Para el personal de los equipos denominados USCA (Unidades de Asistencia de Continuidad Especial), ha sido una lucha extenuante, que combina la medicina de emergencia con el impacto de perder un número sin precedentes de pacientes.
Bérgamo, Italia.- Para los médicos del norte de Italia, que luchan contra el peor brote de COVID-19 en Europa, las líneas han pasado de los hospitales donde los equipos especiales intentan mantener vivos a los pacientes hacia los hogares, lejos de las salas saturadas donde ha muerto tanta gente.
Para el personal de los equipos denominados USCA (Unidades de Asistencia de Continuidad Especial), ha sido una lucha extenuante, que combina la medicina de emergencia con el impacto de perder un número sin precedentes de pacientes.
“Fue y sigue siendo una experiencia difícil que dejará su huella en todos”, dijo Giulia Villa, doctora de 33 años en la ciudad norteña de Bérgamo, en Lombardía, donde cientos han muerto desde que surgió el brote de coronavirus en una ciudad cercana el 21 de febrero.
“Dimos todo lo que teníamos y todavía estamos tratando de ayudar a las personas. Especialmente queremos aliviar la tensión de los hospitales tratando a los pacientes en sus casas”.
Con la mitad de los más de 22.000 decesos del coronavirus en Italia, Lombardía -en la frontera con Suiza- sigue siendo una de las zonas más afectadas del mundo y sus médicos han estado extremadamente presionados por semanas.
“Vimos a muchas personas que necesitaban ser hospitalizadas muy rápidamente, pero el problema era que el servicio de ambulancia simplemente no podía seguir el ritmo”, dijo Villa, luchando por controlar sus emociones.
“Desafortunadamente, hubo una gran cantidad de llamadas telefónicas para anunciar muertes que nunca antes habíamos tenido. Así que nos encontramos más que tratando pacientes, confirmando muchas muertes en el hogar”.
Lombardía es el motor económico de Italia, con un sistema hospitalario que iguala a cualquiera de Europa, pero estuvo cerca de colapsar cuando las ambulancias transportaban a miles de pacientes al día.
En un intento por aliviar la presión, las autoridades establecieron las unidades de USCA el mes pasado: tratamiento más especializado que el que los médicos generales podían proporcionar, al tiempo que mantenían a los pacientes fuera de los hospitales abarrotados.
Desde el 19 de marzo, cuando entraron en funcionamiento, las unidades han llevado a cabo más de 1.000 visitas domiciliarias tras problemas iniciales para obtener mascarillas y equipos de protección suficientes para el personal médico y oxígeno, vital para pacientes con problemas respiratorios graves.
“Al principio teníamos muy (poco) equipo de protección; ahora tenemos suficiente”, afirmó Roberto Moretti, médico a cargo de la atención primaria de salud en Bérgamo. “Mascarillas tenemos anteojos, tenemos todo ahora”.
Para el personal médico de primera línea como Villa, prepararse para visitar una casa lleva al menos 15 minutos. Se visten con un traje protector de cuerpo completo con cubiertas de plástico para el cabello y los pies, así como guantes, una mascarilla y gafas protectoras.
El oxígeno también se ha vuelto más fácil de proporcionar ahora que los proveedores han comenzado a enviar oxígeno líquido.
Pero el costo personal ha sido enorme ya que los equipos tratan con personas enfermas y asustadas que luchan por su vida o se preparan para ver morir a un miembro de la familia.
“Nadie está preparado para esto, pero tomamos medidas de inmediato y ciertamente tuvimos momentos realmente bajos, momentos de miedo e incomodidad”, recordó Villa. “Pero el deseo de ayudar y sobrevivir a esta terrible situación fue la fuerza que nos empujó todos los días para ayudar a las personas”.