si lo voy a superar alguna vez.
- ¿Lo escuchabas desde siempre o lo conociste en alguna época?
- No, lo agarré hace cuatro años más o menos. Hice un click del que no volví más con “Bocanada”, fue demasiado, no podía creerlo. Y nunca lo vi solista, lo vi con Soda Stereo. Me siento más cómoda escribiendo como lo hace Cerati. No me comparo con él pero me gusta ese tipo de prosa. Gustavo tenía una cosa muy sensual, me gusta. Yo voy por un lado en el que me meto en cosas más oscuras por momentos pero me gusta esa sensualidad.
Quizás a veces no estamos acostumbrados a ver que se hable desde un lado tan elegante del momento de intimidad, por ejemplo.
No hay que hablar del sexo como una película porno, se puede hablar desde otro lado y hay gente que lo logra. Como Federico Moura que tiene letras muy sensuales como esa frases que dicen “y tu cuerpo va flotando por mi habitación” o “a la vida hay que hacerle el amor”. Eso que te transporta hasta ahí. No te describe un culo, te describe una sensación.