Por Evangelina Melgar, Médica psiquiatra especialista en fibromialgia del Dpto. de Psiquiatría del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), para Télam.
La fibromialgia es una enfermedad caracterizada por dolor generalizado en regiones musculoesqueléticas, con anormalidades en el sistema nervioso central y síntomas asociados como la fatiga, insomnio y alteraciones cognitivas. Por eso decimos que es más que dolor: afecta a las personas a nivel físico, mental y social.
En 1900 ya se describía a esta enfermedad con el término de fibrositis, y en 1990 el Colegio Americano de Reumatología establecía por primera vez el nombre de fibromialgia y creaba los criterios diagnósticos. En ese sentido, es importante destacar que es una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud recién desde el año 1992.
Se trata de una afección con una alta carga genética. Su prevalencia es del 2 al 5 por ciento de la población mundial aproximadamente, afectando a más mujeres que hombres en una relación de 8 a 1. La franja de mayor incidencia está entre los 20 y 60 años de edad, aunque también se ha descripto en niños y adolescentes de manera menos frecuente.
El síntoma cardinal de esta patología es el dolor. Es característico en la fibromialgia que el dolor comience en una región del cuerpo y luego vaya migrando por distintas partes hasta que, pasado el tiempo, el dolor se generalice. Obviamente, la intensidad del dolor puede ser leve, moderado o severo. Doliendo tanto en reposo como durante el movimiento y siendo más intenso a la palpación como así también luego de estar mucho tiempo en reposo.
Como se dijo, asociado al dolor existen otros síntomas necesarios para el diagnóstico como la fatiga, la sensación de pesadez en músculos que dificulta movilizarse, la aparición de sueño no reparador, alteraciones cognitivas como fallas en la memoria y en la concentración y rigidez matutina o al reposo.
A su vez se sabe que el dolor tiene un comportamiento fluctuante, es decir, algunos días puede doler menos y otros puede doler más. Esto tiene que ver con dos situaciones específicas que pueden incrementarlo: los cambios climáticos y los momentos de estrés. Por esto resulta importantísimo realizar terapia cognitiva conductual como parte del tratamiento, no solo para lograr aceptación de esta nueva condición sino además para entrenarse en manejo y regulación de la ansiedad.
Como se dijo, asociado al dolor existen otros síntomas necesarios para el diagnóstico como la fatiga, la sensación de pesadez en músculos que dificulta movilizarse, la aparición de sueño no reparador, alteraciones cognitivas como fallas en la memoria y en la concentración y rigidez matutina o al reposo. Otros síntomas o síndromes que pueden estar asociados son la cefalea tensional o migrañas, bruxismo, síntomas gastrointestinales como síndrome de colon irritable, dispepsia, náuseas. Del mismo modo, pueden aparecer síntomas psiquiátricos como ansiedad o depresión.
La fibromialgia tiene un diagnóstico clínico, es decir, en una entrevista con el profesional con la descripción de síntomas. A partir de ese momento, el paciente encara lo que es el tratamiento, que no es curativo, pero siguiendo una rutina de medicación, acompañada de otros hábitos, podrá mejorar su calidad de vida.
A este tipo de paciente se le recomienda una actividad física aeróbica recreativa, como caminatas, aqcua gym y danza terapia, así como técnicas de estiramiento como yoga, taichí y stretching. No debe ser un ejercicio intenso, de esta manera permite que el paciente pueda manejar sus tiempos de acuerdo a la intensidad del dolor que padece.
En paralelo, se debe llevar adelante un tratamiento farmacológico que funciona de la misma manera en todas las personas: no hay ninguna medicación que por si sola pueda eliminar toda la sintomatología, pero si tener en cuenta que algunas combinaciones farmacológicas podrían ayudar a disminuir el dolor y la fatiga como también mejorar el sueño.
Es necesario que el paciente entienda que así como en otras patologías donde es necesaria la medicación, también lo son los otros cuidados. Es decir, si no se realizan los estiramientos diarios, las técnicas de oxigenación y relajación, la psicoterapia y la actividad física diaria la persona no va a lograr mejoría ni control de sus síntomas en un largo periodo de tiempo. Si gradualmente se logran estos cambios hasta generarlos como hábitos nuevos, podrá conseguir el mayor control de los síntomas, pudiendo como en algunos casos disminuir o retirar el tratamiento farmacológico y así, mejorar su calidad de vida.