Experta puertorriqueña subraya que “si tu hijo decide salir del closet, reconoce que no hiciste nada malo y que su decisión no tiene nada que ver con su crianza”.
“¡Prefiero que seas delincuente a que seas gay!”, dijo alteradísima una madre en un programa de televisión hispano cuando su hijo adolescente le reveló que no le gustaban las chicas. “¿Diosito, qué hice para merecer este castigo?” añadió para complicar más el drama.
Aunque hoy día este tipo de reacción está cada vez más erradicada en el contexto familiar latino, todavía quedan muchísimos padres que no quieren aceptar, ni saben enfrentar el momento en que descubren que su hijo es gay. La reacción inicial es la negación.
Varias de las justificaciones o soluciones absurdas que expresan algunos padres son: “esto se le va a pasar”, “está confundido”, “alguien volvió a mi hijo gay” y hasta, “voy a llevarlo a terapia para que se le quite”.
No obstante, cuando un adolescente confiesa tal cosa es porque sabe en su corazón lo que verdaderamente siente. Y precisamente en ese momento es cuando más apoyo y comprensión necesita.
Para un joven es traumático que, además de estar pasando por un momento tan difícil ya que mucha gente lo rechazará, sus padres, las personas de quienes espera la mayor cantidad de amor y comprensión, también se conviertan en sus enemigos.
Por eso, el principal apoyo que un joven necesita es el de sus progenitores, si no lo tiene, su autoestima se afectará letalmente y hasta peligra su vida.
Los estudiantes homosexuales son tres veces más propensos al suicidio que el resto de los chicos de esa edad. Es decir, tienen 300% más probabilidades de quitarse la vida que un joven heterosexual.
Si tu hijo decide “salir del closet”, reconoce que tu no hiciste nada malo y su decisión no tiene nada que ver con su crianza.
No trates de analizar la situación y tratar de buscar una explicación, tampoco lo juzgues ni quieras darle consejos, sólo escúchalo y déjalo que hable. Te advierto, que el dolor más grande que puede experimentar un niño es sentirse rechazado por sus padres.
Por eso, si sientes decepción o vergüenza, reflexiona en el amor incondicional que sientes por esa criatura que es parte de ti y que ahora necesita tanto apoyo y cariño como el día en que lo ayudaste a nacer.