“Mi padre me enseñó el oficio, a él le enseñó su papá, esto ha saltado de generación en generación", comenta uno de los artesanos de cuero de la ciudad ecuatoriana. A él se suman otros que trabajan el mimbre, la tagua y hasta las pezuñas de vaca.
Esculturas talladas en distintos tipos de maderas, calzado elaborado con mimbre y otras artesanías denotan los saberes que gente de los pueblos montubio, indígena y afroecuatoriano resalta en objetos que se ofertan en algunos mercados artesanales de Guayaquil.
Uno está ubicado en las calles Loja y Baquerizo Moreno y tiene locales donde se ofrecen artículos de Costa, Sierra y Amazonía. Por ejemplo, los productos de sapán (material que se obtiene del tallo del banano) son muy pedidos en el puesto de Rocío Hinostroza.
Las artesanías de sapán reflejan “mucho a los cholos y montubios de la Costa ecuatoriana” afirma Hinostroza, quien destaca la resistencia de este producto para diferentes usos.
Asimismo, tapetes, manteles, canastos para alimentos o utensilios, individuales, portavasos, sombreros y otros productos se pueden elaborar con sapán.
Guillermina Cruz, artesana oriunda de Puerto El Morro, en Playas, comenta que las artesanías en tagua también son muy solicitadas. Explica que este producto es conocido como “nuez de marfil o marfil vegetal” y que crece en bosques húmedos tropicales de Ecuador.
Los artesanos emplean esta semilla para la confección de collares, botones y figuras artísticas de animales. Estas formas se obtienen luego de un proceso de tallado, señala Cruz, quien en su local ofrece otros productos de mazapán, porcelanicron, barro y madera.
“Soy artesana y trato de representar las culturas de la Costa, como la Valdivia, la Manteña, la Huancavilca, con las que me identifico, que son nuestros ancestros”, dijo Cruz, quien desde hace 37 años trabaja en el mercado.
El cuero es otro de los productos que el riobambeño José Bonifaz utiliza como base para artesanías. Billeteras, sombreros y chaquetas se encarga de elaborar este artesano del mercado de la avenida Machala y Ayacucho.
Dice que el proceso de creación en cuero lo heredó de sus ancestros cuando era joven.
“Mi padre me enseñó el oficio, a él le enseñó su papá, esto ha saltado de generación en generación, nosotros cogemos el cuero, lo curtimos, lo cocinamos, lo pasamos por planchas, es todo un proceso de aprendizaje, de herencia”, comenta.
En el mismo mercado está María Quinta, quien hace treinta años llegó desde Chimborazo. Ella se dedica a la manufactura de tejido a base de lana y otros hilos, con ellos crea bolsos, carteras y monederos.
De su tierra también trae botellas revestidas con pezuñas de vaca. Explica que este artículo es utilizado en la Sierra, ya que, “antiguamente, los ancestros indígenas lo usaban para almacenar bebidas con alcohol para ellos mantenerse en calor”.