La fundación de Israel tuvo terribles consecuencias para los árabes que vivían en la región. Después de una resistencia fallida, miles tuvieron que huir de sus propios hogares.
Sentados en camiones cargados con burros o caballos, o sencillamente a pie. En interminables filas avanzaban en el verano de 1948 miles de personas que, tras la fundación de Israel, perdieron su patria y debieron huir.
Durante mucho tiempo se había anunciado la "Nakba", o la catástrofe, como conocen los palestinos a las consecuencias del surgimiento de Israel. Más de 30 años antes, el 1 de noviembre de 1917, el ministro de Exteriores británico, lord Arthur James Balfour, le había explicado al presidente de la Federación Sionista Británica, Lionel Walter Rothschild, que Gran Bretaña respaldaría y apoyaría con fuerza la creación de una "patria" para el pueblo judío.
Poco tiempo antes, miles de judíos escapaban de Europa y de los pogromos, las acciones antisemitas, hacia Palestina. Entre 1882 y 1939 fueron cerca de 380 mil personas. Llegaron a un país donde vivían 450 mil personas, de los cuales cerca del 90 por ciento eran árabes musulmanes.
Desde la década de 1920, las tensiones provocadas por la inmigración aumentaron. Pronto, dos movimientos nacionales se enfrentaron: el judío-sionista por un lado y el palestino por el otro. Los árabes veían su propia existencia cada vez más amenazada, un sentimiento que llevó a un primer levantamiento entre 1936 y 1939.
Para aminorar las tensiones, Gran Bretaña restringió la llegada de más judíos, a pesar de la creciente presión generada por los judíos que querían abandonar la Alemania nacionalsocialista. Esto llevó a cada vez más grupos sionistas a enfrentarse contra los británicos del Mandato. Ya en 1942, sus dirigentes exigieron la creación de un Estado judío una vez que finalizara la Segunda Guerra Mundial.
Después de 1945, luego de que los nazis asesinaran a un estimado de seis millones de personas, las tensiones continuaron. Gran Bretaña pidió la mediación de las Naciones Unidas, que decidió en noviembre de 1947 la partición de Palestina. El Estado judío se quedaría con el 57 por ciento del territorio, quedando el 43 por ciento restante para los árabes.
El 14 de mayo, el ministro de Gobierno provisional David Ben Gurión, leyó la proclamación de independencia del nuevo estado de Israel. Poco después comenzó la guerra entre israelíes y árabes. Por un lado peleaban cinco estados (Egipto, Irak, Jordania, Líbano y Siria), y por el otro los israelíes, para los que las fronteras establecidas ya no se aplicaban más debido a los enfrentamientos. La guerra no finalizó hasta la firma de numerosos tratados de paz.
El conflicto significó para los árabes de la región una verdadera catástrofe. Ellos, escribió el autor palestino Sari Nusseibeh, uno de los grandes defensores del entendimiento entre ambas partes, fueron desde un comienzo inferiores a los combatientes sionistas. Estos habían formado un "Ejército de espíritu espartano, templado por los horrores de Europa. Además, estaban mucho mejor equipados: disponían de un enorme arsenal de armas que habían sido introducidas de contrabando en el país desde el Viejo Continente o que habían sido robadas durante la guerra a los británicos. En pequeños talleres fabricaban vehículos blindados, morteros y granadas", escribió Nusseibeh en sus memorias "Érase una vez un país. Una vida en Palestina".
Un enorme número de personas debió abandonar sus casas ubicadas en barrios ahora controlados por las fuerzas israelíes. Alrededor de 530 aldeas fueron destruidas deliberadamente, tras una cuidadosa planificación, con el único fin de impedir que los palestinos tuvieran chances de sobrevivir en ellas. En ciudades como Tel Aviv, Jaffa, Haifa y Jerusalén apenas quedaron árabes. Tanto en el campo como en la ciudad, los colonos judíos se apropiaron de las pertenencias de los desplazados.
"Como toda Palestina, Jerusalén también entró en una guerra civil", dice Nusseibeh. "Profesores, médicos y comerciantes de ambos bandos tomaron posiciones y dispararon a personas que, en otros tiempos, felices habrían recibido en sus casas como visitantes. Las reglas de la civilización fueron redefinidas, dos pueblos amantes de la paz ahora solo pensaban en la batalla".
"750.000 personas perdieron con la fundación de Israel sus bienes y propiedades. Esa fue la cantidad que la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés) registró desde que comenzó su trabajo, en 1950", escribió la experta en Medio Oriente Marlène Schnieper en su libro "Nakba. Las heridas abiertas". Las consecuencias de ese éxodo masivo son visibles hasta el día de hoy. "Con sus hijos e hijos de sus hijos, los refugiados han llegado a ser cinco millones", apunta Schnieper. "Y la cifra sigue creciendo". Por ahora, los refugiados palestinos registrados viven en campos reconocidos oficialmente en Líbano, Jordania y Siria, así como en la Franja de Gaza y Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental. Muchos, al ser expulsados, se llevaron consigo las llaves de sus casas, con las que reflejan la esperanza de los palestinos por alguna vez volver a ellas.
El conflicto árabe-israelí sigue sin ser resuelto hasta hoy. Al contrario, los enfrentamientos entre los bandos se han repetido a lo largo de los años. Entre los más relevantes se cuenta la llamada "Guerra de los Seis Días" en 1967, en la que Israel se defendió exitosamente de ataques coordinados por fuerzas egipcias, sirias y jordanas. Como consecuencia, ocupó la Franja de Gaza, Cisjordania y parte de la Península del Sinaí.
A raíz de la guerra de 1967, Israel comenzó a construir asentamientos en Cisjordania. La resistencia contra la anexión no reconocida por Naciones Unidas ha llevado a dos levantamientos: la primera (1987-1993) y la segunda Intifada (2000-2005). Los palestinos, claramente superados militarmente, dependen de acciones armadas aisladas, como atentados suicidas contra el transporte público, para hacer patente su malestar. Los israelíes, por su parte, ejercen una fuerte presión a los palestinos a través de sus fuerzas de seguridad. Uno de los medios más polémicos ha sido la destrucción de las casas de los atacantes suicidas.
El conflicto sigue sin resolver 70 años después. En la primavera, a propósito del aniversario de la fundación de Israel, miles de personas se han manifestado en la Franja de Gaza, en la frontera con Israel. La "catástrofe", como llaman los palestinos a la creación del Estado judío, sigue negándose a una solución.