Orgullosa de su belleza, esta provincia argentina se descubre en su historia, que abunda en los rastros de la civilización incaica, así como en el exquisito sabor de su vino; en el Aconcagua y en sus aguas termales, así como en sus nieves invernales.
Mendoza, también conocida como “la ciudad de las acequias”, causa impacto con sus veredas impecables y elegantes pobladas de álamos y algarrobos. Ni rastros quedan del desierto que ocupaba la región cuando llegaron los colonizadores españoles: el paisaje árido se esfuma bajo el oasis creado por la mano del hombre.
Caminando por las calles o entre las fuentes de la Plaza Independencia o el Parque Central, es fácil entender por qué muchos la consideran la ciudad más bonita de Argentina. El parque General San Martín , diseñado por el arquitecto Carlos Thays, comprende bosques, lagos, un zoológico y el cerro de la Gloria, donde está el monumento al Ejército Libertador de San Martín.
Los árboles y el máximo aprovechamiento del agua contribuyeron a crear una urbe amable, que contrasta con la aridez natural de la tierra mendocina. A principios de marzo, cuando la ciudad se convierte en escenario de la Fiesta de la Vendimia, los desfiles ganan las calles y el público puede recrearse con espectáculos artísticos, fuegos artificiales y la coronación de una reina.
Poco antes de llegar a la frontera con Chile, a un costado de la ruta 7, está el Puente del Inca. Se trata de una extraña formación natural sobre el río Las Cuevas originada por la persistente erosión del agua. Tiene 47 ms de largo y el río corre debajo del arco de piedra, a unos 26 mts.
Allí funcionaba el hotel Termas del Inca; pero a consecuencia del alud de 1961, hoy sólo quedan las ruinas, entre las que humean algunos charcos de aguas termales adornados por estalactitas.
A decir verdad, Mendoza cuenta con una importante oferta de aguas vaporosas y curativas, entre las que figuran El Challao, Los Molles, El Sosneado y Cacheuta, uno de los centros termales más activos de la provincia. Dicen que aquí las aguas revitalizan células y tejidos.
Con sus 6.959 ms de altura y el orgullo de ser la cumbre más alta del continente americano, el Aconcagua atrae a los curiosos y desafía a los más intrépidos. En el parque Provincial Aconcagua se obtiene una de las mejores vistas del pico con sus cima blanca y sus glaciares.
El lugar tiene un cierto velo de misterio y leyenda, y algunos hasta lo consideran un sitio lleno de energía, favorable para el aterrizaje de platos voladores. La historia de “la conquista” de esta montaña se inició en 1883, con el alemán Paul Gussfeldt que abrió camino a tientas, sin contar con datos precisos. Alcanzó los 6.560 mts y estuvo a tan sólo 400 mts de la meta.
Por su geografía accidentada, toda la provincia da lugar a la práctica del turismo aventura, sin embargo, San Rafael -a 240 kms al sur de Mendoza- se ha convertido en el eje central. El lugar cautiva con sus circuitos de rafting, cabalgatas, trekking, escalada y mountain bike en el corazón de los Andes. Enmarcado en el Cañón del Atuel, de extrañas formaciones rocosas, pocos resisten a la tentación de sacudirse a bordo de un gomón según dicten los caprichos de los rápidos en el río Atuel.
Cuando el sol empieza a bajar y resaltan los colores de ese macizo de roca y nieve, uno se siente absorvido por esta mole infinita de la cordillera de los Andes y busca desesperadamente que esa imágenes -los cerros, la historia, los verdes, los desiertos- queden para siempre en la memoria.
Otro de los grandes atractivos mendocinos son sus vinos. De los cien vinos argentinos más famosos en el mundo, los primeros 5 puestos pertenecen a bodegas mendocinas. Posee más del 60% de la producción de vino de Argentina. Mendoza reúne ciertas características físicas que la vuelven ideal para este propósito, como la gran diversidad de sus suelos, el clima y la altitud; factores que brindan a sus vinos una gran concentración de fruta y aromas. Mendoza, que forma parte de la Región de Cuyo, según los expertos posee una diversidad en los diferentes valles vitivinícolas, cada uno con características propias, que benefician la vitivinicultura.
También juega un rol muy importante la altitud a la que se cultivan los distintos viñedos para obtener diferentes vinos. Todos coinciden en que la provincia ofrece desde vinos jóvenes, frescos y frutados, hasta productos concentrados, con taninos y colores marcados. Tanto para degustar los productos como para tener en cuenta los diferentes tours, es importante tener en cuenta que en en Mendoza se destacan cinco valles; la zona alta del Río Mendoza desarrolla vinos de color y taninos profundos, de los reconocidos en el mundo por su concentración. Su variedad más famosa es el malbec.
El segundo valle es el norte de esta provincia, donde las cepas que mayor desarrollo tienen son el syrah y bonarda, mientras que para vinos blancos, el chardonnay y ugni blanc. El este mendocino posee gran variedad de uvas, que proveen los aromas frutales a sus vinos, como el bonarda, cabernet sauvignon, sangiovese y tempranillo.
Por otro lado, encontramos el Valle Este: el mayor productor de vinos de la Región Cuyo, también con una gran variedades de uvas. Finalmente, aparece el Valle Sur de Mendoza, es una zona de viñedos de mediano a bajo vigor, produce vinos equilibrados y elegantes. Aquí, “el clima es caluroso, de noches frías y de sequía moderada.
Mendoza es una combinación adecuada y precisa de historia incaica, montañas, nieve y un camino del vino imperdible, además de diversas opciones de turismo aventura.