México es vanguardia, y así ha quedado demostrado en su XVI Fashion Week. Bajo la fuerte influencia de su riqueza cultural y textil, sus diseñadores demuestran que los bordados tradicionales se fusionan en la ropa de la mujer contemporánea. Amarillos como rabiosa tendencia, faldas o imaginativos trajes de baño, no pueden faltar para la próxima primavera-verano.
Con un espíritu joven y moderno, pero sin desprenderse de las enseñanzas que le aporta su tradición textil, México acaba de celebrar su Mercedes Benz Fashion Week, en la que han desfilado las propuestas de veintitrés diseñadores para la temporada primavera-verano 2015.
Las transparencias, los tonos amarillos y dorados, las superposiciones, los estampados florales y las faldas han sido algunas de las tendencias que han pisado fuerte en la pasarela de Campo Marte, en la Ciudad de México, del 29 de septiembre al 3 de octubre.
Talentos emergentes y consolidados han unido fuerzas en esta XVI edición para dar fe del gran impulso que ha experimentado el mundo de la moda mexicana, demostrando al mundo que, ahora más que nunca, México es vanguardia.
Tendencias sobre la pasarela
Pineda Covalín, encargada de inaugurar la pasarela de esta edición, demostró cómo los estampados que evocan el México tradicional se funden a la perfección con prendas de cortes vanguardistas, pensados para las necesidades del estilo de vida actual. Para ello, la firma de Cristina Pineda y Ricardo Covalín contó con la colaboración de Vanessa Guckel, directora creativa de Cihuah.
Por su parte, el etnicismo impregnó las prendas de Lydia Lavin, marca conocida por la colaboración en su producción con pueblos indígenas. Entre su colección, en la que las faldas tomaron el protagonismo, se contemplaron bañadores y vestidos playeros en los que los cruzados estuvieron muy presentes. Una tendencia que se repitió en las multicoloridas prendas de baño de Zingara Swimwear, que apostó por los tonos cítricos.
Siguiendo la línea de la firma, la colección de Black estuvo formada por prendas muy funcionales, creadas para el hombre y mujer urbanos. Chaquetas, blazers y chalecos son los imprescindibles de la próxima temporada para el dúo formado por Mauricio Olvera y Leonardo de Lozanne.
El amarillo se impuso cuando llegó el turno de Alejandro Carlín. El diseñador explotó la fuerza de este color a través de llamativos volantes, aportando así contraste, y dejando que tomara la voz cantante en pantalones pirata, maxifaldas y vestidos llenos de movimiento. El dorado, que impregnó de reflejos las blusas y los corpiños, fue otra de sus apuestas.
De igual forma, los detalles dorados fueron la nota constante en el desfile del colombiano Jorge Duque. Las camisas, las chaquetas, los vestidos abotonados y la calidez de los naranjas y marrones dieron paso, en la segunda parte de su colección, al azul petróleo, atrevidas transparencias y estampados florales.
Evocando el ambiente y las sensaciones del amanecer del desierto, los ocres de Alexia Ulibarri y sus tejidos pitón convivieron con bustiers y prendas de cintura alta. Por otro lado, el diseñador español Adolfo Domínguez, invitado internacional especial de esta edición, volvió a dar prueba de la elegancia que le caracteriza, en un desfile en el que reinaron el blanco y el negro a través del lino.
La neutralidad del blanco roto y los tonos crudos que abanderó David Salomón contrastó con el trabajo que este mexicano de origen libanés realizó a base de brillantes lentejuelas, dispuestas en listas y complementadas con toques dorados.
Las hermanas Franco, con su firma Julia y Renata, jugaron con la asimetría y el desequilibrio, empleando los satinados y las transparencias para dar forma a siluetas poco convencionales.
Rompedoras también fueron, como suele ser habitual, las propuestas de Malafacha, que cerraron la semana. Prendas amplias como vestidos y túnicas se presentaron apoyadas por una puesta en escena con la que la firma de Francisco Saldaña y Víctor Hernal rendía homenaje a la bailarina alemana Pina Bausch.
Un potencial por descubrir
Las colecciones exhibidas en la pasarela son una prueba del "desarrollo" de la moda mexicana en los últimos años, apunta la directora general de esta Fashion Week, Beatriz Calles.
"Adolfo Domínguez nos comentaba que como nos están viendo fuera de México no nos damos cuenta nosotros los mexicanos, por estar dentro. Estamos haciendo cosas que están llamando la atención y el mundo nos está viendo", asegura la directora, quien dice haber compartido esta "motivacional" anécdota con los creadores participantes de la edición.
La diseñadora Alexia Ulibarri coincide en este punto y afirma que México está cada vez más cerca de ser tenido en cuenta como una "referencia mundial", aunque reconoce que todavía falta camino por hacer. "Es increíble cómo hemos dado ese salto a ser parte de la moda en el mundo", sostiene la diseñadora, quien opina que este acontecimiento se produjo hace tres años, aproximadamente.
El impulso en la industria textil del país, según palabras de Calles, tiene mucho que ver con el cambio de "mentalidad empresarial" de los diseñadores, que han comprendido el valor añadido que proporciona trabajar en una imagen de marca y una buena estrategia de ventas.
Un aspecto que tienen asimilado los diseñadores emergentes, que también han tenido su espacio en la pasarela. Ejemplo de ello ha sido el desfile con los ganadores del certamen ELLE México Diseña y el dedicado a CENTRO, la institución de educación superior de diseño. Respecto al primero, los ganadores de la iniciativa, Leonardo Mena, Vero Díaz y Patricia Pérez, pusieron sobre la pasarela faldas plisadas, capas y delirantes estampados tropicales.
En el desfile de CENTRO, cuatro alumnas recién egresadas, Rossana González, Pamela Vega, Tamar Fasja y Daniela Zorrilla, aportaron su particular visión para la próxima temporada.
Las sedas y pieles de González bebieron del Romanticismo, tomando referentes como el escritor Edgar Allan Poe, el cineasta Tim Burton o el ilustrador Mark Ryden. Vega patronó sus piezas de una forma marcadamente geométrica, siguiendo las pautas del origami, y Zorrilla hizo lo propio con las leyes de la física, creando una línea fuertemente estructurada y de colores tenues. Por último, las floreadas prendas de Fasja estuvieron inspiradas en los años 60 y en cómo la música influyó en la moda de dicha década.
A su generación de diseñadores, indica González, le corresponde pensar "qué más" se puede hacer por el crecimiento de la moda mexicana: "Hay que explorar nuevos canales y llegar a un diferente mercado mexicano, para que la gente consuma lo que está viendo en pasarelas, eso sería lo ideal", concluye la diseñadora, quien junto a sus compañeras, considera que es el momento de mostrar todo el "potencial" del país. México, desde luego, aún tiene mucho que decir.
* Reportaje EFE