Mayores resultados en pruebas PISA y capacitación a trabajadores son la clave.
Una reforma educativa que logre que Uruguay aumente 50 puntos en las pruebas del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus iniciales en inglés) en 10 años, complementada por un esfuerzo similar que capacite trabajadores que ya se encuentran en el mercado laboral, haría que el Producto Interno Bruto (PIB) interno per cápita uruguayo aumente 37,2% por encima de lo esperado en 2050, establece un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En una misma aproximación, el hecho que Uruguay solo logre la reforma educativa –que mejore 50 puntos en las PISA– daría un PIB per cápita para 2050 17,4% por encima del nivel esperado de no darse ese cambio. En la última prueba (2012), Uruguay obtuvo una puntuación de 443. El promedio de los países desarrollados es de 500 puntos.
El libro “¿Cómo repensar el desarrollo productivo? Políticas e instituciones sólidas para la transformación económica”, preparado por el Departamento de Investigación y el Departamento de Instituciones para el Desarrollo del BID, proyecta que el PIB per cápita en Uruguay de US$ 13.400 –cifra de 2010–, será de US$ 25.800 en 2050 si el ritmo de crecimiento del país se mantiene en un promedio de 2% anual.
Sin embargo, con una eventual reforma educativa orientada a resultados, el PIB por habitante será de US$ 30.300, y con la reforma y un programa de capacitación a trabajadores que ya estén en el mercado laboral, la cifra aumentará a US$ 35.400. Se supone una vida laboral de 40 años y reformas paulatinas, afectando a una cantidad considerable de personas. Los expertos señalan que aumentar 50 puntos en las pruebas PISA es ambicioso pero alcanzable, ya que representa casi el aumento que se dio en Brasil y México en la sección de comprensión lectora de la prueba entre 2003 y 2009.
Las aproximaciones se basan en el modelo desarrollado por los doctores en Economía Eric Hanushek y Ludger Woessmann en 2011. Ellos, detalla el libro del BID, demuestran en diversos estudios que lo que influye en el crecimiento económico es la calidad de la formación de la fuerza laboral que “depende de los niveles de habilidades adquiridos tanto dentro como fuera del sistema educativo (a través de la familia, la capacitación informal, el aprendizaje basado en el trabajo, etcétera)”.
El estudio señala que “la literatura especializada más reciente sobre el impacto de la educación en el crecimiento pone de relieve la distinción entre cantidad y calidad/pertinencia de la educación en el país. Es decir, distingue entre la cobertura de un sistema o los años de estudios de la población y las habilidades cognitivas adquiridas”. De acuerdo a Hanushek y Woessmann, las diferencias de ingreso per cápita entre los países de la región y el resto del mundo se explican entre la mitad y dos terceras partes por el capital humano medido por pruebas internacionales.
Además, cuarta parte de los cambios en los ingresos de los países se explica por medidas de la asistencia escolar sin que se consideren las habilidades adquiridas. En base a esto, concluyen que “los niveles de habilidades, más que los logros educativos, explican las diferencias salariales individuales, la distribución del ingreso y el crecimiento económico”.
Los autores justifican sus planteos en el marco de una región que invierte 4,7% de su PIB en educación –similar al guarismo uruguayo–, comparada con un registro de 12% en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Destacan además que en la región los esfuerzos se han enfocado en ampliar la cobertura construyendo más escuelas y logrando que más personas tengan educación, pero que todo esto no ha logrado que mejore la productividad de la fuerza laboral y por ende, que la velocidad de desarrollo se acerque a la de los países del primer mundo. El estudio establece que las diferencias se dan porque las deficiencias educativas más críticas están en el ámbito de la pertinencia y la calidad.