Por Carlos Nogueira, Director General para Latinoamérica de InterSystems.
De acuerdo al último ránking del Índice de Eficiencia en Salud de la reconocida compañía internacional Bloomberg, de un total de 55 países que componen el listado, Chile se sitúa en el octavo puesto superando a potencias como Suiza y Francia y siendo, además, la única nación de Latinoamérica presente.
Si bien el lugar obtenido por Chile debe ser motivo de orgullo, es importante precisar que el análisis utilizado para elaborar la lista no consideró algunos factores que configuran la situación actual del país en materia de salud y que guardan relación con la gestión administrativa intrahospitalaria, como así también, con la relación que los establecimientos mantienen con sus servicios de salud respectivos.
De esta forma, el informe de Bloomberg no contempló las largas listas de espera, el déficit de camas -que ha traído como consecuencia la derivación de más de tres mil personas hacia recintos privados en el primer semestre de 2016-, ni la saturación de las urgencias en momentos peak, entre otros.
Todo lo anterior tiene que ver -en parte-, con la gestión administrativa y difiere sustantivamente de la definición de la palabra eficiencia, la cual, según la Real Academia de la Lengua, corresponde a la “capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado”.
Según el Banco Mundial, desde 2014 Chile destina en salud US$ 1.137 per cápita, es decir, cerca $ 767 mil pesos, lo que representa un 7,79% del PIB y a su vez, una disminución respecto de los US$ 1.192 que se destinaban en 2013.
En la misma línea, la Presidenta Michelle Bachelet, en el marco del anuncio del proyecto de Ley de Presupuesto 2017, dio a conocer un aumento del 2.7% en salud, mientras que en 2015 el aumento fue de un 4,4%.
Es en este contexto que las autoridades buscan permanentemente lograr el efecto determinado de proveer un sistema de salud óptimo y de calidad a las personas, sin embargo, este es un esfuerzo de largo aliento y que requiere de la colaboración de todos los sectores.
Por ello, cobra vital importancia que asimilemos que Chile se encuentra en un momento paradigmático para hacer conversar, a través de la tecnología -vista como herramienta optimizadora de la gestión interna y externa de un hospital-, a la salud pública y privada, de lo cual se desprenda la regularización en la atención de las personas.