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Necesitamos vacunarnos contra el sarampión
Miércoles, Abril 24, 2019 - 12:00

Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.

Es increíble que una enfermedad viral totalmente prevenible como es el sarampión —prácticamente erradicada hace 20 años— esté cundiendo en los países más avanzados y ahora sean éstos los que estén generando un riesgo para países como México que han logrado mantener en niveles razonablemente óptimos la vacunación.

Es una de las enfermedades más altamente contagiosas y por ello se explica que se esté extendiendo tan rápido en algunas naciones donde perdieron el control de algo tan básico para la humanidad como lo es la vacunación; y ello por no haber detenido a tiempo a los movimientos anti-vacunas que empezaron a surgir en Europa desde hace 20 años a partir de una publicación basada en engaños.

No es de a gratis que hoy para la Organización Mundial de la Salud, los movimientos anti-vacunas sean uno de los 10 peligros más grandes para la salud mundial. Ahorita es el sarampión, al rato podrían venir brotes de tosferina, rubeola, paperas o, algo peor, resurgir la poliomielitis…

Existiendo tantos datos y evidencias de su resultado, ¿cómo se puede dudar de que la vacunación es una de las intervenciones de atención médica más beneficiosas y exitosas disponibles? No es posible que los grupos antivacunas movidos por la creencia de que las vacunas están llenas de toxinas y venenos dañinos para el cuerpo humano, sigan tomando fuerza ante tantas evidencias en favor de la inmunización.

La vacunación ha reducido significativamente la carga de enfermedades infecciosas; salva vidas y reduce la discapacidad. Con inversiones proporcionalmente razonables se puede aliviar la presión sobre los sistemas de salud. Cuando los gobiernos invierten en programas de vacunación, reducen la carga humana y económica de la enfermedad a lo largo del tiempo.

Todo esto es muy sabido y por eso desde el siglo pasado existen las campañas de vacunación en todo el mundo. ¿Cómo es que ahora todo esto parece perder importancia?

No puede olvidarse que en el siglo XX la viruela provocó la muerte de no menos 300 millones de personas en todo el mundo (casi la población de Estados Unidos). Esta enfermedad devastadora ha sido erradicada a través de la vacunación.

Gracias a la vacunación, estamos a punto de erradicar la poliomielitis: con una reducción del 99% en los casos de virus de la poliomielitis salvaje; desde 350,000 casos en 1988 en todo el mundo hasta 29 casos en 2018. Hoy los jóvenes no tienen claro qué es la polio pero hay personas de 50 años y más que aún viven con renguera y demás secuelas de esa enfermedad.

Para que la inmunidad de grupo sea efectiva, el porcentaje de niños vacunados debe ser superior al 90%. Si hay oposición a las vacunas y se piensa que un 80% de inmunidad de rebaño frente a enfermedades como la Polio es suficiente como para justificar el no vacunar a nuestro hijo, es altamente riesgoso. Es evidente que ese efecto rebaño está en severo riesgo con los movimientos anti-vacunas.

En México ya vivimos la epidemia de influenza en 2009 y quizá por eso la conciencia sobre la importancia de estar protegidos con vacunas no permite que permeen los movimientos antivacunas entre la población. En redes sociales, el terreno donde se expanden en otras regiones, no logran viralizarse porque la conversación en el país se centra más bien en torno a la importancia del abasto.

La cercanía con Estados Unidos donde el brote de sarampión va a gran velocidad en Nueva York y otros 19 estados —ya suman mas de 550 casos—, mantiene en alerta a las autoridades de salud mexicanas que saben que en cualquier momento pueden llegar casos importados, y se deben tener las estrategias de acción para aislarlos y evitar contagio masivo.

También son relevantes acciones privadas como la alianza pro vacunas anunciada entre la Asociación Mexicana de Diabetes, la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), Save the Children y Sanofi Pasteur que suman esfuerzos para reforzar el conocimiento sobre el valor de la vacunación.

Autores

Maribel R. Coronel / El Economista