Perú será el segundo país, después de Colombia, en que la empresa de consultoría estratégica y Yunus Social Business (YSB) lanzan el ‘Programa Consultoría de Impacto’ que busca dar mayor visibilidad y acceso al ecosistema a los emprendimientos que generan impacto social.
Desde hace ocho años, la empresa de consultoría estratégica Boston Consulting Group (BCG), de la mano de Yunus Social Business (YSB), el brazo de inversión de la fundación del Premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, ha salido a la caza de emprendimientos latinoamericanos de alto potencial de crecimiento y que generen un gran impacto social.
Así, a través del ‘Programa Consultoría de Impacto’, BCG prepara a las empresas sociales -previamente seleccionadas por YSB- por medio de una consultoría estratégica para escalar y multiplicar su impacto. Asimismo, con esta consultoría, los emprendimientos tienen la posibilidad de trabajar cara a cara con grandes organizaciones mediante la mejora de sus estándares de competitividad, crecimiento e impacto.
El programa, que se ha desplegado con éxito en Colombia, implica un acompañamiento de ocho semanas de un equipo de consultores de BCG, donde los emprendedores construyen y revisan su estrategia y modelo de negocio, además de prepararse para presentar sus negocios sociales a un grupo de CEOs de algunas de las empresas más importantes del país.
Este año, Perú se suma a esta iniciativa de innovación social corporativa y en esta primera edición participan cinco emprendimientos y como resultado, el ganador recibirá dicha consultoría de forma gratuita.
AméricaEconomía conversó con el colombiano Andrés Giraldo, managing director & partner de BCG sobre el alcance de este programa y sobre el gran potencial de los emprendimientos con impacto social, que a diferencia de startups tecnológicas (llaménse fintechs o super apps), pueden a llegar a ser realmente sostenibles e impactar en la calidad de vida de las comunidades.
-Cuando se habla de un emprendimiento de impacto social, este no suena tan atractivo como una fintech o una super app. Con la experiencia del programa, ¿hasta qué punto pueden escalar y ser atractivas para inversores e incluso lograr millonarias valorizaciones y expandirse a más mercados sin perder ese enfoque social?
Efectivamente, hoy en día hay un sesgo de que un emprendedor es una persona que entra en una lógica de rondas de inversión y que tiene que construir unicornios. Yo soy un poco más pragmático y para mí unicornios en Latinoamérica hay dos o tres. Las valuaciones están super infladas y la sostenibilidad de esos negocios están completamente en duda. El impacto social de esos negocios es bien cuestionado, no digo que atenten contra la sociedad, pero que generen impacto social es relativamente cuestionable. No todos los emprendimientos pueden ser fintechs. Las comunidades, orígenes y activos de nuestros países tienen también otros fines y otra red base de trabajo. El sector agrícola es muy importante, así como reconocer la capacidad de creación y el cuidado de la herencia cultural y hay que darle un espacio. Si podemos ayudar a una comunidad a preservar esa herencia cultural, artística o el desarrollo de productos que se puedan volver moda y crear una empresa sostenible alrededor de eso en el tiempo, eso es impacto, porque hay grandes comunidades atrás que pueden llegar a estar viéndose beneficiadas de tener un negocio estable y rentable que les va a dar el sustento a sus familias en el tiempo. No tiene que valer 40 billones de dólares en la bolsa de Nueva York y muchas de estas oportunidades o empresas específicamente a veces no tienen oportunidad de estar en los espacios correctos e interactuar con los interlocutores correctos para que puedan establecerse correctamente como compañía y por eso estas conexiones son muy importantes.
-¿Cómo es el proceso de selección y de consultoría?
Valoro mucho el rol que juegan en cada uno de los actores en esta ecuación para que esto tenga impacto. El proceso empieza con el scout que hace YSB para identificar estas oportunidades y traerlas a la luz y luego está el compromiso por parte de los empresarios para participar en estos espacios que hay que valorar mucho. En esta edición en Perú no estoy autorizado para compartir los nombres, pero tenemos presidentes de bancos, de fondos de inversión, de las compañías más grandes, de empresas de servicios públicos grandes. Del top 20 de CEOs de Perú, vamos a tener a seis sentados dando retroalimentación a emprendedores sociales peruanos y más allá de que si estamos tocando a mil o cinco mil personas, esto es una señal muy clara también del compromiso que tiene el sector privado peruano al apoyar este tipo de iniciativas y ayudar a crear plataformas que permitan que está surjan de una manera más recurrente.
-¿Cuánto se está perdiendo de ese potencial de emprendimientos sociales que no tienen acceso al ecosistema?
Como en un orden de magnitud, un emprendimiento que pasa por un proceso de estos puede llegar a multiplicar por 30 veces su tamaño. A veces son empresas muy chicas y no suena tan grande, pero para esa comunidad que se está trabajando es un cambio realmente mayúsculo y luego, lastimosamente, tendemos a perder el rastro con el tiempo porque algunas empresas tienen como vida propia y uno se va desentendiendo, pero lo que se ve es como cada uno de ellas no solo tiene un resultado medible del ejercicio, sino que el proceso es el mismo; el participar de estos escenarios, ayudar a desarrollar una serie de competencias que les permite seguir evolucionando rápidamente, vamos mucho más allá. Al darles acceso al ecosistema completo estamos preparando a estos emprendedores para ser replicadores de conocimiento y conectando ese tejido de una manera más consciente y articulada. Muchos de nuestros jurados nos cuentan cómo han seguido trabajando con diferentes emprendedores del pasado y en qué punto están las relaciones que tienen. La mayoría son relaciones comerciales, con lo cual, automáticamente hay un beneficio claro para el emprendedor, pero también mucho de mentoría. Esa parte es muy bonita porque genera esa conexión inicial de relaciones que se vuelven muy potentes y firmes.
-¿Considera que algunos actores del ecosistema están desaprovechando el potencial de los emprendimientos de impacto social?
Sería injusto criticar y decir que no se está haciendo lo que hay que hacer. De lo que sí estoy claramente convencido es que hay un potencial mucho mayor del que se está explotando y obviamente hay recursos limitados. En todos los estamentos de la sociedad siempre se trabaja con un presupuesto corto con lo cual salir a poner fondos sobre la mesa es difícil. Sin embargo, el mayor aprendizaje que hemos tenido con esto es que el tiempo que se pone sobre la mesa de todos los interlocutores -en este caso el acompañamiento de BCG- es valorizable. Esto no se soluciona con dinero necesariamente, sino que se trata de generar espacios que permitan, por un lado, construir capacidades, darles esas herramientas. Por otro lado, construir ese relacionamiento. Estoy convencido de que si le das a cualquier empresa grande de Perú la oportunidad de comprar local a una comunidad, va a decir que sí, el tema es saber dónde están. De repente muchas empresas no tienen conciencia de que existe esta opción y este tipo de programas las hace visibles y generan esas conexiones. Eso automáticamente genera una ola positiva.
-En estos ocho años que ha funcionado el programa, ¿cuántas empresas se han beneficiado o hasta qué punto han escalado?
Hemos trabajado con unas 60 empresas a lo largo de este tiempo. Entre un 90% o 95% de ellas sigue existiendo hoy en día, ya habiendo pasado varios años con mejores resultados y las que no continúan es porque han sido absorbidas por alguna otra empresa en una lógica de cómo potenciar el impacto. Por ejemplo, uno de los ganadores que apoyamos era Travail, una agencia de empleos por horas y facilitaba la colocación de personas que tenían disponibilidad limitada de empleabilidad, y las conectaba con empresas que necesitan personal para manejar ciertos tipos de trabajo. Finalmente, Torre, la empresa del emprendedor colombiano Alexander Torrenegra, de Shark Tank, terminó adquiriéndola. Ninguna cayó en el valle de la muerte de los emprendimientos. Ese es un muy buen aprendizaje porque posiblemente ellos solos no hubieran podido llegar a cumplir los objetivos trazados y al montarse en la plataforma que le dio Torre, pues en cuestión de pocos meses Travail tenía unos volúmenes muy importantes en su negocio. El aprendizaje es positivo y la idea es replicarlo en Perú.