El 28 de marzo se celebró el 45 aniversario de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre México y España. Una fecha significativa que busca “acelerar,” en palabras de los cancilleres, la relación bilateral, opacada por una tensa narrativa y sensibilidades exaltadas en ambas orillas del Atlántico.
La relación México y España es una de las más dinámicas y complejas de toda Hispanoamérica. Se sustenta en profundos vínculos fraternales de una larga historia compartida, y de idioma, valores e intereses comunes. Esta relación se refleja en el dinamismo comercial y de inversión entre ambas naciones en las últimas cuatro décadas. México es el primer destino de las exportaciones españolas a América Latina. La relación comercial entre México y España bajó después de la pandemia de casi € 10.000 millones al año (Casa México), a € 3.215 millones de exportaciones españolas a México y € 3.459 millones de importaciones desde México a España (ICEX 2020).
Sin embargo, los ecos de un pasado colonial revividos por la conmemoración de la centenaria toma de Tenochtitlán (1521) levantaron viejas sensibilidades que hoy amenazan las alianzas económicas estratégicas entre estas dos naciones. Los festejos del 500 aniversario de la toma de la gran Tenochtitlán exaltan pasiones. Para unos el epítome de la “conquista,” y para otros, símbolo de la resistencia indígena frente a la “invasión española.” Semántica que contaminó primero la narrativa y luego la diplomacia. Pero que hoy amenaza con pausar las relaciones comerciales bilaterales
Todo comenzó en marzo de 2019 con una carta del presidente Mexicano Andrés Manuel López Obrador dirigida al monarca español Felipe VI. En dicha misiva, el mandatario mexicano le solicitó una disculpa pública por los “abusos” de la conquista. La carta no solo no fue respondida sino que generó un rechazo casi unánime en la diplomacia, la política y el sector empresarial españoles. Las opiniones se cargaron de una retórica que exaltaba un mal entendido nacionalismo en ambas orillas. Ambos lados se sintieron agraviados por los argumentos en favor o en contra en cada postura. Resultando en un clima de desconfianza e animadversión en la clase política y económica de ambos países.
La expresión de una “pausa” en la relación más que un llamado, pareciera reflejar una situación de facto en la actualidad. Los flujos de inversión nueva se han paralizado. Se mantienen solo los proyectos acordados en el pasado. Inclusive algunos proyectos comprometidos con antelación se han cancelado como el de la planta de cogeneración de Iberdrola en Veracruz (US$ 1.200 millones). Otro testimonio de esta tensión, fue la innecesaria tardanza en el beneplácito de la propuesta mexicana para su representación diplomática.
Los empresarios españoles señalan una narrativa agresiva de la cúpula política mexicana. Pero sobre todo, subrayan su grave preocupación por el cambio de las reglas de inversión y las condiciones contractuales ya firmadas. Una situación que genera gran incertidumbre jurídica a la inversión extranjera directa, y ahuyenta a los capitales.
Por su parte el gobierno mexicano, muchas veces en boca del propio presidente, alude al serio comportamiento irregular de algunas empresas españolas en territorio mexicano. En el discurso público se acusa a empresas del sector energético y de la construcción de corrupción en coalición con funcionarios públicos del pasado. Así como, de un “saqueo” de las arcas públicas a través de contratos considerados como leoninos.
El mandatario mexicano ha señalado principalmente a Iberdrola, Repsol y OHL, de “haber llegado a México a robar en el periodo neoliberal”. Además de “saquear al país en complicidad con funcionarios públicos corruptos de administraciones anteriores”. Estas empresas enfrentan en México procedimientos legales serios. Desde procesos administrativos sancionatorios en la Comisión Reguladora de Energía por la venta prohibida de electricidad en contratos de autoabastecimiento, hasta evasión fiscal o irregularidades con consecuencias civiles y penales por fraudes en la ejecución de contratos de obra pública. Situaciones del ámbito administrativo y en todo caso judicial, pero que no deberían contaminar la agenda bilateral.
La acción coordinada de los cancilleres de España y México trabaja arduamente para “relanzar” la relación diplomática, descrita como “estratégica” por ambas naciones. Se firmaron acuerdos políticos, feministas y de cooperación científica y cultural este mes. Entre los cuales destaca el establecimiento de la Subcomisión Política Permanente bilateral, un grupo de trabajo de diálogo constante que facilite la cooperación. Un mecanismo óptimo para “acelerar” el diálogo y mantener la armonía en la relación. Cabe mencionar que el grupo bilateral no se ha reunido desde 2017.
Para destacar la importancia de la relación bilateral, el ministro de Exteriores español, José Mariel Albares, visitó México en medio de la tensa crisis geopolítica europea. El objetivo según dijo, era “acelerar” la relación bilateral, en alusión a la “pausa” propuesta por el mandatario mexicano. El ministro ibérico fue bien recibido por su homólogo, el canciller mexicano Marcelo Ebrad, quien ha mostrado ser un buen diplomático, tanto en las formas, como en los resultados. Las habilidades del canciller mexicano de mantener la confianza y el diálogo han sido probadas con sus negociaciones con los Estados Unidos.
En el Senado mexicano, el Ministro Albares reiteró su compromiso de defender los intereses económicos españoles y los de sus empresas. Enfatizó diplomáticamente los riesgos económicos y ofreció la gestión de España para apoyar la ratificación del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. Recordó que España es el segundo inversor en México, solo detrás de los Estados Unidos. Añadiendo que cerca de 6.000 empresas españolas operan en México, y 500 empresas mexicanas dan empleo a más de 20.000 personas en España. En privado les recordó el Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones (APPRI, 2008), que entró en vigor en 2017. Después de reiterar que la defensa de las empresas españolas constituye una parte fundamental de su labor como canciller.
El enconado clima diplomático pone en riesgo los importantes flujos de inversión extranjera directa de España a México, que en las dos décadas pasadas han sumado cerca de US$ 76.000 millones, según la Secretaria de Economía mexicana. Pero más importante todavía es la larga y estrecha relación de fraternidad y cooperación que ha enriquecido a ambas naciones a lo largo de los años. Se necesita diálogo y templanza diplomática. Nos unen no solo una historia compartida sino un idioma, valores e intereses comunes. Tiempos complejos para construir sobre lo que hoy nos une y lo que seguirá siendo una relación estratégica mutua.