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Mi experiencia trabajando en un hotel de paso
Jueves, Febrero 15, 2018 - 07:45

Antes de cumplir 18 años me aventuré ante el descontento de mis papás a buscar mi primer trabajo, y conseguir un empleo lo suficientemente horrible.

“Dale al trabajador su salario antes de que se haya secado el sudor de su frente”, una frase de Mahoma que retrata a la exactitud una situación que entenderán aquellos que alguna vez tuvieron un trabajo horrible.

Antes de cumplir 18 años –aún estudiaba la preparatoria-, me aventuré ante el descontento de mis papás a buscar mi primer trabajo. Para muchos tutores, permitir que un estudiante labore (ya sea en sus tiempos libres, o vacaciones), es un error que puede hacer tambalear su certeza sobre la importancia del estudio.

Sin embargo, conmigo fue distinto. Conseguir un empleo lo suficientemente horrible como para entender “los frutos de conseguir un empleo más cómodo”, me hizo esforzarme más en mi camino profesional.

No estoy asegurando que un título te consiga necesariamente una mejor vida. Pero siendo francos, en un país tradicionalista –y algo retrógrada- como México, sí puede mejorar severamente nuestras posibilidades de tener una vida cómoda.

Mi primer trabajo

Recién cumplí 18 años, decidí que quería trabajar en mis vacaciones de verano. Sin experiencia profesional, ni conocimientos concretos en nada, me aventuré a buscar trabajo “de lo que fuera”. Por algún motivo pensaba que con esforzarte valía, pero en países como el nuestro, no ocurre así.

Acudí a algunos lugares, hasta que encontré uno que –pensé- sería el más “divertido”. Fui empleado con un cargo cuestionable de “llavero” en un hotel de paso.

Del nombre del hotel no diré nada, lo cierto es que la paga era deficiente, y mis labores, tan horribles que aún hacen reír a todos aquellos a los que les cuento esta historia.

¿Cuáles eran mis labores?

Mi trabajo consistía en correr a las habitaciones cuando una pareja (o grupo) se retiraban del lugar, para verificar que no hubiera ocurrido ni un robo, ni “nada extraño”.

Se me avisaba por radio, debía ir veloz con una llave maestra a abrir la habitación y revisar que no hubiera espejos rotos, que no hubiera ocurrido algún tipo de hurto, manchas de sangre, “muertitos”, señales de violencia o cosas ilegales.

Según me dijeron, eso de encontrar gente muerta era común y con el tiempo “a todos les tocaba”.

La cosa no termina ahí, al ser vacaciones, muchas personas acudían al lugar, por lo que en ocasiones debía ayudar a las señoras de limpieza a realizar lo necesario para dejar presentables las habitaciones.

No se imaginan las horribles escenas que vi en ese lugar. Encontrábamos “cosas” que la gente utilizaba como juguetes sexuales, y las dejaban sucias, para que alguien más las recogiera.

Prácticamente tenía dos trabajos: limpieza y revisar las habitaciones, lo cierto es que con el breve periodo que trabaje ahí encontré cosas muy sucias y aterradoras que no necesariamente significaban que la pareja debía ser retenida. Para un hotel de paso eran “normales”.

Mi horario era de ocho de la mañana a 10 de la noche, seis días a la semana con descanso en lunes y mi pago era semanal. 500 pesos, sin alimentos, ningún tipo de contrato o seguridad social.

De todo, lo más cansado era “ayudar” a las señoras de limpieza. Lo cierto, es que al terminar ese verano me quedó claro que JAMÁS volvería a un trabajo tan horrible ni tan mal pagado.

Ya pasaron unos cuántos años de eso, ahora que lo pienso, muchos “jefes de llaveros”, que trabajaban en el hotel tenían apenas un salario un poco superior al mío y en su mayoría, lo hacían para vivir, no para “comprarse un gusto” como yo lo hice en ese entonces.

Sin embargo, vivir una situación tan difícil me ayudó a valorar los frutos de un trabajo más formal. De prestaciones, vacaciones, y sobre todo, la posibilidad de recibir más ingresos por realizar una actividad que me reta, y que no me hace desear vomitar a ratos.

Por este motivo, de forma personal te invito a que, si tienes algún hermano menor, hijo, primo, o conocido que quiera buscar un empleo de medio tiempo, o en sus vacaciones, apoyes su idea.

Que se busque el peor empleo posible, que entienda que “algo mejor”, sí existe, y sobre todo, que entienda, lo difícil que es sobresalir en este país en el que nos tocó nacer.

FOTO: PEXELS.COM

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