No buscan ni fama ni dinero. Tampoco esperan el reconocimiento. Antes fueron emprendedores y ahora aportan de una manera altruista su conocimiento para guiar al éxito un proyecto emprendedor. Ese es el objetivo de los mentores, y su recompensa.
Por Toñi Herrero Alcántara para Think Big. Para quienes están inmersos en el mundo de las startups yemprendedores, la figura de los mentores forma parte del ecosistema. El nombre viene de Méntor, personaje de la Odisea de Homero que era el consejero de Telémaco, y que ha llegado hasta nuestros días como sinónimo de guía, no solo de personas sino también empresas que empiezan. “El mentor es aquella persona que tiene experiencia en lo que un emprendedor desea conseguir con su negocio y se embarca con él en su aventura”, comenta Francesc Hinojosa, CEO de Eureka-Experts y Eureka-Startups. Un guía que puede ser fundamental para que el proyecto se desarrolle con ciertas garantías de éxito y llegue a buen término. Y esas expectativas no son gratuitas sino que se fundamentan en que la gran mayoría de los mentores han sido emprendedores antes, con sus éxitos y sus fracasos empresariales. Y ya solo por eso tienen unos conocimientos, una experiencia personal y una visión que pueden aportar enfoques, soluciones y ayudar a crecer a los emprendedores de una manera más efectiva que si lo hicieran ellos solos. “Un mentor puede ayudar a detectar necesidades y definir estrategias en esas áreas en las que tiene más experiencia. Pero un mentor no es un coach, aunque a veces haga de coach”, explica Sylvia Lorente van Berge Henegouwen, de Mobile Jazz y mentora en la aceleradora de negociosStartupbootcamp.
Esta experiencia ajena ha de servir para evitar errores y ahorrar disgustos a los emprendedores. “Es una oportunidad de compartir la experiencia propia con nuevos líderes de negocios con el fin de ayudarles a tener más éxito más rápido y evitar los errores que uno mismo cometió”, indica Luke Angell, director de Desarrollo de Negocio en Vittalia Internet y mentor también en Startupbootcamp.
Sin embargo, haber sido emprendedor no es garantía de ser un buen mentor. Y es que además de conocimiento y experiencia se requiere de enfoque analítico, honestidad y sinceridad, voluntad de ayudar y generosidad. “Como mentora, en base a mi experiencia, intento ayudar en el crecimiento empresarial y personal a mi mente, ayudando en el replanteamiento de enfoques, en la validación de alternativas, siempre basando la relación en la confianza, transparencia y honestidad”, detalla Helena Torras, VP Operations Abiquo & Board Director, Managing Partner PaoCapital ymentora en Wayra, StartupBootCamp, Menorca Millenials y Barcelona Mentoring Program.
Pero también hay otras características necesarias que han de poseer los mentores como saber escuchar, entusiasmar y convencer (en definitiva, comunicar) y tener paciencia. La empatía es fundamental también “para entender qué hay más allá del proyecto empresarial y de las personas que lo lideran. También es necesario ser muy realista pero beber de la pasión del emprendedor y saber gestionar tiempos y emociones. El mentor debe, en definitiva, aportar equilibrio“, destaca Lali Oms, empresaria y mentora.
¿Y qué esperan los emprendedores y las startups de los mentores? Pues que les orienten en “el desarrollo de un negocio en todo su proceso: desde la conceptualización del modelo de negocio, pasando por el análisis de mercado y hasta encontrar partners para el lanzamiento del producto”, indica Roc Fages, socio de Lead To Change y mentor de startups como Memora, MyABCKit, Gonnafit, Rehavitat y Hardrones.
Y toda esa asesoría incluye sobre todo la creación de contactos y en muchos casos la captación de inversores. “Los emprendedores están buscando orientación, asesoramiento y contactos e presentaciones en la red del mentor de potenciales inversores, clientes y socios”, indica Angell, que ha mentorizado startups como The Social Coin y Plytix.
Sin retribución
Y todo esto a cambio de nada, ya que en la mayoría de los casos no hay retribución para este trabajo. Los mentores son perfiles altruistas, voluntarios del consejo y de la asesoría, cuyo objetivo es aportar valor a las startups. “No cobro nada, forma parte del enriquecimiento personal, destino una parte de mi tiempo a ayudar a otros, igual que lo hicieron antes conmigo ” , puntualiza Torras, que ha ejercido de mentora para startups como Marfeel, Treeveo o Cookbooth. En general, este altruismo forma parte del papel.
“Si tuviera que cobrar por ello para mí perdería completamente el sentido ser mentor, que es tener la satisfacción personal de poder ayudar a gente joven con consejos e información que a mí me hubiera gustado tener cuando empecé a emprender y tuve que abrirme camino completamente sólo”, recuerda Óscar Fuente Castrillejo, director general y fundador de IEBS Business School y mentor en Seedrocket.
Y es que la compensación o contraprestación para los mentores en muchos casos pasa simplemente por la satisfacción personal: “No lo hago por una recompensa específica. Mi recompensa es ayudar a las nuevas empresas a evitar los errores que he hecho y acelerarlos en su camino hacia el éxito”, comenta Luke Angell, mentor en Startupbootcamp.
Otros quieren devolver el favor que les hicieron a ellos, un homenaje a la Ley del Karma: “A mí me ayudaron muchos emprendedores y figuras del sector en mis inicios, y quiero ayudar de la misma forma. A parte creo que la relación mentor-mentee es muy enriquecedora para todos“, comenta Helena Torras, quien también matiza que “hay empresas en las que acabas dedicando mucho y realmente influyes, positivamente, en su destino, y te gustaría, aunque fuera, un porcentaje simbólico de la compañía, para que cuando tengan éxito, formar parte de ello”. Algunos mentores, con posterioridad al proceso de incubación acaban formando parte del consejo de administración de la startup. Pero eso es otra historia.
En este sentido para Sylvia Lorente van Berge Henegouwen, “cuando hay retribución hay implicación con intereses personales por lo que podemos pasar de un rol de mentor a un rol de gestión. Ambos necesarios, pero quizás no en la misma persona”.
En todo caso cualquiera que se implique como mentor buscando una recompensa o un reconocimiento “lo está haciendo por las razones equivocadas”, sentencia Angell. Así pues los mentores ni siquiera aspiran al reconocimiento social como contraprestación. “Cuando ofreces tu tiempo lo haces sabiendo que tu rol es dar sin tener por qué recibir nada a cambio. Si tienes esa actitud no hay nada que sea ingrato”, comenta la mentora de Startupbootcamp. “Si esperase algo a cambio entonces podría haberme llevado alguna decepción. Si es verdad que alguna vez he sentido que no se ha valorado mi trabajo en la medida del impacto que ha tenido pero no me importa no es lo que busco”, remarca Óscar Fuente, mentor de startups como Palbin, Reallylatebooking, Infantium, Chicfy, Erreqerre.net, Brandrain y Edukame.
Y es que los mentores, en general, no necesitan reconocimiento social. “El mejor reconocimiento es el éxito de tus proyectos empresariales y de los que mentorizas. Ser mentor es un honor y una responsabilidad igual que lo es ser un profesor en la Universidad. Hay una parte importante de vocación”, comenta Lali Oms, que ha ejercido de mentora para empresas mayoritariamente industriales, de las que indica que tienen menos oportunidades de entrar en círculos de mentoring aunque los resultados son más rápidos.
La recompensa para estos voluntarios es cuando las sugerencias y consejos de los mentores llevan a lo que Luke Angell denomina “momento Eureka”, que supone un gran avance para los fundadores. “Ver cómo las empresas sobreviven gracias a tus aportaciones y actuaciones o que cuando les das ideas o sugerencias y piensas que no te están escuchando luego te cuentan que lo han aplicado y que han tenido un antes y un después hace que la retribución que obtienes a cambio sea mucho más valiosa que el dinero”, remarca el director general y fundador de IEBS Business School y mentor en Seedrocket.
Límites, una necesidad
Una de las partes más complicadas es averiguar qué tipo de orientación, asesoramiento, apoyo a la puesta en marcha más necesita. “Muchas startups tienen tantos problemas que resolver que se ha de saber por dónde empezar, otros piensan que ellos saben lo que necesitan. Pero en realidad es algo más, que muchas veces es difícil de comunicar a los fundadores”, comenta el director de desarrollo de negocio en Vittalia Internet.
Marcar límites también es importante. “No es un servicio de barra libre ilimitado sino un trabajo de alto impacto en los emprendedores. Uno mismo se tiene que poner los límites y fijarlos también con el emprendedor para evitar complicarte la vida y llegar a situaciones de saturación. Somos mentores no dispensadores con capacidad ilimitada”, comenta el director general y fundador de IEBS Business School. En la misma línea comenta Torras: “Yo establezco los límites. A cuántas empresas puedo mentorizar en cada aceleradora y cuanto tiempo les puedo dedicar”.
Es importante definir prioridades: “Hay que estructurar el tiempo que quieres invertir, definir bien en qué puntos quieres aportar valor para no acabar involucrada en todo. Y definir las formas que permitan una optimización de las interacciones y el tiempo invertido. Entender bien de dónde viene la empresa y a dónde va, sin juzgar demasiado rápido según nuestra experiencia personal”, explica Sylvia Lorente van Berge Henegouwen, que actualmente ejerce de mentora para Zolertia.
Otro aspecto a evitar es la confusión de un mentor con un business coach. “Esta última figura está durante un tiempo concreto, y de forma regular, con una empresa para ayudarle a montar el modelo de negocio. Un mentor hace el trabajo de forma más puntual, y con recomendaciones concretas de temas concretos”, matiza Roc Fages. Aunque a veces también se dan situaciones delicadas “en que no se trata únicamente de una decisión empresarial, sino que el mentee plantea temas emocionales”, matiza Torras.
Y es que, como explica Oms, a veces el éxito de una compañía puede ser que dos socios no se peleen continuamente. “Y la labor del mentor tiene que ser más de coaching que de otra cosa para garantizar el éxito futuro”.
A mejorar
Aunque la honestidad y la sinceridad son unas de las principales cualidades que ha de tener un mentor, el socio de Lead To Change advierte de que en España aún se espera que el mentor sea condescendiente con los asesorados. “Si quieren aprender, se deben decir las cosas tal y como se piensan. Si algo está mal, se debe ser muy sincero“.
A modo de sugerencia Angell comenta que ayudaría mucho que los programas de las incubadoras y aceleradoras explicaran mejor a las nuevas empresas cómo utilizar a un mentor para reducir el tiempo que se gasta tratando de encontrar la manera de trabajar juntos, y poder aprovecharlo más para resolver problemas concretos.
Otras propuestas de mejora pasan por vincular dos tipos de mentores para cada proyecto. “El mentor empresario y el mentor alto directivo de una organización. Los mentores empresarios tendrían que ser empresarios consolidados con éxitos y fracasos a su espalda. Si solo tienen éxitos son un peligro, si solo tienen fracasos frenan la innovación. Los mentores directivos de grandes empresas aportan visiones globales, su apoyo, consejo y relacional es vital para muchos proyectos”, expone la empresaria y mentora Lali Oms.
Y quizás lo más básico: aclarar las diferencias entre mentor, consultor, advisory board, consejo de administración, intermediario, business coaches… y es que actualmente, en la palabra mentor entran muchas cosas, demasiadas. “El mentor hace las funciones de la figura de la persona de referencia que todos tenemos: alguien en que puedes confiar, que te dice pocas cosas, pero claras, contundentes, con sentido y enfocadas a la solución”, con concluye Roc Fages.
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