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Mathieu Flamini, el futbolista que está cambiando el mundo
Miércoles, Febrero 14, 2018 - 10:06

El volante del Getafe es dueño de una compañía productora de ácido levulínico, un químico que sustituye el petróleo y preserva el ambiente.

Lleva 15 años jugando fútbol profesional y ha marcado apenas 19 goles. Sin embargo, su legado para el mundo podría ser más grande que el de las estrellas de este deporte en la actualidad, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

Es francés y se llama Mathieu Flamini. Tiene 33 años y ha jugado en el Olympique de Marsella, Arsenal y Cristal Palace de Inglaterra, Milan de Italia y el domingo pasado se estrenó con la camiseta del modesto Getafe de España, en el empate 0-0 frente al Barcelona, en el que el colombiano Yerry Mina jugó los 90 minutos.

Lo que hace especial a Flamini es que es uno de los socios fundadores de GF Biochemicals, una compañía dedicada a producir ácido levulínico a escala comercial a partir de la biomasas como el pasto y las astillas.

Este químico es, según el Departamento de Energía de Estados Unidos, una de las moléculas claves que podrían sustituir el petróleo y ayudar a preservar el medio ambiente.

En apenas 10 años, el valor de la compañía alcanzó los 30 mil millones de euros, lo que convierte a Flamini, socio mayoritario, en el futbolista más rico del mundo.

El dinero, sin embargo, no es lo que lo mueve. “El cambio climático es el problema más grande de nuestra era. Es tiempo de actuar, de salvar el planeta”, asegura constantemente en las diferentes charlas a las que es invitado. De hecho, el año pasado participó como conferencista en el Web Summit y en un encuentro organizado por la Unión Europea y las más importantes multinacionales de la industria bioquímica.

Flamini debutó como profesional en 2003, en el Olympique de Marsella, y en la siguiente temporada fue transferido al Arsenal de Inglaterra. Luego de cuatro temporadas se fue al Milan de Italia.

Fue allí en donde el volante mixto, que además ha jugado un par de compromisos con la selección francesa, conoció a Pasquale Granata, un investigador de la Universidad de Florencia en temas de agronomía, medio ambiente y horticultura.

Se hicieron socios y juntos fundaron GF Biochemicals, cuyo nombre obedece a las iniciales de sus apellidos, Granata y Flamini.

Ambos estaban muy interesados en el tema del cambio climático y decidieron actuar en vez de hablar. “Realmente queríamos hacer algo. Nos reunimos con algunos científicos e ingenieros para comenzar a desarrollar ideas en biotecnología”, explicó Flamini en una entrevista con la BBC.

Durante varios años trabajaron en investigación, hasta que lograron perfeccionar el método de producción de ácido levulínico.

Flamini, cuyo vínculo con la empresa permaneció anónimo durante mucho tiempo, no dejó el fútbol. De hecho, en 2013 volvió a Londres para jugar con el Arsenal y luego en el Cristal Palace.

La semana pasada, antes de que se cerrara el mercado de invierno en Europa, el Getafe, un club pequeño de Madrid, anunció con bombos y platillos la contratación de Flamini, quien jugó 15 minutos el domingo ante el Barcelona. “El fútbol es mi prioridad. Tengo otros intereses y otras responsabilidades fuera de la cancha, pero lo que más me divierte es jugar”, aseguró.

En la empresa, la labor de Flamini es básicamente de promoción y administración, por lo que puede disponer del tiempo como quiera.

GF Biochemicals tiene actualmente 112 trabajadores, muchos de ellos en su sede principal, en Caserta, cerca de Nápoles, pero genera más de 500 empleos indirectos.

Aunque Flamini no se siente verdaderamente un innovador, sino más bien un emprendedor preocupado por el futuro de la humanidad, sí tiene claros los beneficios de su producto: “Permite la fabricación de plástico biodegradable, disolventes y detergentes ecológicos, además de combustibles limpios”.

Viaja cada vez que puede a Geleen, Holanda, en donde queda la sede administrativa de su compañía. “Vine a España porque quería seguir jugando y el proyecto del Getafe me llamó la atención. No me pidieron que invirtiera, estoy acá para ayudar al equipo a sumar la mayor cantidad de puntos posible”, advierte el volante, conocido como Marathon Man, por su enorme despliegue físico.

Sus compañeros de equipo, que apenas se están enterando de su historia, lo miran con admiración y algo de envidia. No por su calidad en el campo, sino por los millones que gana y, sobre todo, el aporte que hace con su empresa para cambiar el mundo.

Autores

Luis Guillermo Ordóñez Olano