Solo el 22 % de los bachilleres del campo acceden a la educación superior. En 15 años la meta es pasar de 28.000 a 135.000 matriculados.
La ministra de Educación de Colombia, Yaneth Giha, dice que se ha avanzado en detener la deserción universitaria, pero preocupa la brecha entre zonas urbanas y rurales. Solo el 22 % de los bachilleres del campo acceden a la educación superior. En 15 años la meta es pasar de 28.000 a 135.000 matriculados.
Accesibilidad, deserción y posconflicto son solo algunos de los retos que mantienen despierta a Yaneth Giha, quien apenas hace tres meses se estrenó como ministra de Educación, después de estar dos años al frente de Colciencias. Y ya tiene propuestas para cada uno de estos retos, que concibe como un paso determinante en el objetivo de convertir a Colombia en el país mejor educado de Latinoamérica para 2025.
-¿Cuál es su principal desafío como ministra de Educación en lo que resta del gobierno Santos?
Elevar la calidad de la educación para acercarnos a la meta de hacer de Colombia el país mejor educado de América Latina. Además, tenemos un desafío muy importante: formar mejores seres humanos, que practiquen el respeto, la honestidad, la solidaridad y otros valores fundamentales para construir paz. Ese es el mejor aporte que podemos hacerle al posconflicto.
-¿Realmente ve posible cumplir la meta de ser el país más educado de América Latina en 2025?
Por supuesto. Los resultados de las pruebas PISA, en los que Colombia se destacó como uno de los tres países que mejoraron su desempeño en las áreas evaluadas (22 puntos más en lectura, 17 en ciencias y 14 en matemáticas), demuestran que podemos.
-¿Hasta ahora qué logros se han materializado en la persecución de esta meta?
Le menciono dos: la excelencia docente y los avances en calidad. 4.667 profesores están cursando maestrías en las mejores universidades del país. Esto se traduce en estudiantes que salen del colegio mejor formados y con más oportunidades de acceder a la educación superior. Y ya son 47 las instituciones de educación superior con acreditación de alta calidad, que pueden ofrecerles a sus egresados mayores posibilidades de enganche laboral y mejores salarios.
-Sin embargo, la Encuesta Integrada de Hogares del DANE reveló que el 49,57 % de los jóvenes que se graduaron en 2014 prefirieron trabajar que seguir estudiando. ¿Qué factores han identificado como responsables?
La falta de capacidad económica de las familias para pagar la educación de sus hijos y la necesidad de los jóvenes de aportar al hogar, especialmente en zonas rurales. Por eso la importancia de programas como Ser Pilo Paga, que hoy beneficia a más de 30.000 estudiantes talentosos que por falta de recursos no habrían podido acceder a la universidad.
-¿Qué otras iniciativas se están implementando?
El Gobierno actual ha hecho posible el ingreso de 403.022 colombianos a la educación superior con líneas de crédito por medio del Icetex. Adicionalmente, más de 257 mil jóvenes han podido estudiar gracias a la entrega de créditos condonables y apoyos de sostenimiento.
-¿Qué tanto ha disminuido la deserción universitaria?
En los últimos cinco años evitamos que más de 40.000 jóvenes abandonaran la universidad. Entre 2010 y 2015, la deserción en los programas de formación profesional universitaria pasó del 12,9 % al 9,25 %, gracias al Sistema para la Prevención de la Deserción, al esfuerzo de las instituciones por garantizar la permanencia de sus alumnos y a estrategias de orientación socioocupacional para que los bachilleres tomen mejores decisiones al definir su futuro.
-Entre las causales de deserción priman los factores económicos. ¿Es posible mejorar el sistema de apoyo financiero para la educación superior?
La reforma tributaria, recientemente aprobada por el Congreso permite la creación del sistema de Financiación Contingente al Ingreso (FCI), que desde 2018 reconocerá las características individuales de cada persona, es decir, le permitirá aportar de acuerdo con sus ingresos y solo cuando comience a percibirlos; elimina el concepto de codeudor, intereses de mora y el reporte en centrales de riesgo. La reforma también contempla beneficios tributarios para quienes realicen donaciones a la educación, de tal forma que podamos tener más recursos para financiarla.
-¿Cómo le ha ido a la primera generación de “pilos” tras dos años de inicio del programa?
Estamos muy contentos con los resultados. Evaluaciones de impacto externas han demostrado que ser beneficiario de Ser Pilo Paga disminuye el riesgo de deserción y aumenta la probabilidad de tener más materias aprobadas. Algunos estudiantes ingresaron a la universidad con desventajas en su rendimiento en áreas como matemáticas, pero después de iniciar su pregrado, cerraron la brecha. De las primeras dos versiones de Ser Pilo Paga, menos del 1 % ha desistido del programa.
-¿Cómo se están incentivando desde el Ministerio programas e iniciativas que propendan por la reconciliación y promuevan una educación para la paz y el posconflicto?
El reto es enorme. Tenemos que cerrar las brechas que existen en educación superior entre zonas urbanas y rurales. Solo el 22 % de la población rural graduada del colegio tiene tránsito inmediato a la educación superior. Por eso nos hemos propuesto incrementar la matrícula en educación superior rural para pasar de 28.000 jóvenes a 135.000 en un plazo de 15 años, fortaleciendo la infraestructura física y tecnológica, generando una oferta pertinente, fomentando el acceso y la permanencia e impulsando la formación de docentes para la paz.