Típicamente, los embalses comienzan un retroceso progresivo que suele extenderse entre diciembre y marzo, coincidiendo con una época de menores lluvias.
Después de las emergencias invernales y los estragos que las lluvias de noviembre causaron en varios departamentos, los embalses de las centrales hidroeléctricas de Colombia comenzaron a entrar en una senda de descenso, que típicamente se da desde diciembre y la entrada de la temporada seca en el país cafetero.
Si bien no hay riesgo de desabastecimiento de energía en este momento, el deterioro en el nivel de los embalses impidió que estos llegaran a la senda de referencia que el Gobierno había trazado para el 1 de diciembre, que era de 67,8%.
Este es una suerte de un estándar de nivel mínimo-óptimo para enfrentar la temporada de verano estacional, proyectada entre diciembre y marzo de 2025.
Para ese día, los embalses de generación eléctrica quedaron a poco menos de 1 punto porcentual de alcanzar la meta trazada.
Asimismo, para recordar, al finalizar diciembre del año pasado, justo antes de que el país entrara en la parte más agresiva del pasado fenómeno de El Niño, los embalses para electricidad registraban un llenado útil de 70,2% a nivel nacional, según datos de XM, operador del sistema eléctrico colombiano.
El mantenimiento en condiciones de los embalses es clave, pues esto significa que la generación hidroeléctrica puede volver a ocupar el lugar que normalmente tiene en el sistema energético del país. Esto significa, proveer alrededor de 70% de la demanda nacional.
Y esto, a su vez, implicaría que las plantas térmicas pueden regresar a una segunda línea en la generación de electricidad, lo que tiene un efecto casi que directo en las facturas de la electricidad.
Vale recordar que la generación mediante térmicas es más cara que la hidroeléctrica, pues las primeras deben operar con base en combustibles fósiles, como el gas natural o el carbón.
Ambos recursos terminan siendo bastante más costosos que el agua almacenada en los embalses.