Cuando el concepto ya parecía exhausto, surge una revisión de adecuado tamaño y dinámico acento.
Mini acaba de materializar en el mercado una nueva propuesta, aunque no lo parezca a simple vista, que supone la tercera generación de la carrocería de dos puertas de este icónico automóvil, cada vez más cerca de convertirse en un compacto, ya en línea directa con los modelos de mayor volumen de ventas, al menos en el mercado europeo.
Esta tercera generación nace con nuevas proporciones, porque nos presenta una carrocería que es 9,8 centímetros más larga, en tanto que en anchura crece 4,4 centímetros y en altura 0,7 centímetros. En el primer golpe de vista parece no haber crecido, pero sólo hay que tener la oportunidad de estacionarlo al lado de un ejemplar de la segunda generación para apreciar el crecimiento. Al incremento de cotas se suma, además, una mayor distancia entre ejes, ésta menos apreciable a simple vista, que suma tres centímetros.
El resultado es una mejora dinámica de un coche que ya sobresalía por sus cualidades sobre el asfalto, pero, sobre todo, una mejora de la habitabilidad, aunque el aumento de las cotas interiores no llega a llamar la atención.
Quienes sí van a notar una mejora son los pasajeros de las dos plazas traseras, que si son de talla media ya disponen de espacio para ubicar los pies y colocar las rodillas, y un mayor espacio sobre las cabezas. Otra ventaja de las nuevas cotas es el aumento del volumen del maletero, que gana 51 litros, para llegar a los 211, una cifra que aún es baja para un turismo de su presencia. El maletero, en esta nueva entrega, esta dividida en dos volúmenes, separados por una bandera que sirve para ocultar objetos de valor.
No obstante, para quienes tengan mayores necesidades de espacio y una mayor facilidad de acceso a las plazas traseras, que sigue siendo muy angosto en esta nueva generación, entrarán en escena en breve plazo una carrocería de cinco puertas si necesidad de detenerse en el Countryman y otras de seis puertas, la Clubman, que, según lo visto en el prototipo, crece considerablemente, hasta convertirse en un interesante compacto familiar. El parecido entre esta nueva generación y las anteriores es evidente.
Eso forma parte de el ADN de la marca, pero un examen más detallado nos descubre un notable cambio en el diseño aún manteniendo los rasgos básicos. Los nuevos trazos exteriores dibujan un Mini con mucha potencia visual. Las proporciones son mayores y se perciben, más claramente, si colocamos el coche al lado de un ejemplar de la generación anterior. En el nuevo Mini se mantiene la característica división horizontal de la marca.
El cuerpo del coche, la superficie acristalada y el techo son tres estructuras que están claramente separadas entre sí. La silueta ha sido potenciada con la mayor distancia entre ejes y los voladizos cortos. La imagen creada finalmente es de mayor aplomo sobre el suelo y mejora de los rasgos atléticos del coche, especialmente en este caso porque se trata, por el momento, de la versión más potente de la familia. Algo parecido ocurre con el frontal y la zaga.
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Ofrecen más volumen general y más firmeza visual, en ambos casos con un fuerte impacto de las ópticas, especialmente las traseras, de mayor tamaño y forma mucho más marcada. Las ópticas delantera muestran una forma similar que las anteriores, pero cambia la estructura el interior y, sobre todo, el formato lumínico creado por una semicircunferencia de LED. Las luces intermitentes, también de forma arqueada, están incorporadas en la parte inferior de los anillos luminosos.
Opcionalmente, este nuevo Mini puede opcionalmente con faros de tecnología LED, en luces de cruce y largas. El Cooper S se distingue, demás de por las grafías, por el diseño alveolar de la parrilla, la entrada de aire adicional en el capó, las entradas para dirigir el flujo de aire hacia los frenos integradas en las entradas de aire inferiores del faldón delantero. La defensa posterior acoge en posición central los dos tubos terminales del escape.
En el interior se respira el ambiente característico de Mini, pero se perciben cambios importantes. La gran circunferencia central se mantiene, pero con otras funciones. Desaparece de ella el velocímetros, para retomar la posición habitual en un turismo, frente al volante. Dependiendo del equipamiento, la esfera central está ocupada por una pantalla TFT de cuatro líneas o una de color de hasta 8,8 pulgadas, en la que se representan las interfaces sobre el uso de diversas funciones del coche, entre ellas el climatizador, las funciones de información, entretenimiento y comunicación, mapas y planos del navegador, guiado de rutas y, además, representaciones gráficas específicas de Mini Connected Services.
Para el control de todas la funciones, el joystick de la anterior generación ha sido sustituido por un botón de control similar al de los BMW. También cambia la posición de algunos accionadores, como los de los elevalunas, que pasan ahora a una posición más común, en el apoyabrazos de la puerta. Es curiosa la solución que la marca ha añadido a esta gran circunferencia central es circundada por un anillo LED que muestra hasta en seis colores diferentes, que reacciona a determinadas condiciones dinámicas del coche o a la activación de ciertas funciones.
Como ejemplo, los movimientos de las manecillas del velocímetro o del cuentarrevoluciones del tablero de instrumentos se copian por impulsos de luz en la periferia del instrumento central. En el interior también han cambiado los materiales y tapicerías, con grandes posibilidades de combinaciones de colores y materiales, además de un nuevo diseño de los asientos que resulta más confortable, aún siendo los anteriores de un gran nivel de confort.
En el capítulo motriz, los cambios son aun más profundos, ya que, por el momento, todos los motores son nuevos y de tres cilindros, salvo el montado en este Cooper S, que es un cuatro cilindros de 2.0 litros y en este caso, además, unido a la transmisión automática de seis velocidades con posibilidad de utilización manual con levas al volante, con un tacto de uso muy deportivo, capaz de mejorar el 0-100 una décima de segundo sobre la manual.
Son 192 caballos de potencia los disponibles, algunos más que los ofrecidos por su antecesor, y una entrega de par de 280 Nm que puede aumentarse a por unos instantes a 300 Nm con la función "overboost" que se activa pisando a fondo el acelerador. Esta configuración motriz esta en un consumo oficial de entre 5,7 y 5,8 litros, un valor ampliamente superado, hasta 8 en la prueba dinámica, si bien en ella hay fases de utilización deportiva que desconfiguran los valores comunes, que debería estar en poco más de 6 litros. La caja de cambios automática, que puede montarse asociada a cualquiera de los nuevos motores, ha sido mejorada con una nueva unidad de control electrónico de mayor rendimiento y una conexión más directa.
A esta caja se le ha incorporado la de parada y arranque automática cuando el coche se detiene. Esta función forma parte de las soluciones Minimalism (similares a las Efficentdynamics de BMW) destinadas a optimizar el peso y la resistencia aerodinámica, con el indicador del la mejor relación de cambio, aunque sólo con la caja manual, el sistema de recuperación de la energía de frenado, activación y desactivación de las bombas de combustible y de agente refrigerante, así como diversos grupos secundarios adicionales.
De estas medias forma parte el sistema Mini Driving Modes, con tres posibilidades de conducción (estándar o MID, SPORT y GREEN), con las que se varían las respuestas del acelerador, la dirección, la suspensión dinámica y hasta el sonido del motor en el caso de este Cooper S.
En el modo GREEN se favorece un estilo de conducción relajado y de bajo consumo, gracias, además, a una reducción del consumo de energía de diversas funciones eléctricas de confort, entre ellas, el climatizador y la calefacción de los espejos retrovisores exteriores o, en el caso de la caja automática la función de propulsión por inercia o navegación a vela, disponible entre 50 y 160 km/h, fase en la que se desacopla el conjunto propulsor al retirar la presión sobre el acelerador.
Desde la perspectiva dinámica, el fabricante ha optado por mantener la arquitectura del chasis, acentuando todo aquello que ha hecho del Mini un coche de comportamiento con sensaciones muy parecidas a las que pueden experimentarse en un kart, en lo que se refiere a la conexión con el asfalto y la rapidez con la que actúan los trenes rodantes en los giros. Una mejora notable es percibida en el tacto de la dirección de electromecánica.
Las sensaciones son de mejor conexión con el tren delantero, aunque en conducción extrema en curva se sigue percibiendo falta de información de la posición de giro de las ruedas, lo que puede comprometer la salida de la trazada al tener la dirección más cerrada de lo conveniente. No obstante, el nuevo Mini dispone de un nuevo dispositivo, el System Performance Control, que contrarresta la tendencia del coche a subvirar en situaciones límite, de forma que el comportamiento es más neutro en curvas difíciles.
A ese sistema se une toda una panoplia de dispositivos electrónicos de ayuda a la conducción, como el de regulación de la estabilidad DSC (Dynamic Stability Control), la distribución electrónica del frenado EBD (Electronic Brakeforce Distribution), la regulación del frenado en curva CBC (Cornering Brake Control), el control dinámico de la tracción DTC (Dynamic Traction Control), la función de bloqueo electrónico del diferencial del eje delantero EDLC (Electronic Differential Lock Control), que se ocupa de frenar la rueda que pierde motricidad sin incidir negativamente en el comportamiento de la dirección. Con todo ello, la conducción de este Cooper S es muy gratificante. Las sensaciones kart son más intensas en esta nueva generación.
Los tres centímetros más de batalla y una suspensión de ajuste duro, quizá excesivo en el modo de conducción estándar, contribuyen a recibir de la unión con el asfalto una percepción que nos gustaría disfrutar en todos los coches del mercado y que sólo unos pocos son capaces de generar. No es que se trate de afición o pasión deportiva, porque estas sensaciones de fiel copiado de las órdenes del conductor durante todo el giro en curva es sinónimo de elevada seguridad. Esta percepción se vive en todos los Mini, sean básicos o prestacionales, lo que no ocurre con modelos de otros fabricantes, que asocian los malos o pobres ajustes de suspensión a las versiones básicas e, incluso, ecológicas de cada modelo.
El tren delantero del Cooper S actúa muy rápido cuando a la dirección se le da la orden de giro y la zaga, a pesar de la mayor separación del eje delantero copia al instante la posición debida. Si no se fuerza el balanceo con velocidades elevadas este nuevo se va a sentir sobre raíles y si se lleva al límite enseguida se va a percibir que el tren posterior está suelto, suspendido, avisando de suaves sobrevirajes, en lugar de los radicales avisos de la generación anterior, casi imposibles de corregir. En las salidas de los giros hay que estar atento para saber en qué posición exacta de giro están las ruedas delantera, para no sorprendernos con un excesivo ángulo que desestabilizaría el chasis.
A los giros se puede llegar muy rápidamente, gracias a que el Cooper S nos ofrece una potente y enérgica frenada. Hay que tener cuidado con el estado del suelo, porque un excesivo bacheado puede hacer perder efectividad por falta de motricidad. En este capítulo dinámico, el nuevo Mini debe recibir los mejores elogios y adjetivos. Es difícil encontrar en el mercado un coche tan eficiente en este campo.
Aunque los Mini se sitúan en una posición de mercado reconocible, es difícil definir cuáles son los competidores, sus alternativas reales de compra, porque esta marca inglesa en manos alemanas ha logrado un lugar casi único, en el que todos quieren estar, porque ha marcado una tendencia que los fabricantes no logran seguir, a pesar de marcas como Audi, Fiat, DS y Opel, lo han intentado, con distintos resultados. Diseño, concepto y precio, son las variables que definen la peculiar posición de Mini en un mercado cargado de compradores que cada vez quieren vehículos de mayor personalidad, al margen de la funcionalidad.
(Efe/ Reportajes)