Por Sebastián Stranieri, CEO de VU Security.
Las medidas de aislamiento y control preventivo afectan a la economía mundial al tiempo que ponen a prueba la capacidad real de los sistemas sanitarios y su capacidad de asistencia virtual.
El aumento de casos por COVID-19 está transformando el modelo asistencial con nuevos enfoques de tratamiento. El objetivo va más allá de frenar la propagación del virus en las consultas médicas.
En este contexto, la telemedicina emerge como una alternativa eficaz y ha comenzado a recorrer un sendero exponencial en todo el mundo. En Estados Unidos, la mayoría de las consultas se están realizando de manera virtual, diez veces más que antes de la pandemia. En China se aconsejó a los pacientes que buscaran ayuda médica a través de la telemedicina, es por ello, que las autoridades decidieron pagar las consultas de atención virtual porque los hospitales y las clínicas se encuentran colapsados. De esta forma, los médicos pueden atender el triple de pacientes al día.
En el Reino Unido también se sigue por el camino de la asistencia online. La relación riesgo-costo-beneficio de esta atención virtual ha cambiado enormemente la práctica clínica, y si bien muchos consideran que la experiencia no cuenta con la misma calidad que si fuese de manera presencial, cada vez es más elegida por los pacientes. Italia también se inclina por incrementar la capacidad de la telemedicina, ya que actualmente no cuentan con la infraestructura y recursos necesarios para integrarlo a la consulta presencial.
En Argentina, los servicios de medicina privada y las nuevas prepagas “digitales” están desplegando su catálogo de soluciones para asistir cada vez a más personas y, a la vez, alivianar el sistema de salud con el objetivo de evitar el traslado de los pacientes a consultorios, guardias y salas de atención presencial.
Sin embargo, para que este cambio repentino de hábitos sea efectivo, se debe tener en cuenta siempre al paciente. La introducción de nuevas herramientas e innovaciones en el servicio médico deben ir acompañados de la incorporación de experiencias seguras para el paciente, para que éste pueda incorporarlos de la forma más natural posible. La protección de su identidad, la garantía de que sus registros y tratamientos médicos sean confidenciales, serán detalles fundamentales a tener en cuenta.
En VU, trabajamos en la prevención de fraude y protección de la identidad, diseñando soluciones de autenticación robusta de la identidad de los ciudadanos. Mediante la aplicación de tecnologías que combinan biometría e inteligencia artificial, las operaciones tanto en hospitales como en farmacias son 100% digitales, seguras y remotas, siempre que sea posible. Por ejemplo, las prepagas y obras sociales pueden implementar un proceso de autenticación de la identidad de los profesionales con los que trabajan para simplificar y aumentar la seguridad de los procesos de recetas y órdenes de estudios, con el objetivo de reducir las estafas y las pérdidas tanto de reputación como de dinero.
De la misma manera, la identidad de un paciente puede ser verificada a través del reconocimiento facial, la voz, la palma, la huella y distintos métodos de autenticación no invasiva dependiendo del uso tanto en consultorios y hospitales como farmacias: como resultado, el proceso de registro, ingreso y alta del paciente se vuelve más ágil y seguro, al reducir los tiempos y los márgenes de error. A su vez, una identificación más precisa del paciente permite la creación de un historial clínico único digital, que favorece el desarrollo de tratamientos personalizados más eficientes. Además, estas metodologías permiten interacciones sin contacto físico, en una época en la que la cercanía es un riesgo.
Más allá de la expansión e incremento en el uso de estos sistemas de consulta y atención online a raíz de la pandemia mundial, las condiciones están dadas a nivel global para generar un cambio profundo en el servicio médico acompañado por tecnologías de última generación. Dichos mecanismos digitales ayudan no solamente desde un punto de vista administrativo, sino también para mejorar la experiencia de los pacientes para con las instituciones y, en definitiva, mejorar las vidas de los ciudadanos.