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¿Mirar atrás ayudará a Time a sobrevivir?
Martes, Julio 29, 2014 - 10:07

George M. Taber, ex empleado de Time Inc., donde trabajó durante muchos años, explica por qué ve con pesimismo que el conglomerado de medios Time Inc. salga a flote en el nuevo ambiente de medios.

Después de años de implicación en el cine y en la televisión por cable, el conglomerado de medios Time Inc. volvió al segmento de revistas, donde están sus raíces. ¿Conseguirá uno de los nombres más representativos del periodismo salir a flote en el nuevo ambiente de medios?

En este texto, George M. Taber, ex empleado de Time Inc., donde trabajó durante muchos años, explica por qué ve con pesimismo esa posibilidad. Taber fue reportero y editor senior de la revista Time de 1967 a 1988, cuando la dejó para fundar NJBIZ, revista semanal de negocios.

Time Inc. es una empresa que cotiza en Wall Street. Ha regresado al sector de revistas después de ser, durante años, un conglomerado de medios en que el corazón y la atención de la administración estaban enfocados en el cine y la televisión por cable. Lo que no se sabe con certeza es si la nueva revista Time será capaz de competir en un mundo de nuevos medios y de Internet. Cualquiera que vea sus publicaciones —Time, People y Sports Illustrated— nota de forma inmediata que Time es una empresa con problemas.

Ninguna de ellas tiene lo que solíamos llamar “factor de peso”. No se oye el ruido típico de una revista pesada cuando se posa sobre una mesa de centro. A un empleado antiguo de Time como yo, sólo le queda imaginar si la empresa sobrevivirá, además del temor de que se convierta en una víctima más de los acontecimientos históricos que están ocurriendo en el segmento de medios. Ese es el mayor cambio ocurrido en la empresa desde la aparición de los tabloides en el siglo XIX. Según una parodia que New Yorker hizo de Time, diríamos que sólo Dios sabe dónde acabará.

El historial de Time Inc. en el mundo de los nuevos medios no ha sido nada esperanzador hasta ahora. Todas sus publicaciones tuvieron dificultades para encontrar su papel en un mundo en que la mayor parte de las personas se informa por Internet. Time, en especial, pasó por numerosas reformulaciones de su proyecto en busca de un lugar propio. Su idea original de ser una selección semanal de las noticias más importantes se abandonó a lo largo del tiempo y se sustituyó por algunas historias más largas que pueden, o no, haber sido publicadas, además de una serie de fragmentos de informaciones que las personas ya conocen. Ese bloque de noticias está impreso, en general, en un tamaño de letra minúscula de difícil lectura para quien no tiene la vista perfecta. Personalmente, siempre se me pasa por la cabeza que la revista es más un producto de un director de arte que de un editor.

Una breve historia de Time

La nueva empresa es un regreso al Time Inc. original. Sus problemas actuales reflejan el hecho de que ella perdió el enfoque en las noticias cuando se dedicó a la televisión por cable y Hollywood. Fundada en 1922 por Harry Bruce y Briton Haddon, dos jóvenes graduados en Yale con buenas relaciones sociales, Time fue un éxito instantáneo simplemente reescribiendo una vez por semana, en un tono irreverente, lo que había sido publicado por New York Times. En 1929 surgió Fortune, revista mensual de negocios; Life, en 1936; y People, en 1974. Todas ellas tenían una personalidad distinta y eran excepcionalmente lucrativas.

Por último, Time montó un equipo propio en lugar de reescribir New York Times. Los jóvenes soñaban con trabajar en Nueva York o en noticias. En los primeros tiempos, muchos de ellos eran graduados de Yale, pero la revista acabó por atraer gente de diversos lugares. Los empleados de la revista, o “Time Inc.-ers”, según el apodo que se pusieron a sí mismos, estaban bien pagados para ser periodistas y estaban entre los mejores y más brillantes del sector. Leyendas como Margaret Bourke White, fotógrafa de Life, y escritores como James Agee y John Hersey, trabajaron allí.

Tal vez el auge del poder de Time Inc. haya tenido lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Reporteros de Life y Time recorrían el mundo con presupuestos ilimitados. EEUU seguía la guerra a través de las historias de Time y de las fotos de Life. A finales de la década de los 50, Time Inc. continuaba siendo una potencia. Cuando John Kennedy se presentó candidato a la presidencia, se mostró muy amable con Henry Luce y Hugh Sidey, reportero de Time en Washington, con tal de que la revista hablara directamente a la clase media americana y conquistara su voto.

Con el perfeccionamiento de los informativos de la televisión, en los años 60, la influencia de Time disminuyó, pero la revista continuó siendo poderosa. Desafortunadamente, sin embargo, a principios de los años 70, ella salió en busca de otras fuentes de beneficios. Henry Luce murió en 1967, poco antes de que yo entrara en la empresa en Nueva York. Varias de las nuevas iniciativas, como los Libros Time-Life, tuvieron éxito, sin embargo la atención de la alta gerencia ya no estaba enfocada de forma exclusiva en las noticias y revistas.

Una de las primeras iniciativas de éxito de la empresa fue Home Box Office (hoy conocida como HBO), en 1972, que exploraba el segmento de televisión por cable. Esta vino seguida de una inmensa operación en el sector del cable. Jerry Levin, que fue nombrado consejero delegado de la compañía, fue el gran artífice de ellas. Time Inc. se metió entonces en la producción de películas para la televisión. El éxito se repitió, el dinero entró y el segmento televiso de la empresa prosperó. La mayor de las nuevas iniciativas fue la fusión, en 1989, con Warner. La empresa pasó a llamarse Time-Warner. En 1996, se produjo la fusión con Turner Broadcasting, otro éxito en el segmento de noticias y televisión por cable. La fusión con America Online (hoy conocida como AOL) fue un desastre que fracasó rápidamente.

La división de noticias se convirtió en una pequeña parte de la nueva empresa de medios. Se hizo un esfuerzo sin mucho empeño para crear sinergias entre una ensalada de operaciones con el lanzamiento de Cable Week, semejante a TV Guide, pero enfocado en la televisión por cable. Fue un fracaso que salió caro. Gerentes de alto rango, como Levin, que nunca comprendieron el sector de noticias ni las revistas, tenían reservas respecto al lanzamiento de cualquier nueva iniciativa. La empresa, sin embargo, estaba obteniendo beneficios sustanciales; adquirió una serie de nuevas publicaciones por todas partes y, a menudo, pecaba por la ausencia de gestión.

Foco en Hollywood

Todo eso, sin embargo, no importaba, porque la atención de la empresa, en la época, estaba puesta en el cine y la televisión por cable. Las mejores y las más brillantes mentes de la empresa se preocupaban por esa parte de la compañía, mientras las publicaciones impresas estaban seguras, con tal de que continuaran dando beneficios. El presupuesto de las editoriales, sin embargo, se comenzó a recortar en un intento de hacerlas más rentables. No es barato recolectar noticias, y quedan muy lejos los días en que la revista Life podía fletar un avión para transportar las fotos de la boda de la reina Elizabeth a Nueva York, a continuación revelar la película y completar la maquetación durante el vuelo para no pasarse de plazo.

Dejé Time en 1988 para crear una publicación semanal de negocios en New Jersey, NJBIZ, que era parecida a New York Business, de Crain. Todo me hacía pensar que aquel era el tipo de revista que el joven Henry Luce habría pensado en lanzar. Las revistas nuevas, sin embargo, no estaban en la mira de la nueva Time Warner. Su preocupación era Hollywood.

Como yo ya no estaba en la empresa, no puedo decir lo que sucedió después de 1988. Me parece, sin embargo, que es evidente desde la distancia que la alta gerencia jamás entendió lo que estaba sucediendo en el mundo de las publicaciones impresas o cómo sobrevivir en ese sector. Cuando los nuevos medios comenzaron a despegar en los años 90, Time Inc. no estaba preparada. La alta gerencia aún se resentía del desastre de Cable Week y pensaba sólo en replantear el diseño de las revistas, que era una cosa sobre la que entendía y con la cual se sentía bien. Se contrataban nuevos editores de forma regular, pero nada funcionaba.

La genialidad de Henry Luce de los años 20 hasta su muerte era su entendimiento de que a las personas les gustaba leer sobre personas. Sólo en raras excepciones, como la portada “¿Dios está muerto?”, de 1966, la revista siempre tuvo una persona en la portada. En la primera parte de los años 2000, durante el reinado de Rick Stengel, graduado de Princeton y de Rhodes Scholar, las portadas perdieron bastante valor. Tal vez el apogeo de esa tendencia terrible haya sido una portada sobre la educación en EE.UU. en que se colocó una cartera escolar en la portada. La vieja revista Time habría puesto a Michelle Rhee en la portada con un perfil personal detallado de ella en sus páginas interiores.

Los intentos de Time de encontrarse en el actual escenario de nuevos medios recuerda la falta de habilidad de un adolescente aprendiendo a conducir: él no sabe qué hacer con el coche. Los intentos de vincular los mundos de las publicaciones impresas y de Internet parecían nacer sin vida.

Admirable mundo nuevo

Algunas publicaciones impresas consiguieron entrar en ese admirable mundo nuevo con gran éxito. Tal vez el mejor ejemplo sea la Economist inglesa. Su edición impresa no cambió mucho con el transcurso de los años, y ella pasaría fácilmente la prueba de “peso”. La revista parece más gruesa que nunca. El precio subió de forma acentuada, pero las personas pagan por la calidad de sus textos y de su perspicacia editorial. Yo la devoro cada semana de la última a la primera página. Toda la página de obituarios del final siempre vale la pena. Con mucha frecuencia me presentan a personas interesantes a quienes yo no conocía antes. El Wall Street Journal también parece haber encontrado el rumbo en el nuevo mundo de los medios.

Esas dos publicaciones se aventuraron con éxito en el mundo nuevo pero sin abandonar el viejo. Ellos ofrecen productos online e impresos, de manera que los suscriptores tienen acceso a las últimas noticias y al análisis profundo sobre lo que realmente importa. Es posible deshacer la separación entre esos dos mundos, pero no es fácil.

No veo con optimismo, sin embargo, la posibilidad de que Time Inc. consiga hacerlo. No son nada alentadores sus intentos de volver a aventurarse en el segmento de revistas dedicadas a la televisión por cable. Los primeros pasos en ese sentido fueron marcados por tropiezos. La división entre iglesia y estado, fundamento de las publicaciones de Luce, ha desaparecido. Los editores gerentes ya no reportan a la alta dirección, y sí a la parte de negocios. Así, el contenido editorial se ve afectado de forma fatal. La decisión de poner pequeños anuncios en la portada es un insulto. ¿Han perdido la vergüenza?

Tal vez lo más preocupante para mí sea la edad del nuevo consejero delegado, Joseph Ripp, de 62 años, y la del nuevo editor jefe, Norm Pearlstine, de 72 años. Este último ha regresado a la actividad después de haberse jubilado. No tengo nada contra los ancianos. Yo soy anciano. Sin embargo, temo que la gente que aprendió en los viejos medios no sepa reaccionar rápidamente y de la forma correcta en el mundo de los nuevos medios. Un general que dirigió un ejército en la Segunda Guerra Mundial no es, probablemente, la persona correcta para liderar la actual guerra contra el terrorismo.

Aún no he cancelado mi suscripción a Time. Hay siempre una esperanza. No creo que volver al pasado funcione. Mientras, voy viviendo con los recuerdos felices de la vida que Time me proporcionó.

Universia Knowledge@Wharton

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