Científicos le han seguido la pista a este proceso durante dos años para conocer su impacto sobre ciertas enfermedades. Afirman que los mexicanos dejaron de consumir estos productos en un 7,9%.
El Espectador. Una de las propuestas que más controversia generó durante la discusión de la reforma tributaria en Colombia, fue la de ponerle impuesto a las bebidas azucaradas. Una idea que, aunque para algunos parecía descabellada, obedecía a un contexto internacional que indicaba que este era el camino a seguir: varios países la estaban empezando a implementar, se hizo pública la influencia que habían tenido los gremios azucareros para que los científicos negarán la relación del azúcar con las enfermedades cardiacas y hasta la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) sugirió a los países aumentar en un 20% el precio de estas bebidas.
No obstante, mientras en Colombia la iniciativa se ahogó por presiones políticas y económicas, en países como México, donde la tasa de obesidad rodea el 80%, la medida ya comienza a dar sus frutos.
Preguntándose qué tan efectivo había sido el impuesto al azúcar en México, científicos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, Estados Unidos, se reunieron con los investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública de México, para rastrear sus efectos dos años después.
El estudio, publicado en la revista médica Health Affairs, concluye que la compra de bebidas azucaradas disminuyó 5.5% un año después de aprobar el impuesto y llegó a reducirse un 9.7% dos años después. En promedio, esto implica una reducción del 7.9% en sólo dos años.
El impuesto, que sólo consiste en 1 peso mexicano (US$ 0,05 ) por litro, tuvo su mayor impacto en los hogares más pobres, donde la disminusión en la compra de estos productos fue de 18,8 mililitros por persona por día para el 2014, y de 29,3 mililitros para el 2015.
Por su parte, la compra en otras bebidas que no están gravadas aumentó 2% en dos años.
“A nivel global, la conclusión sobre el impacto sostenido durante dos años de los impuestos sobre las bebidas azucaradas en México puede alentar a otros países a utilizar políticas fiscales para reducir el consumo de bebidas no saludables y reducir la carga de enfermedades crónicas”, advirtieron los científicos al periódico inglés The Guardian.
Y aunque los investigadores afirman que es muy pronto para tener datos sobre este último punto - el del impacto que tiene el impuesto en la reducción de ciertas enfermedades, como la diabetes y los problemas cardiovasculares – sí creen que a futuro será positivo.
En otros lugares, como Berkeley, California, donde el impuesto es más agresivo (33 centavos por litros), los resultados son más notorios. Según sus reportes el consumo de bebidas azucaradas se ha reducido en un 21%, mientras el de agua aumentó 63%. Cifra que es muy diciente cuando se compara con el promedio de Estados Unidos donde el consumo de bebidas gaseosas ha aumentado 4%, mientras el de agua sólo llega a 19%.